Aprovecho la publicación de la Resolución de mi Conselleria (enlace) para modificar, a día 31 de agosto, todo el horario de todos los centros educativos de Secundaria, para abrir un melón interesante: el del horario del profesorado. Y no, en este post no me voy a centrar en la barbaridad que supone obligar a todos los centros educativos el horario de su profesorado a estas alturas, ni a los barros de los que provienen estos lodos. Ya me posicioné abiertamente en contra de la imposición de los ámbitos por el anterior gobierno y por la resolución que aplicaba, de forma muy chapucera, la sentencia a la que estaban obligados. Supongo, por cierto, que también os queda clara mi opinión acerca de cambios de este calado a estas alturas.
Por tanto, permitidme reflexionar acerca del horario del profesorado y de mi afirmación de que no deberían ser los centros educativos quienes hicieran el horario de sus docentes. Yo he hecho horarios y me parece, al menos a mí, un trabajo que no debería de haber hecho. Bueno, otro día abriré el melón de que un docente, como Secretario, sea el encargado de la documentación del centro cuando, lo más lógico, sería que la contabilidad y la mayoría de sus tareas, fueran llevadas por profesionales de ello (administrativos). Lo sé. Hay muchas tareas que, por desgracia, acaban en manos de los docentes que, por desgracia, están muy lejos de lo que debería ser su trabajo. Otra que seguramente os suena es la función de arreglar cacharros de los coordinadores TIC. O la de montar mesas y sillas, o determinados talleres en los centros educativos.
Pero vamos a lo que os quería decir en este artículo ya que, como siempre sucede cuando me pongo a escribir, me acabo yendo por las ramas.
Los equipos directivos no deberían hacer el horario de su profesorado. Los horarios de los profesores deberían venir hechos desde la propia administración educativa. Una administración educativa que debería diseñar, según evidencias e investigaciones, la distribución horaria de los diferentes cursos y, en función de esos criterios, proceder a asignar horarios que se enviarían a los centros educativos para que los repartieran entre su profesorado. Eso sí, con la libertad que debería darse a los equipos directivos (que son quienes mejor conocen a sus docentes) para que repartieran esos horarios entre su plantilla en función de los perfiles profesionales de cada uno de sus compañeros. Una distribución que debería ser revisada por inspección educativa para que no hubiera ningún trato de favor porque todos sabemos que, por desgracia, a la hora de elegir horarios pesan mucho las circunstancias personales. Y hay compañeros que pueden necesitar entrar más tarde o salir antes. Sí, vamos a decirlo claramente… miramos qué horario se nos acomoda mejor, más allá en ocasiones de elegir lo que podríamos dar mejor. Algo que no implica que lo hagamos mal. Ni mucho menos.
Si la administración hace los horarios matamos dos pájaros de un tiro: liberamos de una presión brutal a los equipos directivos y hacemos desaparecer muchas fricciones iniciales en los centros educativos a la hora de elegir grupos y materias. Hablo de Secundaria que es lo que más conozco, pero estoy convencido de que en Primaria pasa tres cuartos de lo mismo. Yendo más lejos, creo que la administración debería repartir determinados grupos entre los docentes con más experiencia y que ya deberían venir «nominalmente» la ocupación de determinados cargos y reducciones. Y eso es algo para lo que existe inspección. Para lo que podría existir porque, ahora lo único que (supuestamente) hace es revisar horarios hechos. Lo que tendría que hacer es pisar más los centros que tienen asignados (no lo hacen porque son pocos y, en ocasiones, no les da la vida) y, con los datos de los centros, realizar esos horarios para enviarlos en septiembre. Incluso, desde la propia administración, deberían aparecer ya a día uno de septiembre en las diferentes plataformas informáticas, todo el horario del profesorado que depende de esa administración.
Seguro que ahora diréis que la administración no puede hacerlo porque no conoce los espacios de los centros. Si no conoce los espacios disponibles en los centros que gestiona, tenemos un problema. Si es incapaz de saber cuántas aulas tienen sus centros educativos, cuántos laboratorios, sus dimensiones y la capacidad de alumnado, etc. tenemos un problema muy importante. Lo sé, lo tenemos. Si en ocasiones no tienen ni idea de dónde tienen trabajando a su profesorado, imaginaos el desconocimiento a nivel de infraestructuras de sus centros.
