Los libros de texto
Cientos de millones de euros. Ésta es la cantidad aproximada que se ha gastado de dinero público para pagar libros de texto (mediante becas o diferentes programas de reutilización) en la última década. No, no estoy exagerando. En libros de texto se ha invertido muchísimo dinero en los últimos tiempos. Más aún con determinados programas que se han realizado, curiosamente, en todas las Comunidades Autónomas. No es una exageración porque dándose unas vueltas por las plataformas de contratación y diferentes programas de reutilización, uno puede acceder fácilmente a esos datos. Y a eso no sumo la cantidad destinada a determinadas plataformas educativas para recopilar recursos. También me gustaría introducir ese invento de crear una plataforma para que las editoriales -sí, he dicho editoriales- pudieran vender sus libros de texto, denominado Empúries. Un invento en el que la administración catalana, en este caso, se gastó algunos milloncejos.
Volviendo al tema pasta, sabed que con esos mil millones de euros podríamos haber contratado casi a cinco mil docentes nuevos por año o, simplemente, creado cien nuevos colegios o institutos. Algo mucho más interesante que subvencionar a determinadas empresas. ¿Os he contado que la mayoría de editoriales de libros de texto pertenecen a la misma organización? Es por ello que es totalmente absurdo decir que la administración no debería crear sus propios materiales y ponerlos a disposición de las familias y docentes por su carga ideológica. Los docentes, por suerte, tenemos ideologías heterogéneas. Mucho más que líneas editoriales de algunos medios y organizaciones. Por eso el discurso de que la administración no debería crear materiales/recursos/libros de texto se cae por su propio peso. No entro en la necesidad o no de que sean libros de texto porque, al final, es lo menos importante.. La idea es saber que se pueden hacer las cosas de otra manera. Los libros de texto no deberían demonizarse siempre y cuando su función sea puramente de apoyo. El problema, como ya sabemos, es que en ocasiones hay tendencia a considerarlos como único recurso. Sucede. No mucho pero, a veces, sucede. Más aún cuando el docente, o bien no tiene ganas o, simplemente, tiene una capacidad profesional cuestionable. Recordad que no estoy hablando de todos los docentes que usan libros de texto. De una minoría que lo usan como no debieran. Es como quien decide usar un dispositivo móvil. Se puede usar bien o mal pero la culpa no es del dispositivo. Considero el uso indiscriminado de un material (sea en formato analógico o digital) de forma acrítica, como algo que desprofesionaliza la función docente. Lo mismo, por cierto, que podría aplicarse a cualquier material disponible de forma altruista por la red. Usar un libro de texto es tan desprofesionalizador como usar un vídeo en bruto o, simplemente, decir a nuestros alumnos que miren el vídeo realizado por tal o cual profesional sin ningún trabajo de adaptación detrás. Me gustaría hacer un inciso acerca de la obligación de usar libros de texto por parte de los docentes. Una obligación que no existe ni está contemplada en ninguna legislación.
Pero vamos a lo importante. A la propuesta. Una propuesta que consiste en que el Ministerio edite un libro de texto (o materiales diversos) para aquellos docentes que elijan ese material como base de sus enseñanzas (eso sí, traducido y adaptado a las especificidades de las Comunidades Autónomas). Realizado de cada una de las materias, redactado por excelentes profesionales de cada una de ellas y, de distribución gratuita a las familias (en formato papel y/o digital). ¿Alguien se hace a la idea de qué ahorro supondría eso? Eso sí, incentivando la creación y el uso de recursos educativos propios por parte de los centros educativos (más adaptables a la realidad de su alumnado) y, favoreciendo la distribución bajo licencias libres y continua actualización de los mismos. Si estamos hablando de millones de euros anualmente, ¿no sería más barata la creación por parte de docentes, mediante licencias de trabajo de tiempo limitado y con objetivos claros, y su implementación y posibilidad de crear un material mediante bloques de arrastrar y pegar todos los materiales que se encuentren en una plataforma fácil de usar. Eso sí, por favor, no saquemos del aula a los docentes más mediáticos, afines o que poco tienen que aportar en el proyecto. Saquemos a aquellos que sepan (que ya hayan hecho sus pinitos elaborando sus materiales). Además, no hagamos como ese material que magníficos profesionales de FP realizaron. No lo hagamos desaparecer en lugares ignotos que, ni tan solo sus creadores, saben dónde está.
