Hoy me he puesto a bucear, de forma muy rápida, en las cuentas de Twitter de algunos docentes y en algunos grupos de Facebook y, por desgracia, sigo sin salir de mi asombro cuando veo que, al final, solo hay dos temas de conversación: los que giran en torno al coronavirus y los que, de una manera surrealista, hablan de metodologías fantásticas que, por lo visto, van a conseguir doblegar al «bicho». No sé si a alguien le suena lo de la curva doblegada y la falta de nociones estadísticas de algunos. Supongo que la memoria, por suerte, no se agota a unos meses en los que ya se vivió ciertas cosas en el ámbito educativo. Bueno, al menos a mí no se me agota y, si se me agotara, tengo las hemerotecas digitales muy a mano. Como cualquiera.

A pocos días de «empezar» el raro curso escolar que nos espera, ¿es necesario seguir disertando acerca de ombligos de abuelas o de manás maravillosos? ¿De verdad es necesario complicar la educación hasta el infinito con debates que, al final, tienen mucho que ver con cosas que, lamento informar, no tienen ningún valor en el momento actual? Es que no entiendo que hacen algunos hablando de bilingüismo, flipped classroom, ABP o mindfulness cuando, al final, lo importante es hacerlo todo lo más sencillo posible para que el alumnado, que ya lastra muchos meses de desaguisados, pueda aprender alguna cosa. A ver, que por cinco o seis meses que se pierdan clase no pasa nada, pero lo que no puede ser es perder otro curso entero. Y las burbujeantes burbujas no son la solución. Ni los cursos de coaching, ni el meter el ciruelo por un agujero de un ladrillo. Hay cosas que no se solucionan con fábulas pedagógicas ni acudiendo al gurú A, B, C o cascabelé.

Ya sé que soy mucho de pedir y, desgraciadamente, menos de dar últimamente de lo que me gustaría pero, por favor, os pido a todos los docentes que os centréis en lo importante. Y lo importante a estas alturas del apocalipsis no es si vamos a usar un método chachi, vamos a convertirnos en Montessori School o, simplemente, si vamos a crear tropocientos vídeos (¡ojo!, que cada uno haga lo que quiera, faltaría más). Lo importante a estas alturas es diseñar un aprendizaje muy básico pero muy eficaz, basado en lo que ya sabemos que funciona (o que no funciona al 100% pero funciona algo). Los experimentos, si habitualmente ya deben hacerse con gaseosa, ahora aún con más motivo.

Ahora hay cosas que no tocan. No tocan debates pedagógicos. No tocan debates de iluminati (bueno, en este caso iluminados de la vida). No tocan disertaciones ni palabras huecas que, quizás queden muy bien cara a la galería pero naufragan más allá de los acólitos. Toca centrarse en qué vamos a hacer para sacar este curso adelante. Toca centrarse en sacar al máximo de alumnado y conseguir que pasen de una situación de aprendizaje a otro. Toca que aprendan. Con mucho sentido común, sin aspavientos y mucho menos bonito de lo que algunos intentan seguir «vendiendo». Toca ser más pasivo en las redes sociales y más activo fuera de ellas. Toca volver a modelar arcilla y a enseñar a moldearla. Toca ser serios. Muy serios.

No me hagáis mucho caso que, seguro todo lo que hacéis en vuestras aulas, con esas fotos maravillosas que vais a empezar a colgar con vuestro alumnado con mascarilla o, simplemente, haciendo la actividad «X», para la que os habéis pasado todo agosto sin salir y que habéis compartido altruistamente por internet, va a mejorar la educación. Además, alardear mola. Y a algunos les va bien para obviar una realidad que, tristemente, se empeña en ser la que es. Mucha suerte en la realidad pero, ¿en serio es necesario actuar en las redes solo creando pánico o hablando de pedagogía sexy? Ya habrá su momento. Seguro que lo habrá y espero que mucho antes de lo que creemos.

Creo que tomé una gran decisión en su momento de aislarme del ruido educativo de Twitter (cerrando una antigua cuenta y abriendo otra) porque, el ruido no para de crecer mientras que el sonido que debería sonar se mantiene, sonando entre alegría y tristeza, en la educación real. No es malo hablar de educación en las redes sociales y los medios. Lo cuestionable es hacerlo solo de una cierta forma.


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