Introducir el ajedrez en el aula, ¿mejora las habilidades matemáticas del alumnado?

Empecé a jugar a ajedrez con cinco años. Empecé a “competir” (más bien, participar en competiciones) con unos siete. Devoraba libros de ajedrez. Practicaba horas con un tablero y haciendo diferentes aperturas, reproduciendo ciertas partidas históricas e, incluso, yendo a entrenar al club de ajedrez. Me federé. Competí oficialmente. Subí de categoría. Y, de repente, a los diecisiete años dejé de jugar. ¿Por qué? Pues no lo sé. Porque había otras cosas que reclamaban mi atención los fines de semana. Porque me cansé. No creo que hubiera un motivo único.

Hace unos años retomé el gusanillo de jugar, ahora en versión online aunque tengo ganas de apuntarme al club de mi pueblo, después de esas semanas culturales que se montan en los centros educativos en las que, casi siempre, hay un torneo de ajedrez. Se pierde mucho sin jugar, pero conseguí hacer un buen papel. Porque, aunque algunos quieran vender lo contrario, más allá del fair play, a todo el mundo nos gusta ganar. Y también perdemos. Muchas más veces, especialmente en determinados juegos, de las que ganamos. Aprendemos de ello. Del ganar y del perder.

Pero a lo que iba… al ser un ex jugador de ajedrez, yo siempre había sabido, por experiencia personal, que la propuesta de introducirlo como materia curricular en los centros educativos, era irrelevante para el aprendizaje del alumnado. He jugado con jugadores buenísimos que eran muy malos académicamente. Solo les interesaba el ajedrez y, ahora alguno de ellos que trabaja dando clases de ello, me reconoce que alrededor del ajedrez se han montado muchos mitos. Que es un deporte fantástico para los chavales pero que, más allá de estrategias, saber concentrarse puntualmente en la partida o, simplemente, poder ir sintiendo el gusanillo con los premios (el elo) que van obteniendo, no deja de tener el mismo valor académico que hacer cualquier otro deporte. O incluso, yendo más lejos, ir a competiciones de juegos on-line.

Pues bien, ahora se empiezan a conocer determinadas investigaciones que hablan de que todo lo que algunos creen acerca de que el ajedrez mejora las habilidades matemáticas es falso.

Jugar a ajedrez, según uno de los últimos estudios más importantes conocidos sobre el tema (enlace), en el que se introdujo en Primaria una materia curricular de 30 horas de ajedrez en sustitución de otra de las que podían realizarse, dice que, al igual que otros estudios previos que se enlazan dentro del mismo, es irrelevante la mejora en habilidades matemáticas del alumnado. Esta investigación se realizó en 100 centros educativos. Algo que implica que es un tamaño muestral relevante para la extracción de conclusiones.

Sí, también se hizo el análisis en función de si el alumnado era “free school meal” (provenientes de niveles socioeconómicos bajos) y si había alguna diferencia respecto a los que no lo eran. Pues no, tampoco hubo diferencias. En ambos casos los resultados académicos en habilidades matemáticas y resolución de problemas, después de la intervención, fueron los mismos: irrelevantes.

Pensad también que se trata de una investigación realizada entre 2011 y 2015, publicada en 2016. Por tanto no estamos hablando de una investigación que arroje un resultado de foto finish. Arroja los resultados obtenidos después de cinco años de investigación.

Esta investigación se añade a varios mitos acerca del ajedrez. Entre ellos, los más conocidos son el tema de que practicar ajedrez está relacionado con una elevada inteligencia o que, en caso de practicarlo, mejora la inteligencia general de los que lo practiquen.

Así pues, aunque nos encante a algunos el ajedrez, su introducción en el aula tiene su coste de oportunidad (en esas horas de ajedrez no se hacen otras cosas) y, por desgracia, no mejora ninguna habilidad en el alumnado. Salvo las que tienen que ver con el aprendizaje del mismo. Una pena.

Seguro que alguno dirá que es imprescindible ofrecer una materia de ajedrez. El problema es que su petición no va acompañada de lo que dice, al menos por ahora, la ciencia. Una ciencia que a algunos solo les sirve cuando dice lo que quieren oír. Yo quería oír, en este caso, que el ajedrez era maravilloso para ayudar a nuestro alumnado porque me encanta el juego. Pero va a ser que no.

Espero que os resulten de interés este tipo de artículos. Eso sí, como siempre os digo, leed la investigación que os adjunto y algunas de las que menciona porque, al final, acudir a la fuente primigenia es siempre lo mejor. Y otra cuestión no menor: intentad no fiaros de ninguna investigación en la que los que la realizan sean los mismos que pretenden vender o introducir algo en las aulas.

Bibliografía

Jerrim, J., Macmillan, L., Micklewright, J., Sawtell, M., & Wiggins, M. (Eds.). (2016). Chess in Schools: Evaluation Report and Executive Summary. https://eric.ed.gov/?id=ED581100

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4 comentarios

  1. Hola. Más o menos he hecho lo mismo con el ajedrez, aunque he seguido siendo socio del club de mi pueblo (y ahora estoy casi en el cuadro de honor). Coincido en la cuestión matemática, porque lo he pensado siempre, pero, en cambio, considero que el ajedrez ayuda a la concentración, a determinar el concepto de objetivo y a aprovechar los recursos disponibles para conseguir el fin que pretendemos, todo lo cual sí puede ser utilizado en las materias docentes o en la vida en general.

    1. Hola Mario, en referencia a la concentración también empiezan a existir evidencias que dicen que el ajedrez, introducido en las aulas de forma curricular, no mejora esa concentración que tanto se habla. Pero, lo que es realmente importante es la cuestión del “coste de oportunidad”. ¿Qué sacrificamos para impartir ajedrez? ¿Es lógico sacrificar Matemáticas, Lengua, Música o Educación Física para poner horas de ajedrez? Pues eso es para lo que sirven las investigaciones… para tomar las mejores medidas a nivel educativo. Un saludo.

  2. Esto tiene que ver con uno de los pocos datos útiles que aprendí en la carrera…la Teoría de la transferencia en psicología educativa, que dice algo así como que la transferencia entre distintos campos o dominios es tremendamente difícil que se produzca. Un ingeniero industrial experto en termodinámica no tiene por qué saber arreglar un coche, es más, no tiene por qué serle más fácil aprender a arreglarlo que a otro que no es ingeniero. Si quieres aprender matemáticas, tienes que aprender y practicar matemáticas. Si quieres aprender a escribir, tienes que escribir, no hay otra, si quieres hablar inglés, tienes que hablar inglés y de poco servirán todas las horas que eches estudiando vocabulario o gramática.
    Al parecer, para que se produzca la transferencia de conocimientos debe haber una intencionalidad consciente de búsqueda de similitudes para intentar conectar ambos campos, algo que no está exento de esfuerzo, tiempo y trabajo extra.
    Siempre que viene una nueva moda diciendo que no sé qué cosa es buena para no sé qué asignatura, se me encienden las antenitas de la desconfianza.

    1. Das en el clavo. La transferencia cognitiva solo se da cuando hay intencionalidad consciente en su realización. Y, cómo bien dices, no está alejado del esfuerzo. Un esfuerzo mayor en el caso del ajedrez que aprender, por ejemplo, matemáticas aprendiendo matemáticas. Por eso y por otros motivos estos resultados de las investigaciones. Muchísimas gracias por tu comentario.

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