Vamos a desarrollarlo un poco…
La idea básica sería establecer un equipo multidisciplinar de docentes para elaborar todos esos libros de texto se puede hacer estableciendo un mecanismo para que, unos determinados profesionales, elaboraran el material -sí, ya he cedido en lo de libros de texto- didáctico necesaria para ser usado en el aula. ¿Cuánto costaría lo anterior?
Pues bien, haciendo unos números rápidos y, poniendo a dos docentes por curso (en Primaria) y un par más por cada una de las especialidades de Secundaria nos encontraríamos con un equipo de trabajo de unos 50 docentes para elaborar el material de sus cursos/materias. Sí, no he incluido a Infantil ni a la Formación Profesional por considerar que, en el primer caso lo de usar libros de texto ya clama demasiado al cielo y deberían prohibirse y, en el segundo caso, sería cuestión de ir estableciendo grupos de trabajo (también remunerados) entre las diferentes familias profesionales de grado medio (ya que la FP de grado superior ya son enseñanzas postobligatorias y su subvención debería ir por otro camino).
Vale, ya tenemos clara la cantidad de docentes que necesitamos. Por cierto, al existir lenguas cooficiales, tendríamos que disponer de un equipo de traductores para la traducción de esos materiales que se elaboraran. ¿Qué tal si ponemos un equipo de 10 traductores para ello? Sé que algunos me vais a decir que no en todas las Comunidades se imparte lo mismo ni hay el mismo currículum. Pues bien, ¿cuánto cuesta coger a alguien para que revise todos los libros y los adapte curricularmente? No hay tantos cambios salvo en la distribución entre los cursos. Y si se pueden descargar los materiales por bloques, ¿qué problema hay para engarzar el libro adaptado a cada Comunidad? Yo, personalmente, no le veo demasiados problemas al asunto.
Pues bien, el coste para la administración suponiendo que, a cada uno de los docentes encargados de la elaboración del material se les pagara un plus respecto a lo que cobrarían dando clase (va, vamos a pagarlos bien… 40.000 euros al año) y a los traductores tarifa de mercado (no vamos a ser malos contratadores y les vamos a pagar unos 35.000 euros al año) tendríamos un coste en personal para la elaboración de dichos libros de texto de 2.350.000 euros.
Supongamos que montamos una plataforma para distribuir ese material bien gestionada donde todos los padres, en caso de no querer comprar las impresiones de esos libros de texto (he mirado precios por la red y, por unos 25 euros se podría adquirir el lote completo de un alumno para todo el curso) y, que la misma nos sale por 1 millón de euros (sí, ya veis que he tirado la casa por la ventana). Una plataforma en la que los docentes puedan también adaptar el material que les viene prediseñado y que dicha adaptación pueda realizarse de forma fácil. ¡Ostras!, libros de texto personalizables al alcance de todos que, por muy poco dinero, pueden ir actualizándose curso tras curso o, incluso, a lo largo del mismo.
Pues ya veis, por unos 3,4 millones de euros ya tenemos todos los libros de texto que puedan necesitarse en nuestro país. Por cierto, ¿alguien sabe por qué no se lleva a cabo esta propuesta o alguna parecida? ¿Tan difícil es llevarlo a cabo? Yo no lo veo nada complicado. Quizás sea porque no me cabe en la cabeza que sea de otra forma.
Existía el proyecto «edad» https://proyectodescartes.org/EDAD/estructura.htm
y los materiales del CIDEAD siempre han estado a disposición de las Comunidades Autónomas. Es una pena que la falta de recursos haya impedido ir adaptándolos como módulos (esa idea se está utilizando ahora en That’s English), mejorarlos, o simplemente actualizarlos (todo lo realizado en A.Flash).
Ha habido intentos. Incluso yo, por mi asignatura, conozco excelentes materiales que se hicieron bajo licencias varias. Lamentablemente, como bien dices, son proyectos que han fenecido después de ese boom inicial. Y lo que debería planterarse es un proyecto a largo plazo.