No es necesario comprar en bloque ningún planteamiento educativo

Ayer, en una de las interacciones que recibo en la página de Facebook donde republico los artículos de este blog, alguien me dijo que no era ni fan de A ni de B. Dos planteamientos educativos que consideraba excluyentes y que, según él, no le representaban ni representaban su idea acerca de cómo debería ser la educación. Y la verdad es que le entiendo. Entiendo que, en un mundo donde prima la necesidad de inmediatez y la necesidad impuesta por el contexto de comprar todo de alguien (léase persona, partido político, asociación, etc.) se haga muy difícil tener un planteamiento propio. No solo sucede en el ámbito educativo pero, como ya sabéis, en este blog barro mucho hacia casa y, seamos sinceros, me gusta hablar de cosas que conozco un poco.

Yo soy cada vez más de grises y de hacerme, con varios inputs, unos planteamientos educativos personales e intransferibles. Creo que no hay planteamientos globales excluyentes. Hay planteamientos que deben ser analizados de forma individual y no comprarlos en su conjunto. Hay cosas interesantes dentro de las que decía Ken Robinson. Hay cosas interesantes dentro de las que dice Inger Enkvist. Y hay, en ambos casos, cosas que no pueden comprarse a poco de que alguien lea un poco de investigación educativa o, simplemente, aplique algo de sentido común u observe, en caso de ser docente de aula en activo, en su aula. No pasa nada. No es malo no verte obligado a comprar todo el tocino si solo te interesa el jamón.

Lo que pasa es que el planteamiento de no comprar globalmente planteamientos educativos tiene un problema: el de la soledad y el aislamiento pedagógico. Esto de no poderte sumar a un carro con “los tuyos” hace que, por desgracia, obligue a hacer el camino de forma mucho más ardua. No es lo mismo salir con amigos de fiesta que salir solo. La educación y la compra de postulados únicos es muy parecido a lo anterior. Se ha vendido la necesidad de potenciar la globalidad frente a la individualidad pero, al igual que tenemos que personalizar el aprendizaje del alumnado, deberíamos aprender a tener una opinión propia. No la opinión de A. No la opinión de B. Es coger qué nos interesa de cada uno, intentar ahondar en eso que hemos cogido y, si vemos, conforme pasa el tiempo, que no nos sirve o nos llena, proceder a ir a coger cosas de C, D o cualquier otra letra o combinación que se nos ocurra.

En el ámbito educativo está todo inventado. Lo único que está variando es el invento de determinados conceptos o el intentar dar, por parte de algunos, una pátina de novedad a algo que ya es muy caduco y que ya fue un fiasco en su momento. No hay gurús de la educación. No hay teóricos imprescindibles. No hay ningún autor, salvo por su relevancia histórica, que tenga la varita mágica ni que tenga un planteamiento educativo que sirva para todos los contextos en los que nos podemos encontrar.

Conviene escoger. Conviene tomar decisiones. Conviene hacernos con nuestros propios planteamientos educativos al margen de lo que nos vendan desde determinadas organizaciones o mediante determinados personajes. Esto es lo que nos hará mejores profesionales: el elegir, confrontar, analizar y escoger. Cosas que jamás han de hacerse en bloque porque, como ya os he repetido en más de una ocasión, escoger algo en bloque solo nos lleva a desprofesionalizarnos o, simplemente, a cometer errores de praxis porque estamos aceptando, de forma acrítica, que lo que dice A es verdad. Y es todo mucho más complicado. Muchísimo más.

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2 comentarios

  1. Cuánta razón tienes, madre mía. Y es taaan lógico. Hay grupos con los que trabajar por proyectos puede ser genial: por edad, por cómo es tu materia, por configuración del grupo… Otros que funcionarían mejor de otra manera… Pero, como comentas, parece que, si no estás en una trinchera, no sabemos tirar. Supongo que es por sentirnos reforzados tanto en los argumentos como por gente detrás que diga lo mismo que nosotros. Y, desgraciadamente, más de lo segundo que de lo primero.
    Por cierto, que creo que un sistema mediante el cual los docentes pasaran periódicamente por las clases de otros docentes sería súper instructivo. Y te daría ideas (a mí, que no soy muy imaginativo, me resultaría genial). Y, en la práctica,¡hace falta nada y menos para implementarlo!
    Un saludo y agradezco infinitamente tu blog. No porque digas muchas cosas con las que estoy de acuerdo, sino por cómo argumentas y te apoyas en ciencia. Ojalá cundiera el ejemplo. Por cierto, la entrada sobre el estudio en Estados Unidos durante 10 años y con 700.000 alumnos me pareció increíble. Lo triste, que nuestra ley educativa sea lo más parecida, creo yo, al que peores resultados obtuvo. Y lo miré antes de fijarme en la gráfica, para no estar mediatizado

    1. El hacer “intercambio” de aulas o, en lugar de hacer tanto Erasmus para conocer cómo funciona el sistema educativo finlandés, sería mucho mejor ver qué sucede en otros centros de nuestro país. Pero no viste tan bien como hacerse una foto en Finlandia, en un aula finlandesa y con niños finlandeses.

      Muchas gracias por tus palabras. Intento, siempre que puedo (no puedo siempre porque, escribir a diario, en ocasiones no me da para florituras bibliográficas) fundamentar todo lo que escribo. Y si no lo hago en el propio artículo, añado esas referencias en los comentarios o interacciones en las redes sociales.

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