Debo reconocer que me sorprende el interés, por parte de algunos (curiosamente con los que tienen más poder económico, mediático y político), de realizar determinados cambios en educación. Hay dos cuestiones que, en los últimos tiempos son recurrentes, especialmente en una Comunidad que, desde la irrupción de determinados vendetruños y su panda de colaboracionistas, ha ido de capa caída en sus resultados educativos. Y ello a pesar del interés de algunos, tildados como escoria por parte de todos aquellos que, curiosamente, no salven ni hilvanar un discurso en condiciones ni, curiosamente, ven nada más allá de Sálvame. Ser docente, como he dicho en más de una ocasión, no te hace más culto ni más listo. Es que, al final, todo depende de las ganas de leer que tenga uno.
Resulta curioso que los que precisamente abogan por hacerlo todo más competencial, acuden al mantra de las competencias y piden cambiar a gritos todo lo que sea sinónimo de cultura y esfuerzo, sean los que llevan a sus hijos a centros educativos «muy tradicionales». Siempre me ha sorprendido ver en los últimos tiempos algunos rebuznos hablando de vomitar contenidos por parte de docentes que, conociéndolas en algunos casos, llevan a sus hijos a centros educativos donde la fama se gana por la exigencia, la memorización y la realización de múltiples exámenes para, curiosamente, sacar los mejores resultados en esas pruebas que tanto detestan. Es que lo de pedir algo para los otros pero a mí que me dejen con mis privilegios (en este caso con los privilegios para mis hijos) es algo demasiado habitual.
Me suena tanto a aquellos que defienden a los vecinos de determinados barrios y después van huyendo de ellos… Volviendo a la educación, seguramente habrá alguien que se crea ese discurso que, al final, lo único que pretende es tener una sociedad que menos cuestione las cosas. Reconozcámoslo, las estrategias educativas tienen, en más ocasiones de las que debieran, intereses muy poco educativos. Controlar y gestionar la educación de los pobres, los que lamentablemente no tienen ayuda en casa y la necesidad de establecer modelos educativos diferenciados, siempre ha sido el sueño húmedo de todo dictador. Y ahora, lamentablemente -y más en algunas Comunidades- la educación y el hacer un modelo que permita segregar se ha convertido en el sueño húmedo de algunos. Todo ello vendido, claro está, bajo una campaña de mercadotecnia brutal. Una campaña que, impulsada habitualmente por cuatro economistas, un par de docentes muy poco leídos o con muchas ganas de encubrir sus múltiples carencias, escudándose siempre bajo argumentos de izquierda cobarde, acaba hundiendo poco a poco las posibilidades del alumnado «normal». Sus decisiones no van a afectar al buen o al mal estudiante. Ni al que tenga necesidades educativas especiales. Sus decisiones afectarán a ese estudiante que antaño, saliendo de familias con pocos recursos, ha conseguido vivir mejor que sus padres. Algo que no les interesa.
Ahora en Cataluña hay dos campañas descaradas, orquestadas por los que todos sabemos, curiosamente escondidos bajo una ideología de la izquierda naíf, que abogan por lo anterior. Y apoyados, curiosamente, por entidades económicas que, precisamente de izquierda tienen poco. Normal que algunos acaben votando con una pinza en la nariz a determinados partidos políticos al ver qué están haciendo los suyos en algunos ámbitos. Especialmente en el educativo es sangrante.
Va, os dejo con las dos noticias que me han servido de inspiración a este artículo:
- La administración catalana dice que la Selectividad debe cambiarse para hacerla más competencial (fuente).
- Abrir las escuelas de 0 a 3 años para luchar contra las desigualdades económicas (fuente).
La primera noticia queda claro que es un interés por la administración educativa catalana para encubrir el desastre educativo que se ha hecho permitiendo que determinados actores de determinadas organizaciones entraran, como elefantes por cacharrería, en los centros educativos y «coaccionaran» a los docentes que no estaban por la labor de sumarse a su destrozo. Y la segunda, cuando todos los países avanzados están abogando por aumentar las bajas por maternidad y paternidad, no es una manera de beneficiar a los progenitores ni a los retoños de los mismos. Es una manera de beneficiar a las empresas permitiendo, de forma muy clara, la reincorporación al mercado laboral. Vamos a ser sinceros… ¿qué madre o padre prefiere llevar a sus hijos a la escuela antes que poderles cuidar? Ya os lo digo yo. Curiosamente, las madres y los padres que no trabajan. Y no olvidemos que potenciar esas escuelas, normalmente privadas o concertadas, es beneficio para determinadas empresas.
Por cierto, este post no es un alegato para no reformular la Selectividad ni el currículum. Es un alegato para hacerlo en una determinada dirección, mediante un proyecto realizado por profesionales solventes, pensando en la mayoría del alumnado y dejándonos de frases, que se venden muy bien, pero que son tan falsas como decir que en Selectividad hay suficiente con empollar. O los que piensan lo anterior no han dado nunca clase o, simplemente, han manipulado tanto su visión de la realidad que son incapaces de verla. Ojo y repito, es necesario reformular y rediseñar todo el sistema educativo. Eso sí, tengo muchas discrepancias con el modelo que se está mediatizando acerca de cómo hacerlo.
Tal como escribió magistralmente José Almeida en un fantástico post: «hoy día peleamos contra un mismo enemigo: ese asfixiante discurso pedagógico mediáticamente institucionalizado que pretende diluir la importancia intelectual de la Escuela y que se promociona socialmente como progresista, cuando su germen ideológico es un cínico neoliberalismo tan superficialmente victimista como profunda y repugnantemente elitista».
Finalmente deciros que resulta curioso que docentes que conozco de hace años, con nulo interés por defender ciertas prácticas o modelos educativos, al igual que me está pasando en los últimos tiempos a mí, estemos defendiendo cosas que, sabemos deberían cambiarse y establecer un plan para hacerlo a medio plazo. Pero es que, sinceramente, la alternativa que nos están vendiendo es muchísimo peor. No para nosotros ni para nuestras hijas e hijos (a los que, por suerte, podremos ayudar a paliar el despropósito). Para una amplísima parte de la sociedad sin recursos que va a verse inmersa (ella y sus retoños) en un modelo totalmente perverso, basado cada vez en poner más techos de cristal y potenciar el modelo de obediencia ciega. Sin conocimientos no hay espíritu crítico. Es que es de cajón.
Actualización
Como siempre hay alguien que se cae del guindo en ciertas cosas, voy a poneros un ejemplo para que se entienda todo un poco mejor. Estos días se está haciendo un foro acerca del cambio del currículum por parte del Ministerio de Educación y FP. Viendo el programa hay tres cosas que deberían chirriarnos a todos. Especialmente a los que conocemos por las redes (incluso a uno en presencial por unos pocos segundos) a determinadas personas. Y son los tres conductores de los foros: Fernando Trujillo, Óscar Martín Centeno y Susanna Soler Sabanés. El primero muy conocido porque no hay sarao educativo al que no asista. El segundo relacionado con Ashoka al ser director de un centro tutelado por esa organización (podéis investigar los intereses de esa asociación y sus emprendedores sociales -saltan todas las alarmas-) y, la tercera, mediatizada hasta el infinito con una campaña de la Fundació Bofill, muy relacionada con Escola Nova 21 y una de las tres impulsoras de «Canviem el Batxillerat«. Si a alguien esta suma de dos más dos no le da cuatro es que tiene un problema. 😉
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