Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra (Homero).
En un contexto en que LA INMENSA MAYORÍA de los políticos, de un signo y otro nos mienten, sorprende ver la cantidad ingente de bípedos, con conexiones neuronales díscolas o, simplemente inexistentes, que se aferran a justificar esas falsedades y que, son capaces de aplaudir las mismas medidas cuando las toman los suyos que criticarlas cuando las toman los otros. La ideología, al igual que las religiones, crea monstruos. Los monstruos, en ocasiones, asesinan. En otras, simplemente, hacen de tontos útiles mientras, de forma nada discreta, les dan de hostias hasta en el carnet de identidad. Sadomasoquismo en estado puro. Es lo que tiene poseer un encefalograma plano. Ser incapaces, ni tan solo de abrir el paraguas para no mojarse.
Ayer mismo nuestro presidente (sí, es el mío aunque no lo haya votado porque la democracia es así) se fue de visita al Vaticano. A pocas horas de supuestamente aprobar otro Estado de Alarma, para aumentar las restricciones y seguir tomando decisiones que implican prohibiciones porque, como ya se sabe, la culpa es de los ciudadanos que, como nos hemos portado mal, nos toca nuestra dosis de vara de avellano, va a visitar al representante de ese país. Un país en el que las mascarillas no son obligatorias y, por eso él, muy ufano siempre, posó sin ellas. A ver, ya sé que hay personas con pocas luces que van a justificar, mediante argumentos variados, lo que hace su líder. Ya lo predijeron Los Simpson, en ese capítulo en el que el líder de una secta se fugaba con toda la pasta de los “movimentarios”. Pero no pasa nada, hay mucho al que le gusta el sabor del meado. Incluso es práctica sexual reconocida.
La coprofagia también tiene sus adeptos. Cuando la Ministra de Educación, por sus ovarios, se salta el Estado de Alarma y se va a su Bilbao (donde puede ir porque le da la gana y que nadie va a impedir ir ahí), mientras dice a alguno que no debe estar en el Parlamento, cada vez estamos más cerca de la ovación ante guillotinas y pelotones de fusilamiento. No olvidemos que fusilar tiene sus adeptos. Hay algunos que si vieran a alguien sin mascarilla por la calle, después de haber disfrutado sin ella de su ginebra en la atestada terraza de un bar, procederían incluso a apretar el gatillo. Es que lo de matar enfermos, tal y como se ha hecho -y se sigue haciendo- con los ancianos de las residencias, es lo que viene después. Tiempo al tiempo. El fascismo empieza con pequeños gestos hasta ir aposentándose. El control de los medios de comunicación es una de esas fases. Leed la misma noticia en diferentes medios. Veréis su falta de parecido. Y si solo sois capaces de leer vuestros medios, tenéis un problema.
Va, es que no hay nadie que se libre de ser meado. Hasta los partidarios de Rufián, un tipo que dijo que si en unos meses no se declaraba la independencia dejaría su escaño, no ha renunciado a sus cuantiosos emolumentos. Ni tampoco ha dimitido, el condenado en firme, Echenique, diciendo los estatutos de su partido (sí, está en papel) que si alguien era condenado por “atentar contra los derechos laborales” debía dimitir ipso facto. Nada, que tampoco dimite.
Los otros tampoco se salvan porque, sinceramente, aplaudir un discurso de alguien porque ataque a los que no te caen bien, tampoco se justifica. Bueno, hay quienes aplauden discursos homófobos, racistas o sexistas. Es que cada uno puede decidir la densidad de la meada que recibe.
Bajando del nivel político, podríamos seguir con los no-expertos que dicen que la pandemia va bien y a los dos días se desboca o, simplemente aislándonos de los que donan dinero para hospitales y después piden cientos de millones de dinero público para que les financien sus negocios. O ya, si queréis, hablamos de aquellos docentes que tuitean desde un iPhone diciendo que solo debería usarse software libre, de los que usan metodologías más tradicionales que nadie y que se quejan de los profesaurios o, ya puestos, de aquellos que dicen que la escuela y la sanidad pública son las mejores pero, curiosamente, eligen escuela privada para sus hijos y sanidad privada para ellos y sus retoños. Pero, es que ya se sabe, los de Silicon Valley llevan a sus hijos a escuelas donde la tecnología es prácticamente inexistente.
Debo ser raro porque, a mí no me gusta que me meen en la cara. Y, además, me cabrea mucho cuando intentan hacerlo. Más aún que algunos quieran justificar esas meadas porque, por lo que se ve, solo son capaces de oler un tipo de meada. ¿Será un efecto secundario del coronavirus o vendrá de serie? Eso significaría que el coronavirus lleva desde nosotros desde el principio de los tiempos. Lo que pasa es que ahora suma a la parte idiota, la parte de cargarse al personal. Habría evolucionado como todo organismo vivo.
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