La asignatura de Religión
A veces planteamos dificultad en ciertas cuestiones que, simplemente acudiendo al cumplimiento de la ley o a lo que nos permite la interpretación de la misma, podrían ser solucionadas rápidamente. Hay asuntos que se enquistan por motivos políticos que, al final, tienen muy poco que ver con la educación y más con intereses privados (de personas, empresas u organizaciones). Es por ello que se hace habitual ver como patronales de cierta tipología de centros educativos hacen lo posible para que no se construyan centros públicos o, simplemente, se ofrezca ese servicio. Saben que el negocio se les puede ir al traste. Y no olvidemos que hay dos concepciones de educación: la de la consideración del alumno como cliente y la de la consideración de la educación como servicio. Además, nunca hemos de olvidar el poder «adoctrinador» de la escuela para incorporar o potenciar un determinado ideario en los alumnos. Algo que se hace de hace mucho en determinadas asignaturas o modelos de centros educativos. No discuto que haya algún cafre en la pública que pueda adoctrinar pero hay centros que ya lo llevan en su ideario/misión.
Pero entrando al tema concreto, el de la asignatura de Religión, el asunto es de traca. La existencia de una asignatura de Religión, que funciona al margen del resto del currículo (con unos beneficios, tanto a nivel de número mínimo de alumnos, como de obligatoriedad de su oferta), cuyos contenidos y profesorado son elegidos al margen de la administración, ya permite intuir que algo no está del todo claro. Y no lo digo yo. Lo dice la normativa que subyace tras la existencia de dicha asignatura y la imposición, de forma muy curiosa, de convenios con terceros países (en el caso más conocido, con el Vaticano para el tema de Religión Católica) en el que se infiere lo siguiente:
- La Religión Católica deberá ofertarse de forma obligatoria pero con carácter de elección voluntaria.
- La enseñanza religiosa deberá ser impartida por personas designadas por la autoridad académica, entre aquellas personas que el órgano diocesano proponga y con los requisitos que la máxima autoridad eclesiástica del territorio decida.
- A la jerarquía eclesiástica le corresponde señalar los contenidos de la enseñanza y formación religiosa católica, siendo la única asignatura cuyo currículo no lo establece la administración educativa.
Es decir, tenemos una asignatura dentro del currículo que no elige la administración educativa, cuyos docentes son seleccionados por la diócesis a la que está adscrita la localidad donde se halla el centro educativo y, sin mínimos en cuanto al número de alumnado (con un solo alumno se está obligado a ofertar Religión Católica).
La elección de que un hijo curse Religión Católica -o cualquiera de las otras tres, cuya regulación está establecida por normativa, como son la islámica, evangélica y judía, aunque en este caso hay, a diferencia de la católica, un mínimo de alumnos para ser ofertadas- es de los padres que, alegando su libertad ideológica, deciden que su hijo la curse o no. ¿Os imagináis que existiera la posibilidad de que los padres decidieran si sus hijos dan o no Educación Física, Ciencias o Matemáticas porque no comulga con sus creencias? Supongo que a todo el mundo con un poco de sentido común os parecería una barbaridad. Pues eso es lo que pasa con la Religión Católica (y las otras que son de oferta si hay mínimo de alumnado).
Por cierto, la oferta de Religión obliga a que el alumnado que no la curse se vea sometido a una Alternativa (que, antaño era parchís y va reinventando el currículo cada cierto tiempo -ahora, ya el surrealismo de contraponer Valores Éticos a la Religión- porque, tal y como han conseguido los poderes religiosos en los tribunales, no se puede ofrecer una asignatura con contenido académico como alternativa a la Religión: o sea que no puedes ofrecer horas de conversación en inglés, repaso de matemáticas, informática, etc.). ¿Qué libertad existe entonces para los padres cuyos hijos no quieren que sus hijos vayan a Religión? Ninguna. Simplemente deben de cubrir el mismo horario matriculándolos en una asignatura que, lo único que hace -con todo el respeto para los docentes de esa alternativa que, en muchos casos intentan hacer cosas saltándose un poco la ley- es obligar a que los alumnos estén sentados sin hacer nada. Por cierto, si hay libertad, ¿por qué no ofrecemos una asignatura de ateísmo, otra de pastafarismo, una de hinduismo, otra de cienciología, etc. con los mismos condicionantes -un solo alumno y profesorado elegido por los responsables de esas religiones- como alternativa a las cuatro religiones planteadas? ¿Qué dice que una fe sea mejor que la otra? ¿Es más veraz una asignatura basada en la creencia en un Dios que en otro? ¿Qué demostración científica existe de lo anterior? Por cierto, lo de poner Religión al mismo nivel que Ciencias, Música o Matemáticas es de traca. Y no es demagogia, es simplemente la constatación de privilegios y libertades de algunos padres que otros no tienen.
