Se desvela uno de los problemas de la educación española

Hace mucho tiempo que me pregunto por qué algunos pedagogos odian a los docentes de etapas obligatorias. No son todos. No quiero creer que sean la mayoría. Pero sí que hay varios. Más, seguramente, de los que debería. O, simplemente, deben estar todos activamente en las redes sociales. No encuentro otra explicación.

Y me pregunto qué les pasa. ¿Por qué actúan así contra todos los docentes de Infantil, Primaria o Secundaria? ¿Tendrán complejo de inferioridad? ¿Tendrán necesidad de defender o mejorar sus chiringuitos? ¿Tienen miedo a que se destape su estulticia o incapacidad? Por cierto, son curiosamente pedagogos hombres. Hombres que copan redes sociales y ocupan el espacio de las mujeres, mayoritarias en etapas obligatorias y, curiosamente, minusvaloradas en Pedagogía. Curioso. Muy curioso.

Entiendo que sea difícil defender que uno haga una tesis doctoral que puede hacer cualquiera. Yo no podría hacer una tesis doctoral de Psicología, Historia, Arquitectura, Derecho o Matemáticas entre otras, porque no sé del tema pero, sinceramente, leyendo algunas tesis doctorales de Pedagogía, me veo capaz de escribir la mayoría. Y ahí tenemos un problema. Bueno, un problemón. Un problemón que se plasma en lo que hacen en algunas asignaturas de esa carrera.

Lo sé. Que el trabajo final de una asignatura de Pedagogía sea hacer recortables y jugar con la plastilina nos debería dar una idea del problema. Especialmente cuando el profesor de esa asignatura alardea de esos trabajos. Lo sé. No se puede extrapolar y, seguramente no quería decir “sentirse orgulloso”. Lo de que todo está en Google sale incluso en la pantalla al lado de una pizarra negra hecha con cartoncillos. Es que no hay por dónde cogerlo y, sinceramente, a mí me da mucha pena el maltrato al alumnado de Pedagogía que se demuestra con estas cosas.

Entiendo que algunos pedagogos se enfaden con los que recriminamos que se hagan estas cosas en la Facultad de Pedagogía. Yo también me enfadaría si esto se hubiera hecho en mi Escuela Universitaria de Ingeniería.

Dice que “no expone aquí historias” porque dan una imagen incompleta. Sí, el mismo pedagogo que hace nada publicó lo siguiente, refiriéndose al profesorado de Secundaria.

Lo sé. Es muy duro que cuando insultas un día sí y al otro también a los docentes de etapas obligatorias, que te lo recuerden cuando vas de víctima o cuestionan ciertas cosas que suceden donde das clase. Entiendo además que el colectivo, formado por esta gente, deba defenderse mutuamente frente a la agresión. Es lo que tiene un modelo sin grietas basado en la pérdida de la individualidad a la hora de pensar y actuar. Pero, al final, todo acaba saliendo a la luz. Y lo que es un truño, sigue siendo un truño.

Deseo una pronta recuperación a los que se han visto sometidos a ponerles un espejo delante con la publicación en X. Se puede salir de ahí. Se puede intentar prestigiar una carrera universitaria sin necesidad de buscar enemigos donde no los hay. Y seamos sinceros. A mí me interesaría que funcionara una carrera que sirviera para investigar en educación, preparara al alumnado para realizar diseños educativos complejos o, simplemente, tuviera un bagaje final para el alumnado egresado que permitiera que el mismo se incorporara en puestos de decisión educativa. El problema es que haciendo dioramas y figuras en plastilina o insultando en las redes sociales no vais a conseguirlo.

Hay buena investigación educativa. No es tan difícil hacerla. Ni tan complicado reconocer que, a lo mejor hay ciertas cosas que se os han ido de las manos. Yo lo hago con mi profesión, cuestionando cada día un montón de cosas. E intentando, dentro de mis posibilidades, cambiarlas. Haced lo mismo. La educación en mayúsculas os lo agradecerá. Eso sí, a lo mejor os toca salir de ese enroque permanente en el que “son todos malos menos yo”. Se puede.

Finalmente, no me gustaría dejar algo por decir… en un par de horas estoy sentado frente a una paella. Y eso, por desgracia para vosotros, que seguramente estaréis afilando vuestras garras para intentar hacerme daño por las redes, es lo más importante para mí. Eso y compartirla con gente a la que quiero y respeto muchísimo. Al igual que con los que trabajo, he trabajado y trabajaré (o jugaré a la petanca).

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