La falacia del apelo emocional en el ámbito educativo
En el día de ayer se publicó una carta, apelando a las emociones de los lectores, por parte del presidente del Gobierno. Como siempre sucede, hay cosas que desencadenan mi vena creativa y, en este caso, esa carta me sirve para poner sobre el tapete una cuestión que me preocupa (no solo) en el ámbito educativo.
Se supone que el ámbito educativo, especialmente las aulas y los lugares donde se realiza el contacto entre la oferta de conocimientos y la posibilidad de recogerse los mismos (¡lo sé, a algunos les chirría lo que estoy diciendo), se erigen como bastiones de la razón y del análisis crítico. Sin embargo, en la práctica, a menudo nos encontramos con una tendencia preocupante: el discurso del apelo emocional frente a la argumentación basada en la investigación y la evidencia. Un fenómeno, conocido como la falacia del apelo emocional.
Las emociones son innegablemente poderosas, al igual que también lo es el conocimiento. Estas emociones pueden inspirar y motivar a docentes y alumnos más allá de elementos lógicos. Contar historias emotivas y anécdotas pueden establecer lazos entre docentes y alumnos y provocar, como resultado, que las clases sean más atractivas y memorables. Pero, ¿qué pasa cuando estas tácticas se usan para influir en el pensamiento crítico o para persuadir de algo sin ninguna base sólida? Pues que se convierte en una falacia. En un timo. En un acto de mercadotecnia y venta de humo. Algo que, como bien sabéis, tiene a grandísimos defensores en los púlpitos (analógicos o digitales) en los que algunos os intentan vender o convencer de ciertas cosas.
Es muy fácil vender emociones. Es muy fácil intentar hacer que las personas, especialmente en el caso de los que quieren mejorar su praxis educativa, caigan en las mismas. El problema es que esas emociones, en muchas ocasiones, llevan a la desinformación y a dar por hecho que ciertas opiniones son válidas por el hecho de estar basadas en sentimientos. Algo muy peligroso en temas que requieren de una comprensión profunda y basada en la evidencia, tal y como son las diferentes ramas del saber. Es que se puede llevar a creer algo, no porque sea verdadero, sino porque se sienta verdadero. Y eso, como comprenderéis, tiene sus problemas.
En el ámbito educativo (bueno, no solo en él) deberíamos centrarnos en razonar de manera efectiva. Deberíamos buscar evidencias, evaluar fuentes y construir argumentos lógicos. La razón, no solo proporciona una base más sólida para el aprendizaje. Proporciona herramientas para que nuestro alumnado pueda enfrentarme mejor a los desafíos con los que se va a encontrar al salir del aula.
¿Estoy diciendo con lo anterior que debemos despreciar o quitar las emociones de las aulas? No. Estoy diciendo que debemos reconocer su lugar y su función. Pueden ser puntos de partida para incentivar la curiosidad pero no deben ser consideradas como un fin. Centrarse en una visión emocional o socioafectiva es empobrecer la educación. Es empobrecer el aprendizaje que recibe nuestro alumnado. Es, al fin y al cabo, hurtarles su futuro.
La falacia del apelo emocional en la educación es un obstáculo para el desarrollo del pensamiento crítico y la alfabetización científica. Es esencial que los docentes y alumnos reconozcan y superen esta tendencia, abrazando un enfoque más equilibrado que honre tanto la emoción como la razón. Solo así podremos asegurar una educación que verdaderamente les empodere y fomente una sociedad informada y reflexiva.
Gracias A. por esos minutos de café. Unos minutos sin los cuales no podría haber escrito esto ya que, al final, no hay nada mejor que haya gente que sabe de ciertas cosas que te las resuma y tú puedas entenderlas. Y gracias, cómo no, al presidente y a su carta por provocar que saliera este tema en el café.
También tenéis la posibilidad descargaros mis libros en formato digital a partir de cero euros desde aquí. Y recordad que suscribirse al canal de WhatsApp no implica compartir vuestro número de teléfono. Solo implica que vais a poder recibir y consultar todos los artículos que publico en este blog por ahí.