Por cierto, para aquellos que digan para defender la asignatura de Religión (pongo, como he dicho antes la Católica porque es la más ofertada) que enseña cultura, tan solo les recomiendo que se pasen por el currículo oficial de la misma. Y dentro de ese currículo hay cosas que chocan con el pensamiento científico como las siguientes: «la creación como regalo de Dios», «Jesús murió por nuestra salvación», «conoce que Dios habla a Abraham y a Moisés para ser su amigo», «lee y comprende el relato bíblico del paraíso», etc.
Finalmente, y antes de entrar en la propuesta para solucionar el problema de la asignatura de Religión, me gustaría hablar de los docentes de Religión. Docentes cuya relación laboral dentro de los centros educativos no es la misma que el resto de docentes porque, en este caso, su relación es de contrato laboral (rigiéndose por el Estatuto de los Trabajadores, a diferencia del resto que se basan en el Estatuto para el empleado público). Ergo, si a un docente de Religión le falta horas, hay dos opciones: o reducirle su horario o asignarle tareas no académicas (vigilancia de biblioteca, conserjería e, incluso legalmente se le podría obligar a realizar tareas de limpieza en el centro, ya que su contrato y el régimen al que pertenece no lo excluye). Jamás se le puede permitir dar docencia en asignaturas que no sean Religión o apoyo a otros profesores dentro de sus aulas.
Pero vayamos a la propuesta, siempre y cuando no se plantee la solución más lógica que es romper el Concordato y, de paso hacer saltar cualquier posibilidad de Religión como asignatura en los centros educativos. La solución para eliminar la religión es que nadie la elija. No hace falta derogar acuerdos. Simplemente trasladar esa asignatura a horarios como pueden ser tardes en centros que hacen jornada continua o a sábados para aquellos centros con jornada partida. No estamos prohibiendo que nadie la elija pero, si la hacemos no evaluable (ni a ella ni a su alternativa), por qué no proponer este cambio. Ahora viene la pregunta… ¿y qué hacemos con la asistencia obligatoria a religión o a su alternativa? Don’t worry. Todo está pensado. La alternativa se ofrece en jornada habitual (a primeras o últimas horas) porque ningún articulado legislativo habla de la coincidencia temporal de ambas asignaturas. Si se quiere no hacer una chapuza es más fácil hacer un decreto para que no exista esa alternativa a Religión. Tiempo libre a cambio de Religión. Creo que no haría falta ni tan solo Decreto porque, lo que nos marca el Concordato, es simplemente la oferta de Religión sin marcar cuándo ni dónde impartirla.
Yo no soy creyente, pero defiendo la asignatura de religión en el colegio. ¿Por qué? Porque a día de hoy no he conocido una opción mejor para que los niños aprendan valores positivos como por ejemplo el amor al prójimo y que al mismo tiempo tenga tanta fuerza y carisma como la religión. Sí, ya lo se, no es científico y todo eso, pero ¿Cuál es la alternativa? Al menos los profesores de religión actuales se esfuerzan por despertar en los niños una comprensión más trascendental y ética, de la persona y del mundo, más allá del egocentrismo y la desorientación que crecen cada día más. Mi visión está marcada por mi experiencia y quizá tus experiencias hayan sido negativas y por eso hablas así.
