Reformas educativas: ideología, intereses creados y evidencias
Voy a contaros algo que forma parte de mí que, para algunos, seguramente, será un defecto. Me estoy refiriendo a la necesidad de leer cosas relacionadas (no solo) con mi profesión aunque las mismas provengan de personas con las que tenga una mayor o menor afinidad ideológica. Siempre he creído que crearse uno una burbuja, basada en un núcleo cerrado de personas que piensan igual y no discrepan, se convierte en la mejor manera de convertirse uno en un intransigente o talibán. Retroalimentarse siempre de lo mismo y de los mismos hace que, por desgracia, uno no evolucione e involucione hasta su forma primitiva de clan cavernario.
Hoy me apetece traeros a este blog un libro, publicado en abierto, imprescindible para comprender muchas de las cosas que suceden en educación. Además, en el mismo, se dan ciertas claves acerca de los intereses que subyacen tras muchas de las decisiones, tanto a nivel macro como micro, que se están tomando a nivel político. La política educativa, al igual que la política en cualquier otro ámbito, tiene premisas ideológicas, intereses y, por suerte en muchos casos, apelación a evidencias y criterios técnicos. Hay decisiones políticas que solo pueden tomarse teniendo en cuenta criterios técnicos. Además, como nuestro país forma parte de la Unión Europea, hay muchas decisiones que se “incentiva” a tomar desde instituciones europeas que pueden, al final, estar gobernadas por una mayoría que poco puede tener que ver con el país que va a tomar la decisión. Pero, al formar parte de un club, lo lógico es seguir las normas de ese club.
Nada. A lo que iba. Hoy os traigo un libro de Montserrat Gomendio y José Ignacio Wert. Fui muy crítico con bastantes decisiones educativas que impulsó el segundo cuando estaba como Ministro de Educación pero, tal y como os he dicho, hay libros que, más allá de quién los escriba, deberíamos leer. Y este es uno de ellos. Un libro titulado “Dire Straits-Education: Reforms, Ideology, Vested Interests and Evidence“, que os podéis descargar gratuitamente, al estar bajo licencia Creative Commons, desde aquí.
Reconozco que he ido leyendo fragmentos del libro y, más que soluciones, en el mismo se indica por qué se toman determinadas decisiones políticas en educación. Algo que es muy importante porque, al final, las decisiones no se toman por amor al arte o porque a alguien le ha dado un calentón. Lo sé. Hay algunas que sí que son producto del calentón, pero ya os digo yo que son las mínimas porque, al final, todas las decisiones políticas conviene estructurarlas. Y no es fácil. No es nada fácil articular, aunque estemos hartos de vaivenes educativos en nuestro país, cómo se tiene que llevar a cabo cualquier reforma o cambio. Implica muchas cosas y a muchos actores.
Siempre voy a recomendaros leer cosas de personas que piensen diferente que vosotros. Siempre voy a defender la necesidad de leer y analizar las cosas que suceden (no solo) en educación aislándolas de quién las proponga o las lleve a cabo. Es lo que diferencia un juicio racional de un juicio irracional. Y, aunque algunos tachen o encumbren determinadas decisiones o pidan quemar los libros que no se adecuan a sus ideas preconcebidas, creo que ese no es el camino.
Hay dos maneras de entender el debate educativo: el de un debate educativo fundamentado o el de hacer de censor de la moral. Los vigilantes (aquellos que vigilan a otros en busca de irregularidades morales y se encargan de castigar a los demás) tienen un nivel particularmente alto de narcisismo comunitario (creen que son mejores que los demás) y de sadismo (disfrutan haciendo daño). Algo que está ampliamente documentado y evidenciado (aquí).
En educación debemos leer más y vigilar menos qué hacen los demás. Es la única forma de mejorar y de poder, más allá del eslogan, la victimización, el señalamiento o el berrido, tener un debate en condiciones. Un debate que solo puede darse mediante la lectura de argumentos y el análisis de todos los puntos de vista sin descartar, a priori, nada por cuestiones ideológicas o por quién emite esos argumentos.
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