Macrogranjas de alumnado

Hace un par de días agredieron en el patio del IES Les Alfàbegues de Bétera a un docente (noticia). No voy a entrar en la cuestión concreta aunque, como ya he comentado en otros foros, ese instituto fue donde trabajé hace cinco cursos porque era, antes que me la dieran en mi centro actual, el lugar donde tenía la plaza definitiva. Un centro muy macro, con muchísimo alumnado y unas instalaciones, como la mayoría de centros educativos, que ya necesita, más allá de ampliaciones y manos de pintura, pasar a otra vida. El tema de la obsolescencia de los centros educativos es algo a analizar. Hay, por mucha cantidad de programas de mejora y creación de nuevos centros que realicen algunas Comunidades (como la mía, con un plan de inversión brutal, denominado Edificant), demasiado edificio viejo, con problemas estructurales y una falta de espacios crítica.

El problema de los centros educativos, tanto los de nueva construcción como las reformas que se están realizando en los mismos, es que cada vez se hacen más grandes. Sin ir más lejos, el instituto que se supone que va a inaugurarse en mi municipio (El Puerto de Sagunto) para el curso 2022-2023, dispone de 30 líneas de ESO y 8 de Bachillerato. Sí, habéis leído bien. Cerca de 1300 alumnos para un nuevo centro educativo, con todos los problemas que generan este tipo de centros macro. No, no debería optarse por esta tipología de centros educativos, ingobernables, con muchos más problemas de convivencia al estar mucho alumnado concentrado en los mismos y con los equipos directivos desbordados. Deberíamos olvidarnos de macrogranjas de alumnado para pasar a dar una educación de calidad. Y una educación de calidad, aparte de todo lo que ya es sabido, también tiene que ver con el trato al alumnado y a los espacios de que dispongamos. No estoy hablando de centros de diseño. Estoy hablando de centros educativos con un número de alumnado (que para mí, siempre según opinión personal y experiencia) jamás debería pasar de 500 alumnos. Es que más perjudica seriamente el aprendizaje de ese alumnado. La correlación, cuando nos ponemos a analizar datos, indica que a un tamaño de centro más “amigable”, menos problemas de convivencia y mejores resultados de alumnado.

Entiendo que, por cuestiones urbanísticas, sea mucho más sencillo y económico, construir centros de mucha capacidad para albergar a alumnado. Puedo comprender que sea mucho más económico mantener un solo centro educativo de 1000 alumnos que dos de 500. Entiendo cualquier argumento que algunos pueden tomar para diseñar este tipo de centros educativos macro. De verdad que lo entiendo. Otra cuestión es que no crea que el beneficio de disgregar al alumnado en centros más pequeños, de gestión más “amable” y con una mayor posibilidad de conocer a todo el alumnado del mismo, sea muy alto. Pero, repito: al igual que sé los beneficios de centros más pequeños, también entiendo los argumentos de los que defienden la construcción de macrocentros. No los comparto, pero puedo llegar a entenderlos.

Yo en un par de horas entraré por la puerta de mi macrogranja de alumnado, con más de 2000 alumnos y cerca de 200 profesores. Ingobernable, con espacios que hacen dignos y envidiables el espacio del que disponen los cerdos en esas macrogranjas tan criticadas últimamente y con, por desgracia, imposibilidad de tratar al alumnado y al resto de la comunidad educativa como se merece. Es mucho más complicado dar clase en este tipo de centros educativos. Y, por mucho que, como en el mío, todo el mundo rinda al 110%, el caos está a la orden del día. Y eso, tanto como docente como parte de esta microciudad (hay muchos municipios con menos personas habitando en ellos), me preocupa. A pesar de que, como ya he dicho siempre, el caos forme una parte fundamental de mi faceta profesional.

Creo que el tema de la creación de macrocentros educativos es algo que debería abordarse porque, al final, lo que se está decidiendo son modelos educativos a largo plazo. Con todo lo que ello implica.

Por fin es viernes… a pocas horas de que suene el mejor timbre de la semana. Y no, no es el de entrada.

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