La jornada escolar

En una situación actual donde, parece que las dos únicas posibilidades para la jornada escolar, consistan en decidirse por una jornada continua o partida, conviene introducir la posibilidad de otro tipo de jornada que, quizás podría llegar a beneficiar a los alumnos. Lamentablemente, es harto complicado intentar apostar por una propuesta diferente a las dos que se realizan de forma estandarizada porque, al final, todas estas discusiones acerca de un tipo de jornada u otra dependen demasiado de cuestiones ideológicas o necesidades alejadas de las del propio alumnado. Y ya no digamos a nivel de los informes que existen defendiendo los dos posicionamientos anteriores: existen tanto informes supuestamente científicos que defienden una cosa como la otra, basándose en parámetros de sueño, manipulación de estudios neurológicos y extrapolación de los mismos a mitos interesados acerca de tiempos de atención y, un largo etcétera de mantras educativos. Mantras que, no por repetirse más a menudo, dejan de ser totalmente falsos.

En primer lugar conviene desterrar un error que se está cometiendo en muchos centros educativos: la necesidad de que los alumnos empiecen a horarios excesivamente tempranos ya que, en muchos centros educativos de nuestro país, es normal que las clases empiecen entre las ocho y ocho y media de la mañana. Algo que, tanto el sentido común como todos los informes científicos que existen sobre el tema, es totalmente contraproducente para el aprendizaje. Por tanto, ya tenemos la primera premisa de la propuesta… la jornada escolar de los alumnos debe empezar a partir de las nueve de la mañana.

Lo anterior obligaría a reformular completamente el esquema de la jornada escolar. Una jornada que quizás convendría estructurar en dos grandes bloques: un bloque, realizado en horario de mañana, donde los alumnos adquirieran las competencias que exigen una mayor carga intelectual (lo que sería el equivalente a las asignaturas de mayor carga conceptual) y, un segundo bloque, realizado por la tarde, basado en el aprendizaje de disciplinas más manipulativas o artísticas. La tarde, cuando el alumnado ya está más cansado de asimilar conceptos -sí, podemos hablar en otra ocasión, pero no es objetivo de esta propuesta, sobre cómo se asimilan dichos conceptos-, es un buen momento para dedicarlo al deporte, a la música o a la tecnología (en todas sus vertientes). Unas actividades más placenteras para la mayoría de alumnos que, por desgracia, siempre vienen lastradas por tiempos cuando, lo que deberían hacer es, estructurarse de forma más abierta. Y eso, por desgracia, con la jornada escolar actual no es factible. Menos aún con una jornada escolar que funciona a golpe de sesiones horarias muy marcadas y encapsuladas.

Si nos ceñimos al currículum actual, observaríamos que, con el modelo propuesto, los alumnos tendrían tan sólo una jornada de mañana, como máximo, cuatro horas seguidas. El horario ideal sería de 9 a 13 horas (pudiendo tener un pequeño descanso en medio de las dos primeras sesiones). Un horario al que seguirían dos horas de comida y, curiosamente, tres horas por la tarde. Sí, habéis oído bien… he aumentado en la propuesta una hora más para nuestros alumnos. ¿Pero no íbamos a reducir el horario? No, vamos a racionalizarlo. La primera hora, a las tres de la tarde, se habría de dedicar a realizar esas tareas que, por desgracia, acaban repercutiendo negativamente en el horario de nuestros alumnos una vez acabada la jornada escolar (sí, gracias a esa hora nos cargamos los deberes -porque se hacen en los centros bajo supervisión de los docentes- y, además, podemos incorporar que adquieran gusto por la lectura -implementando bibliotecas de calidad en los centros educativos- o sesiones más individualizadas para que los docentes puedan ayudarles en las dudas que tengan). A partir de las cuatro ya empieza el segundo bloque de asignaturas… formación artística (musical y plástica -en todas sus vertientes), deportiva y manipulativa (a ver si convertimos de una vez la Tecnología en algo más que dar teoría y enseñamos cuestiones más útiles dotándola del equipamiento adecuado). Las asignaturas de tarde deberían exigir una mayor dotación de recursos porque, lo que no es de recibo es seguir dando Música o Educación Física -entre las otras que se pueden ofertar en dicha franja- con treinta alumnos. Por cierto, dichas asignaturas deberían personalizarse aún más que las de mañana y ofrecer, a cada alumno, lo que necesite de ellas.

Un detalle que seguro genera preguntas varias sobre la propuesta, ¿cómo quedan las actividades extraescolares? Las actividades extraescolares con la propuesta e interviniendo en la mejora de las infraestructuras y dotaciones de los centros educativos, ya se convertirían en irrelevantes e innecesarias. Además, articulando bien las tipologías de estudios, ¿por qué no establecer dentro de la propuesta que, dentro de la carga horaria de la tarde, nos encontremos con la posibilidad de cursar estudios de Conservatorio o de determinado tipo de deportes? A las seis de la tarde se podría dar por finalizado todo lo que ahora conlleva muchas horas fuera del centro, perjudica la equidad (no todos pueden matricularse a extraescolares) y acabaría, en cierta manera, beneficiando a la propia concepción de lo que supone la educación integral.

Por cierto, me queda hablar de la religión y la tutoría. La primera, tal como exige su optatividad, podría realizarse los sábados por la mañana y que, el alumno que quisiera, la cursara. Así se respeta la libertad religiosa de nuestros alumnos y el concordato vigente. En cuanto a la tutoría, ¿no se podría desterrar para convertirla en una mentorización de pequeños grupos de alumnos -no más de diez- donde todos los docentes intervinieran como mentores? Porque, sinceramente, las tutorías masivas, no tienen demasiado sentido y, al final, se convierten en algo que pierde su utilidad.

Un detalle que se intuye en la propuesta, con todas sus variaciones posibles dentro de un diseño muy básico, sería plantearnos la posibilidad de establecer diferentes horarios para los docentes (de mañana o de tarde) y ver, de qué manera podemos integrar personal de apoyo en la realización de determinadas extraescolares que irían integradas, tal y como se ve en el planteamiento, dentro del horario del alumnado.