Los blogs han muerto. Un modelo básico de comunicación, cuyo auge se dio hace algo más de una década, está experimentando sus últimos estertores antes de su defunción. Es lógico. Es, al igual que la desaparición de la tilde en el solo, solo cuestión de tiempo en el que, salvo cuatro nostálgicos, ya queden reducidos a algo testimonial.

Las redes sociales se han convertido en el espacio de comunicación preferido por la mayoría de los ciudadanos. Es mucho más cómodo dar retuit a una frase de alguien, un me gusta a una publicación muy corta en Facebook, corazoncitos a alguna imagen subida a Instagram o un comentario diciendo una frase con seis faltas de ortografía en un directo en Twitch. TikTok, por ejemplo, es la web más accedida a lo largo de este 2021. No ha sido Google. Ha sido TikTok. Y esto es indicativo de muchas cosas.

Las noticias más compartidas de los medios son el rescate de un perro, el pelo de Jorge Javier o las disertaciones acerca de la pandemia o del volcán de insignes tertulianos. Esto es así. No interesa profundizar en las noticias. Si ya no interesa la profundidad en las noticias, salvo para confirmar que los medios controlados por personas afines a tu ideología dicen lo que tú quieres oír, imaginaos el interés que tiene un blog, escrito por un aficionado juntaletras que dice un día que es vegano y al siguiente defiende las hamburguesas del McDonald’s. Pues eso.

Además los podcast también están aumentando de oyentes. Escuchar algo de fondo siempre es mucho más sencillo que leer. Lo extraño es que los audiolibros todavía no se hayan hecho con todo el mercado. Pero bueno, tan solo es cuestión de darle tiempo. Seguro que, al igual que una primera incursión de las tabletas fue un fracaso, seguro que sale alguna empresa que sabe volver a vender el producto y darle un lavado de cara.

No pasa nada. Hoy los blogs no los leen ni los suscriptores del blog. Más de uno creo que está o estamos suscritos a los blogs por la pereza de darnos de baja de la suscripción a los mismos. Lo importante hoy es la inmediatez y un blog no permite una comunicación dinámica y síncrona. Y los comentarios son cada vez menos. No, tener un blog salvo como reliquia o cariño que le tienes al modelo no tiene mayor recorrido. Menos aún en un contexto en el que interesa que algo se haga viral. Cuánto daño ha hecho el concepto de viralidad. Cuánto daño ha hecho medir la importancia de alguien o lo que dice en función de los seguidores que alguien tenga en las redes sociales. Cuánto daño ha hecho el modelo de influencers.

Pero bueno, la sociedad evoluciona. La comunicación, también. Y no por ello debemos pensar en lo que hemos perdido. Debemos pensar en si nos compensa, más allá de lo que podamos sacar de algo, seguir manteniendo un blog o, en función de los intereses de uno, saltar a otros medios de comunicación más ligeros pero con otras estrategias de comunicación.

Los blogs han muerto… ¡y no pasa nada! Han sido sustituidos, al igual que van a ser sustituidos en un futuro los nuevos medios de comunicación. A esto se le denomina evolución. Espero que, como mínimo, al igual que ha vuelto la moda de los pantalones de pitillo, también vuelvan en algún momento. Yo seguiré disfrutando de escribir para mí. Y no sabéis lo bien que me lo paso haciéndolo.


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