¨la dimensión trascendente del ser humano, la existencia del alma, la propia existencia de dios, son afirmaciones gratuitas carentes de prueba alguna, y por mucho que Vd. crea en ellas, no las hacen más reales.¨ afirma Eduardo. Y, yo le pregunto, ¿puede demostrar científicamente esta afirmación? Y si no puede por qué hace una afirmación tan gratuita…….
No son los negativos los que requieren información, sino los positivos. el escritor, filósofo y matemático británico Bertrand Russell, lo dejo más que claro con su famosa “tetera”
Si Vd. afirmara que los dinosaurios han sobrevivido y que en algún rincón del mundo existen, no soy yo, que niego tal afirmación quien debe demostrar su “no existencia”, sino Vd. es a quien corresponde la demostración de la realidad de la misma.
No existe la más mínima prueba de la existencia de dios o del alma. Es quien cree en su existencia a quien corresponde aportar las pruebas irrefutables de la existencia de la misma. En caso contrario, yo podría afirmar que dios es Bugs Bunny o Pedro Picapiedra, y que deben entenderse como personajes reales, y quien no esté de acuerdo, que demuestre lo contrario. Si su planteamiento fuera correcto, se podría hacer cualquier afirmación, por extravagante que sea, y pedir prueban en contra, si no se está de acuerdo.
Nadie ha podido demostrar la existencia de dios. Es más, no solo se requiere tal demostración, en relación a un supuesto ente genérico, sino que sería necesaria una segunda demostración que confirmara que ese dios genérico se corresponde al dios concreto en el que uno cree, por ejemplo el católico. Si tales demostraciones fueran una realidad, no solo sería indiscutible su existencia, sino que solo podría existir una única religión, puesto que automáticamente todas las demás serían confirmadas como falsas. Eso no ha ocurrido nunca.
María dolores, la dimensión trascendente del ser humano, la existencia del alma, la propia existencia de dios, son afirmaciones gratuitas carentes de prueba alguna, y por mucho que Vd. crea en ellas, no las hacen más reales.
Los “libros sagrados” (La biblia, tanto el antiguo como el nuevo testamento, así como el resto de escritos que forman el conjunto de textos religiosos) no son más que un montón de fantasías, en muchos casos, absurdas, cuando no contradictorias entre sí, y con los datos corroborados por la ciencia. Así, de hecho y entre los creyentes, tenemos diversos grados de creencia/fanatismo: desde aquellos que, sin atreverse a negar las pruebas aportadas por la ciencia, defienden sus creencias dándoles un carácter alegórico, hasta los literalistas bíblicos, que niegan los datos aportados por la ciencia, demostrando su analfabetismo científico.
En cuanto a las aportaciones de la religión, y me limito al cristianismo, aunque lo mismo es aplicable a cualquier otra religión (Solo habría que recapitular las acciones de cada una de ellas), le aconsejo la lectura de la obra “Historia Criminal del Cristianismo” del historiador Karlheinz Deschner, que en la década de los 70 del siglo pasado fue llevado a los tribunales por la Iglesia Católica, ganando el autor de la obra el caso, ya que pudo demostrar que todo lo expuesto en la misma se fundamentaba en los propios textos de los “Padres de la Iglesia”. En la citada obra queda clara constancia de las mentiras, engaños, manipulaciones y falsedades que han jalonado durante toda la historia las afirmaciones del cristianismo. También puede leer “La Edad de la Penumbra”, de la también historiadora Catherine Nixey, donde se expone de forma clara y precisa como el cristianismo destruyó el noventa y nueve por ciento del saber clásico. Confrontado con tal realidad, que gente como Vd. me defienda la trascendencia de la educación religiosa (En este caso, fundamentalmente la católica, pero para el caso, tanto da la religión concreta), resulta aborrecible e insultante.
