La Formación Profesional (FP)
Siempre he sentido un cariño especial por la Formación Profesional. Quizás ello se deba, no a haberla cursado como alumno, ya que soy uno de los que en su momento optó por estudiar BUP y COU como vía de estudios posterior a la EGB, pero sí por haber impartido docencia en la misma (en la antigua -preLOGSE-y en la nueva) en diferentes ciclos formativos (electricidad, mecánica, informática, etc.). Ya sabéis que en la docencia todo vale… ya que las habilitaciones docentes las carga el diablo.
Pues bien, resulta ser que una de las brillantes ideas que se tuvo en este país fue «cargarse» una Formación Profesional mejorable, pero con muchos puntos fuertes, ya que quien acababa quinto curso de FP estaba muy bien formado para entrar en el mundo laboral, reconvirtiéndola en unos ciclos formativos de grado medio (de uno o dos años) y, eliminando todo tipo de materias que pudieran hacer que el alumno adquiriera capacidades necesarias para ser algo más que un elemento productivo (matemáticas, lengua, etc.). Con el hándicap existente de, por desgracia, multiplicar el número de titulaciones hasta el infinito en lugar de crear ciclos más polivalentes.
Además de ello, se dio la posibilidad al profesorado de FP de entrar directamente en la ESO y, hubo muchos cientos de docentes, que optaron por dar el paso a los centros de secundaria para dar Tecnología de la ESO, con las consecuencias de una gran pérdida de capital humano (docentes con amplia y demostrada experiencia).
Pues bien, esos fueron unos de los grandes errores: perder currículum no profesionalizador (y no estoy hablando en este caso de si convenía mantener el mismo o hacerlo más flexible) y, perder a gran parte del profesorado (altamente preparado para dar clase en dicha FP y con una gran experiencia, que hicieron el salto a impartir Tecnología).
Otro de los grandes errores, fue la desaparición de los centros de FP para integrarlos en centros de secundaria (IES), un grave problema que obligó a reconvertirlos (en muchos casos esa reconversión implicó la desaparición o la reducción de espacios de muchos talleres) y a incorporarlos en una tipología de centros (con su normativa y gestión de uso) que no tenía nada que ver con la preparación profesional que se merecían esos alumnos.
No hemos de olvidar que una de las principales funciones que tuvo este «desballestamiento» de la FP fue la de permitir crear en períodos de como máximo 2 años mano de obra barata para las empresas, desposeyendo a sus alumnos de las características que tenían (a nivel de madurez personal y profesional) en la antigua FP (como he dicho anteriormente, mejorable).
También, no hemos de olvidar, las maravillosas habilitaciones docentes, que han permitido, en muchos casos, que docentes sin tener ni idea de las materias a impartir estén dando clase en determinados ciclos formativos. Es curioso encontrarse con un profesor del ciclo formativo de automoción incapaz de cambiar una rueda de su coche (y no hablemos del aceite) u, otro tipo de compañeros/as que se encuentran impartiendo un ciclo formativo de grado superior con menos conocimientos técnicos que los propios alumnos. La necesidad de comer hace que muchos/as acepten dar clase en este tipo de enseñanza a pesar de saber que no tienen ni idea de lo que han de impartir… éticamente cuestionable, pero legalmente lícito y, en determinadas situaciones personales, comprensible. Algo que surge debido a la excesiva rigidez para incorporar profesorado especialista sin titulación, pero con amplia experiencia, como docentes.
La culpa no es sólo de los Decretos, la culpa es de todos los que estamos permitiendo esta perversión de la Formación Profesional y, que tenemos otros intereses distintos a los del propio alumno, como pueden algunos de los siguientes:
- Mantenimiento de ciclos formativos en determinados centros educativos (¿Qué docente de Formación Profesional no conoce algún centro donde «regalen» títulos de ciclos formativos por falta de matrícula? o, ¿que permitan pasar de curso aprobándoles los módulos pertinentes porque si no es así les desaparece el segundo curso?)
- Existencia de ratios diversos, con centros en los que se quedan fuera numerosos alumnos y, otros en los que con menos de cinco alumnos reales (ya que las matrículas en algunos casos se falsean en la preinscripción -con alumnos que se sabe que no van a asistir a clase y se les matricula o, con algunos que han vuelto a su país y se supone que la Administración educativa no va a tener constancia de ellos- para así poder mantener abierto el ciclo formativo)
- Las habilitaciones docentes que permiten a un titulado universitario dar clase en un amplio abanico de ciclos formativos sin que en ningún momento esté formado para impartirlo con una determinada calidad, etc.
Por tanto, como se trata de una perversión de este tipo de estudios, que ahora se ve acrecentada con la “reserva de plazas” para alumnado de FP, que son alumnos que no han asumido las competencias básicas en la ESO. Y así se sigue desprestigiando esa tipología de estudios.
Por tanto, ya que el contenido de este libro de propuestas (nunca ha pretendido ser nada más que eso) debe intentar tocar todos los aspectos de la educación, vamos a realizar algunas propuestas para la misma:
- Establecimiento de centros específicos de Formación Profesional bien dotados y con una normativa específica
- Incorporación de la figura del «aprendiz», que permita que un alumno pueda compartir las clases en el aula (teóricas y prácticas) con trabajo real en la empresa
- Supresión de los ciclos formativos (de grado medio y superior) y establecimiento de una Formación Profesional de cinco años (con los dos primeros cursos de materias comunes flexibles y que ayuden a desarrollar el espíritu crítico y personal de los alumnos -no específicas del ciclo formativo-, alternadas con algunas asignaturas específicas de la rama de formación -ámbito sanitario, eléctrico, informático, etc.-). Posibilidad de incorporar el primer curso como un curso genérico de amplio abanico, que permita un aterrizaje suave en los mismos.
- Posibilidad de que al acabar la Formación Profesional, el alumnado pueda realizar un «curso de adaptación a los estudios universitarios» que le permita un acceso a los mismos. Ese curso incorporará todas las necesidades que hayan podido quedar no cubiertas (a nivel generalista) en sus estudios y, será evaluado mediante una prueba externa a los centros y única para todos los alumnos. En caso de superarlo (el curso y el examen de validación posterior), permitirá el acceso baremado (en función de la nota final) a estudios universitarios (se podría discutir el porcentaje de plazas que se destina a estos alumnos)
- Realización de exámenes previos y continuos de reciclaje al profesorado de Formación Profesional, ya que quizás las «matemáticas» o la «lengua» cambian poco con los años, pero a nivel de Formación Profesional, las máquinas u otros tipos de conocimiento cambian a menudo y, el profesorado ha de ir acorde con los tiempos. ¿Se habría de habilitar algún tipo de compensación por ese esfuerzo «extra» que realicen ese tipo de docentes?
- Creación de «centros integrados» donde se propondrán los cambios y mejoras en los determinados ámbitos de formación, con contactos frecuentes de sus miembros con las Administraciones educativas, para así poder realizar y analizar las posibles mejoras en dicha formación
- Establecimiento de una Formación Profesional semipresencial (e incluso totalmente virtual en determinadas especialidades) a nivel nacional, con una plataforma de formación rápida y efectiva, con evaluaciones presenciales en los «centros integrados»
- Posibilidad de usar los centros de Formación Profesional como centros de formación de las empresas, mediante el recibimiento de un pago «por alquiler y formación», permitiendo así que una parte de los gastos de su mantenimiento sean asumidos por empresas privadas. Nada que ver esta propuesta con el modelo de formación dual que, al final, se acaba convirtiendo en un modelo formativo demasiado específico para alumnos que deberían tener, al acabar los ciclos, una formación más polivalente.