Es imprescindible contextualizar las experiencias educativas

Hace unos días leí el siguiente tuit (ahora post) en X diciendo que los métodos de Freire para enseñar a leer a personas adultas son irrelevantes en la actualidad, debido a que se trata de una experiencia realizada en un contexto concreto bajo unas determinadas premisas ideológicas.

Fuente: https://twitter.com/greg_ashman/status/1782886439619092767

Y ello me lleva a pensar la gran cantidad de cuestiones pedagógicas que, en el presente, intentan posicionarse como estándares cuando, por desgracia, su supuesto éxito fue solo producto del contexto. O quizás, ni tan solo tuvieron éxito en su momento porque se ha creído más en la “bondad” de su aplicador que en los resultados, ignorando todo aquello que pueda cuestionar a determinados autores que, para algunos, tienen más de dioses que regalan tablas de la verdad, que de personajes situados en un contexto histórico, con una ideología concreta y con unos resultados que jamás han sido contrastados por terceros de forma independiente.

¿Es factible exportar todos los resultados de supuesto éxito a todos los centros educativos y dotarlos de validez para todo el alumnado? ¿Tiene sentido quedarse con la faceta ideológica de los personajes frente a sus resultados reales? ¿Tiene sentido optar por convertir a pedagogos o personas relacionadas con la educación en dioses infalibles?

Tengo muy claro que es necesaria mucha investigación educativa. Sé que, en ocasiones, no todo lo que se investiga ni los métodos que “mejoran” el aprendizaje van a funcionar en todo el alumnado. En ocasiones, puede haber métodos que, incluso que estén validados por las investigaciones y las evidencias, no funcionen en el aula de cuarto de Primaria o en el centro educativo “Las Golondrinas” (nombre inventado). Es que la ciencia es muy jodida. Especialmente cuando se trata de exportarla al ámbito social, plagado de individuos heterogéneos.

Pero no es malo que algo no funcione. Además, como siempre he dicho, hay un elemento que, más allá de las investigaciones, va a poder tener libertad para intentar adaptar esas teorías macro a su aula. Ese elemento son los docentes. Profesionales que deben contar con investigaciones, recursos y formación. Profesionales que van a poder adaptarse al alumnado y al contexto en el que se mueve el mismo. Y ello no implica que investigar no sea positivo. Lo es. Y mucho, ya que permite conseguir saber que hay cosas que no funcionan y otras que pueden hacerlo. Eso sí, lo harán en determinadas condiciones porque, por suerte, el aula no es un laboratorio.

Tengo muy claro que los postulados de Freire para la alfabetización (de personas adultas), tal y como he dicho en más de una ocasión, solo pueden defenderse en caso de gente que priorice la ideología frente a criterios técnicos o a la realidad de las aulas. Esto es lo que sucede con muchos autores del pasado, encumbrados por motivos que poco tienen que ver con la educación. Es por ello que conviene centrarnos en el qué y en el cómo frente al quién. El quién debería ser irrelevante salvo, claro está, en caso que intente “vender” cosas que sabemos que no tienen ningún tipo de base sólida ni tienen ninguna posibilidad de aplicarse en el aula (o, si se aplican, van a perjudicar el aprendizaje del alumnado).

No es una crítica a Freire. Es una crítica a todos aquellos que descontextualizan a Freire o intentan, sin ningún tipo de evaluación seria, convertir a alguien en un referente a seguir para un modelo de escuela que nada tiene que ver con la que se encontró y un contexto que difiere en mucho. Pero bueno, esa es la diferencia entre la ensoñación pedagógica y la realidad del aula, que debería ser un mix de evidencias, investigaciones y práctica docente.

Es imprescindible saber qué ha sucedido en educación a lo largo de la historia. Es interesante saber de muchos autores para poder, en algunas cosas aprender de ellos y, en otras, saber un poco más del contexto social en el que se movían. El problema es cuando queremos dotar de validez determinados postulados pedagógicos que no sabemos ni tan solo, más allá de los propios autores o criterios ideológicos, si funcionaron en su momento. Pero bueno, esta es mi opinión. Y puede ser, como siempre digo, totalmente diferente de la de los que os pasáis por aquí.

Al igual que el modelo de Finlandia no funcionaría en El Puerto de Sagunto (mi pueblo), también tengo claro que el modelo de Freire no tiene ningún sentido en ninguna escuela de adultos de mi país. Pero, repito, estoy abierto a que me lo cuestionéis. Eso sí, por favor, de la misma forma en la que he cuestionado yo ciertas cosas en este post y sin acudir a la pataleta ni, mucho menos, a los insultos personales.

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