Y otro tema que también influye en esos horarios es qué materias optativas van a darse. Pues eso es muy sencillo de solucionar. Reunión a finales de junio o julio con los equipos directivos y aprobación por parte de inspección de las propuestas de cada centro. Así pues, que nadie diga que no se tendría todo preparado para poder hacer horarios.
Lo sé. Los horarios generados por la administración saldrían posiblemente peor que los realizados, con más cariño, por parte de los equipos directivos de los centros (digo equipos directivos porque, en ocasiones el que lo hace no es la persona que ostenta la jefatura de estudios; es el más hábil con el programa de gestión de horarios) pero, sinceramente, yo creo que ese cariño en ocasiones es contraproducente con un diseño beneficioso para el alumnado.
Sé que he abierto un melón muy importante. Sé que hay cosas de las que está mal hablar, pero creo que debemos abrir todos los temas educativos (no debería haber ningún tema tabú). Y deberíamos hacerlo al margen de intereses personales porque, al final, hay cuestiones que pueden redundar en el bien del alumnado. Entre ellas la gestión profesional de horarios docentes.
Un detalle que no me gustaría dejarme en el tintero… esta propuesta, con la antigüedad que tengo como docente, seguramente me acabaría perjudicando en mi horario pero, ¿sabéis qué? Mis condiciones laborales, las que voy a defender a muerte, incluyen un número de horas semanales de trabajo, unos meses de vacaciones y una nómina que, al menos a mi entender, creo que debería (no solo para mí) incrementarse. Bueno, eso y unas condiciones adecuadas de trabajo en mi centro educativo, con equipamiento suficiente y que permitiera dar clase sin tener que pensar en las gotas de sudor que se me bajan por la rabadilla en determinadas épocas del año. O en esas gotas de sudor o en esos calzoncillos dobles de felpa que se deben llevar en determinados centros educativos en los que no funciona la calefacción en esos lugares con meses duros de invierno. No incluyen entrar tarde los lunes ni salir pronto los viernes.
También podría abrirse otro debate, de forma paralela, a lo anterior. ¿Os imagináis que dispusiéramos de espacios de trabajo en los centros educativos y TODO nuestro horario (lectivo y no lectivo) se hiciera en nuestro centro educativo sin llevarnos nada a casa? Lo sé, no funcionaría porque, aunque la gente no se lo crea, la inmensa mayoría del profesorado trabajamos a lo largo del curso más de las 37,5 horas semanales.
Aprovecho para reclamar, como hago siempre, una reducción de ratios. Al final, haga quien haga el horario, si tienes Bachilleratos que van a casi cuarenta alumnos, grupos de ESO con casi treinta, clases de Infantil con veinticinco o de Primaria con clases que empiezan con veinticuatro y acaban con treinta y dos, da igual cómo se distribuya su horario y el horario del profesorado que les da clase. Es que es de cajón.
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Quizá la administración sería más objetiva a la hora de repartir la carga docente, loa grupos y los horarios. Demasiadas veces parece un «pasa-la-bola» al nuevo y posiblemente ( aunque no siempre) con menos experiencia, para que algunos tengan unos privilegios que nada tienen que ver con la calidad educativa ni en el pensar en los alumnos, que quizá debería ser lo primero. Siempre me ha parecido una especie de novatada de otros tiempos. He visto y vivido, por ejemplo, que en más de un centro no hay nadie del equipo directivo en según qué horarios (primeras horas, viernes últimas horas, etc…). O repartir los horarios a funcionarios primero, y a interinos después… ¿Dónde está inspección?
En primaria, por desgracia, impera la ley del dos por uno en el profesorado (ej. Especialista en educación física o música llevando tutoría y lengua o/y mates de tercero además de su especialidad en parte del colegio), los equipos directivos reparten horarios (no hablo de tutorías) imponiendo agravios comparativos que redundan en el malestar de parte del claustro y, por desgracia también, la burocracia nos «come».