Vivimos en una inocentada educativa desde hace mucho tiempo

Estaba reflexionando, con el frío allende de la ventana, acerca de cómo podría escribir un artículo divertido para conmemorar el día en el que se pasó a cuchillo a cientos de bebés. Lo sé. Como sociedad, el celebrar con mofa y befa el asesinato, especialmente el de niños, es algo que deberíamos hacernos mirar. Pero bueno, aquí cada cual decide qué ver, qué parte del panorama considerar relevante y cómo puede, obviando lo que no le interesa, acudir a seguir manteniendo su ideología y planteamientos vitales de forma impoluta.

Además, seamos sinceros, ¿creéis que es un buen momento, con todo lo que está pasando, de escribir inocentadas educativas? ¿Creéis realmente que, viendo como nuestro alumnado está cada vez peor, nuestros docentes más cuestionados, las familias más desbordadas y señaladas, debemos hacer humor por prescripción del calendario? Yo no lo veo. Me he hecho muy mayor y quizás, como siempre he dicho, a mí me gusta escribir al margen de lo que marquen las modas, lo que pueda sacar de ello o, simplemente, la fecha en la que nos encontremos.

Creo que después de los resultados de PISA, PIRLS y de las pruebas que han hecho en algunas autonomías (léase competencias básicas) que dejan a nuestro alumnado a la altura del betún en comprensión lectora y habilidades matemáticas entre otras cosas, no estamos para hacer humor acerca de si ya han soltado a César Bona y puede volver a dar clase. Tampoco estamos para reírnos del colectivo DIME, de los tipos y tipas de ese colectivo que se pasan el día insultando a sus compañeros o que, en clave más personal, después de mi enfermedad, algunos me han deseado que no me recuperara nunca. Ni tampoco estoy mucho para reírme de los de Clam Educatiu, esos que creen que lo mejor es que los docentes sean elegidos a dedo por los docentes de su cuerda que, curiosamente, solo eligen a los que saben que les van a hacer genuflexiones en sus planteamientos pedagógicos. No, no me hace gracia ni me permite ejercitar nada de humor en el día de hoy.

Es que podría hacer humor de la decisión de la ministra de abrir un debate sobre los móviles. Es que restringir los resultados de PISA a tener o no móviles en el aula es ser muy poco serio. Al igual que aquel personaje, que alardea de haber repetido bachillerato en tres ocasiones y que ahora sigue queriendo meter su hocico en las aulas. ¿Sabéis que ese personaje accedió a los datos privados de miles de alumnos y a cuantiosas subvenciones públicas para vender su mierda innovadora? Y eso, al menos a mí, es algo que me preocupa. Me preocupa y sigue sin darme motivos para reírme.

La LOMLOE y su jerga ininteligible tampoco me da para reírme. Ni tampoco el desastre en la gestión de determinadas cosas, los modelos caros e ineficientes de formación del profesorado o, simplemente, lo kafkiano que ha resultado el proceso de estabilización de miles de interinos y las consecuencias que va a tener. No me río. No me da para hablar de inocentadas. No me da para intentar articular algo divertido que pueda conseguir cientos de likes.

Lo sé. Si tuviera un canal de TikTok en marcha podría hacer, poniendo en peligro la privacidad del alumnado, negocio haciendo de mi trabajo un espectáculo permanente. Pero, sabéis qué, una de las cosas que tampoco me hacen sentirme muy bien en estos últimos tiempos es el no poder volver nunca a dar clase en aulas con alumnado. Por suerte me han adoptado (¡muchas gracias!) para hacer otras cosas e intentaré hacerlas lo mejor que sepa y pueda. Pero, que antes de los cincuenta me hayan retirado de las trincheras, con todo lo bueno y lo malo (que también lo tiene) que tenía lo anterior, también es algo que me hace sentirme no tan alegre como debiera. Aunque, como bien dicen algunos, el tiempo lo cura todo.

Hoy determinados personajes van a volver a tirarse mierda en las redes sociales. Ni tan solo en Navidad son capaces de cesar en sus insultos o descalificaciones. Y eso, al menos a mí, me da mucha pena. Bueno, pena ninguna. Hay algunos que quedan retratados (y llevan tiempo siéndolo) como lo que son.

Seguid disfrutando de las vacaciones y de lo más importante de las mismas: la familia y el tiempo. Estrujad al máximo ambas cosas. Lo agradeceréis.

Un detalle antes de que se me olvide y os ponga lo del canal de WhatsApp y los libros que podéis descargaros gratis… he puesto publicidad poco invasiva en el blog (ningún artículo se corta por aparecer publicidad en medio) y os aparecerá en cada artículo un enlace para haceros con un libro con los artículos escritos este 2023. Ya sé que para algunos que tuitean en horario lectivo y dejan a su alumnado tirado o sus responsabilidades para ir a vender libros o dar charlas, esto es altamente criticable pero, por favor, en lugar de cuchichear con los “amiguetes” o hacer pseudomenciones, decídmelo a la cara.

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Os recuerdo que tenéis un canal de WhatsApp (aquí), en el cual no compartís ningún dato personal (no, no se comparte vuestro número teléfono, ni tampoco vais a ver el mío), en el que podéis recibir todos los artículos que estoy publicando y que, además, tenéis la posibilidad descargaros mis libros en formato digital, a partir de cero euros, desde aquí.

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4 comentarios

  1. En estos tiempos, Jordi, intentar cambiar a los que se creen que saben todo por haber hecho una carrera, copiando en los exámenes, o recibiendo las indulgencias de profesores que por pena, después de tres cuatro o cinco intentos, los han aprobado, o por quien sabe un intercambio de alguna actividad o cosa que prefieren olvidar, o en algunos casos, no hacerlo, y repetirlo. Cuántos de ellos han sido chantajeados y humillados sexualmente, por dizque docentes que siguen aún así, por el silencio cómplice, de los que van pasando, y siguen entre comillas enseñando y ascendiendo en su ahora bien remunerada carrera de docente.
    Pero aveces el ser humano con su libre Alberdrio, se siente atraído, y esa atracción se convierte en admiración y eso lleva a la confusión de la tan confundida Juventud, que comienza en la clase, o en el salón de clase y termina en la cama con el salón o el salón en la
    Cama.

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