La FP Básica

En nuestro país tenemos un grave problema a la hora de diseñar itinerarios formativos. Un problema que se agrava cuando esos itinerarios formativos están diseñados por alguien cuyo único contacto con el aula, si alguna vez lo tuvo, fue en el cuaternario. No, no son malas todas las ideas que salen de los despachos. Eso sí, debo reconocer que cuando llegan a su aplicación, ya se han convertido en un auténtico esperpento. Y ésta, al igual que muchas otras situaciones, es el caso de la FP Básica. Un modelo educativo pensado para «recuperar» a aquellos alumnos que por una vía convencional van a ver cortadas las expectativas de seguir estudiando a los que se les ofrece una salida, menos teórica (mediante ámbitos) y mucho más práctica. Una buena idea que pretendía recuperar a aquellos alumnos que, de catorce a dieciséis años, crean disrupción en las aulas o, simplemente, se ausentan de las mismas, para que pudieran tener un futuro más digno que el irse a casa sin ningún tipo de competencia o titulación. Lástima que, como siempre, una buena idea, se convierta en un auténtico esperpento… pero vayamos por partes.

Es un error considerar que un alumno «desahuciado» del sistema educativo tradicional deba seguir un sistema tradicional. Y no, no estoy hablando de metodologías, estoy hablando de configuración académica de esos estudios porque, sinceramente, ¿a quién se le ha ocurrido la brillante idea de implantar una FP Básica finalista en centros educativos que no tienen ningún tipo de estudios posteriores de FP de grado medio? ¿Qué burócrata ha pensado que, simplemente dotando de un docente más -o un par- a los centros va a conseguir resultados con una tipología de alumnos que demandan recursos humanos muy específicos e instalaciones en condiciones? La verdad es que, como implantación, la idea no podía haberse implantado peor. Y ya si entramos en la huida del profesorado fijo de los centros a la hora de encontrar voluntarios para un programa que debería ser uno de los más importantes del mismo… sin comentarios. No, no hay ni un docente de la casa (salvo muy contadas excepciones) que quiera entrar en esas aulas porque quieren sentirse cómodos dando clase y, esos grupos, son de todo menos cómodos.

Pero iba a hablaros de propuestas concretas sobre qué hacer con esos estudios que, con excepciones puntuales, están teniendo una tasa de abandono y fracaso del alumnado de más del cincuenta por ciento. Sí, de los quince alumnos que entran en primero de FPB en la mayoría de los centros, son la mitad o menos los que consiguen llegar a segundo. Y van a ser aún menos los que van a poder titular y continuar sus estudios en un grado medio. No, no es ficción. Es una realidad incómoda que implica que algo no se está haciendo bien.

La primera propuesta iría encaminada a delimitar qué tipo de profesorado debe dar clase en esos grupos. Debería ser profesorado del centro con destino definitivo en el mismo, que diseñen proyectos a largo plazo y, cómo no, con una habilidad extraordinaria para trabajar en contextos complicados. También sería imprescindible que, dentro de los profesionales asignada a esos estudios estuvieran miembros del equipo directivo y algún orientador. No, no es banal lo anterior porque, por desgracia, lo habitual es dar la docencia al último que llega. Sí, el interino que desconoce el centro o, aquel funcionario que llega en comisión de servicios, es asignado automáticamente a esos grupos. Algo que ya es un auténtico despropósito. Sumar a lo anterior la inexistencia de ciclos formativos en el centro educativo que se oferta la FPB que implica no disponer de recursos materiales -o sea dotación- adecuada para impartirse ya hace que las posibilidades de éxito se difuminen cada vez más.

He hablado de dotación. Se necesita mucha dotación. No es de recibo que una FP Básica de la rama informática se realice en un centro sin llevar asociada la dotación de equipamiento informático. Lo mismo para las otras ramas (agraria, sanitaria, administrativa, etc.). No, no es de recibo que no lleven dotación a la hora de implantarse. Menos aún cuando el dinero para pagar este tipo de estudios viene directamente de la Unión Europea y la administración educativa lo detrae para pagar otro tipo de partidas que están muy alejadas de los objetivos de ese dinero finalista que nos inyectan masivamente desde Europa.

Ya he hablado de personal específico y dotación. Me queda el tema del material teórico. No, no hay ningún tipo de material teórico de calidad para los docentes que imparten esos módulos específicos o básicos (léase ámbitos matemáticos y sociales) en esos estudios. Debería ser obligación de la administración educativa de poner un equipo a trabajar para que los docentes tuvieran algún tipo de guion al que poder ceñirse en su día a día. Un modelo teórico y, una recopilación de prácticas para que puedan realizarse. ¿Por qué no montar una plataforma donde todos los profesores puedan consultar materiales diseñados por docentes en activo que, a lo largo de un período de seis meses, han elaborado material? ¿Por qué no mantener una red de intercambio de prácticas entre los centros que imparten esos estudios? ¿Por qué no cursos de formación específicos? ¿Por qué no… tantas cosas?

Lo de la FP Básica es una buena idea pero, como he dicho antes, abocada al fracaso por muchos motivos. Da la sensación que no le interese a la administración que funcione bien, a la mayoría de centros sólo les interesa para reducir la conflictividad en otras aulas (sí, la mayoría de alumnos de esos estudios, tienen un perfil disruptivo) y, al final, lo único que va a garantizar el éxito o el fracaso de esos estudios es una mezcla de suerte y trabajo. El problema es incorporar la variable suerte al asunto porque, seamos sinceros, quién quiere jugar a un juego de azar a la hora de dar clase incrementando ya la lotería que supone la heterogeneidad del alumnado a factores que la incrementan. Yo creo que es un error pero, como digo siempre, podría estar equivocado. Así que, o hacemos las cosas bien o, mejor no hacerlas.