¡Ah! Por cierto, lo de “estar vendido al gobierno de turno”, va a ser que no. Para el “gobierno de turno” tengo mis críticas, y una de ellas es, precisamente, que no hayan tenido el valor de denunciar el Concordato, que no hayan tenido valor de eliminar totalmente la religión de las escuelas, que no hayan tenido el valor de acabar con las escuelas concertadas (el Estado debe mantener solo las escuelas públicas. En cuanto a las privadas, “pagando serás feliz”), que no hayan tenido el valor de exigir a la Iglesia que pague sus impuestos como yo los pago cada año, que no hayan tenido el valor de cerrarles el grifo que les alimenta desde los presupuestos generales (Quien quiera una iglesia, que se la pague de su bolsillo, y que la gestión de recaudación de tales ingresos la realice la propia iglesia. El Ministerio de Hacienda no tiene por qué asumir los costes).
Roberto, nadie ha dicho que se deba borrar la historia. En realidad, me manifiesto totalmente contraria a tal acto, porque la única forma de valorar el desastre que ha representado el cristianismo en Europa y en el mundo (Y el catolicismo en España) es, precisamente, conocer la historia, y precisamente mucha de esa historia ha sido ocultada y manipulada para que se desconozca su perversión y criminalidad. En cuanto a totalitarismo, su manifestación más evidente es pretender imponer la creencia religiosa como si de un conocimiento de algo real (y no una fantasía irracional, en contradicción con nuestros conocimientos científicos actuales) se tratara. Y ni siquiera les niego la posibilidad de “enseñar” (Si es que cabe la palabra enseñar en este tema) su religión a sus hijos. Para eso están las parroquias, las iglesias, donde pueden organizar escuelas dominicales donde adoctrinar a sus descendientes (Si es que ellos se dejan).
Buenas tardes. La asignatura de educación católica no es un problema, es la única que trata la dimensión trascendente del ser humano; porque aunque usted no lo crea, los seres humanos tenemos un alma de naturaleza divina creada y diseñada para entrar en contacto y en unión de amor con su creador ya en esta vida. Educar la mente es necesario, el cuerpo también pero no hay nada que pueda equipararse a enseñarle a una persona a relacionarse con Dios, que existe y no va a dejar de hacerlo porque usted desafortunadamente no crea en Él.
La religión católica no se basa en un ideario humano sino en la revelación de Dios mismo dada a los hombres y recogida en las Sagradas Escrituras que le recomiendo que lea.
Me apena, entristece y sobre todo preocupa el nivel de ignorancia suya y del profesorado ateo que ni se da cuenta que está vendido al gobierno de turno que los manipula como quiere y que les impone el currículo que les da la gana que sabe que van a acatar como borregos porque no tienen ni religión ni convicciones profundas personales ni criterio ninguno para discernir toda la ideología humana de moda y perversa que les quieran colar y que por otro lado están acomodados y aburguesados con su sueldo fijo del estado que les manipula y que sabe perfectamente que puede hacer con ellos lo que quiera porque no se van a atrever van a morder la mano que les da de comer…
Abra usted los ojos. Despierte. Sea valiente y acoja a Cristo en su vida. ÉL es el verdero maestro… salga usted de su sueño mortal…
¿Eso no debería hacerse en los lugares de culto en lugar de en un aula? Por cierto, ¿qué religión debe explicarse? ¿La mía, la del vecino del quinto o la de aquel que, con todo el derecho del mundo, cree en otra cosa? Laicismo no tiene nada que ver con ateísmo. Sé que es una confusión habitual. Y por eso, cada vez que puedo, aclaro la diferencia.
¿La ideología es mala y la religión buena? Es una pregunta que debería ser respondida. Un saludo.
Como usted no quiere valorar los casi 2000 años del fenómeno católico en los territorios de España, propone eliminar siquiera que la gente lo conozca, borrar la historia. Su postura huele al peor totalitarismo, dedicado a erradicar de la memoria colectiva lo que no le gusta a usted. El remedio para su problema de odio a lo católico es estudiar un poco, sólo un poco, si sus prejuicios se lo permiten. Usted es profesor, haga el esfuerzo.
¿Quién ha hablado de borrar la cuestión religiosa de la Historia? ¿Qué hay de malo en que los profesores de Historia expliquen hechos, muchos de los cuales están influidos (no solo aquí) por cuestiones religiosas? No veo el totalitarismo por ninguna parte.