|

Apostasía TIC

Las experiencias personales tienen poco de extrapolables, pero permiten entender los porqués de determinadas afirmaciones, cuestionamientos y posicionamientos. No tiene sentido defender una posición inmovilista cuando lo importante, y una de las pocas ventajas que tenemos los seres humanos respecto a otras especies animales, es poder variar nuestro pensamiento en función de situaciones subjetivas más o menos objetivables. Este es el caso de las TIC. Un entramado de productos tecnológicos cuyo uso, supuestamente, permite una adaptabilidad al contexto y una mejora educativa. Algo que se ha demostrado falso. Premisas cuya acepción mayoritaria ha supuesto un despropósito mayúsculo.

Reconozco que soy un gran amante del uso de tecnología en el aula. De los que innovación que llega, innovación que compra (o más bien, compraba). De los primeros en usar Moodle en el aula. De los primeros, por cierto, en abandonarlo cuando la vorágine de cursos de formación sobre el tema llega a la extenuación. De los primeros en montar webs de centro bajo CMS (en este caso postnuke). De los primeros en migrarla a Joomla. De los primeros en abandonar su mantenimiento cuando mi centro educativo de entonces decidió usar la plantilla predeterminada que nos vendió la administración educativa. Mucho sumarse a lo último, muchas horas invertidas en autoformación e incontables luchas contra códigos que no entendía, aplicaciones que no funcionaban y herramientas que no me permitían hacer en el aula lo que vendían en sus páginas. Además, también he sido de los del revival. De los de recuperar cosas que había dejado de usar. Lo he tenido todo.

Que sí, que aún pulula algún blog que creé hace más de una década en algún sitio. Que sí, que reconozco que me embarqué en montar páginas basadas en flash. Que sí, que he dado y sigo dando mucho la lata a mis compañeros con las TIC. Tecnófilo donde los haya. Crítico hasta la saciedad con aquellos que no querían, por diferentes motivos (en ese momento me daban igual y criticaba a diestro y siniestro) incorporar la tecnología en su práctica educativa.

Y resulta que la administración apuesta por las TIC. Bueno, más que por las TIC, por dotar de cacharros a tutiplén los centros educativos de muchas Comunidades Autónomas. Asesores TIC que se multiplican. Proyectos millonarios propios o de plataformas educativas, basadas tanto en software libre como privativo, auspiciadas por la administración que se difunden masivamente. Empieza la mediatización cuando algunos ya estábamos ahí. Empieza la mediatización sin contar con nosotros ni con los que, por diferentes motivos, eran reacios a usar las TIC. Empieza el descontento. Empieza uno a plantearse que algo no funciona como debiera.

Cada vez más jornadas educativas cuyo núcleo es ver qué están haciendo algunos centros con las TIC. Es imposible echar un vistazo a los miles de publicaciones en las redes sociales donde se comparte material educativo. Se hace harto difícil seguir las experiencias tan guays con diferentes aparatos que están haciendo grandes compañeros. Llegan y se van los códigos QR, la realidad aumentada, los iPad, las gafas molonas, las impresoras 3D, el Arduino, etc. Qué guay. Ya hay de todo para hacer de todo. Bueno, no del todo.

Empiezo a plantearme una gama de grises muy importante entre el blanco y el negro en referencia al uso de la tecnología en el ámbito educativo. Sigo usando las TIC en el aula (y de forma nada marginal) pero me postulo en contra del aparato y/o la herramienta salvo, en el caso de respeto de la privacidad de los datos de mi alumnado. Nadie está hablando de metodología. Ninguna administración habla de ello y las experiencias siguen siendo algo demasiado difícil de extrapolar. Modelos basados en libros digitales que siguen las mismas pautas de lo que había. Aulas supuestamente abiertas al mundo con las puertas cada vez más cerradas. Aulas en semioscuridad para usar el proyector. Cuántas horas de iluminación de fluorescente para que los alumnos sigan las andanzas de la misma teoría de antes en un proyector.

Me he convertido en un tecnoescéptico. Ya no tengo nada claro el tema de las TIC. No veo mejoras educativas en ninguna parte. Veo que los alumnos evolucionan igual -o peor, en algunos grupos y alumnado concreto- con el uso de equipos informáticos que con estrategias educativas en las que no medie la tecnología. Conviene reformular el sistema y la tecnofilia educativa lo impide (igual que, antaño, la opción tecnofóbica impedía ir más allá). Nos estamos dejando llevar. Pienso en lo que opinaba hace más de veinte años Seymour Papert

Así que si hoy en día vas a las escuelas, se ven una gran cantidad de computadoras, y casi todo el mundo está de acuerdo en que los ordenadores no están siendo utilizados como se debiera. Ahora bien, el discurso liberal dice: “Las escuelas no saben cómo utilizar los ordenadores. Vamos a investigar y a encontrar la mejor manera de utilizar los ordenadores. Una vez tengamos solucionado lo anterior, seguro que van a ser utilizados correctamente y así mejoraremos los resultados” Honestamente creo que se está haciendo al revés.

Las administraciones educativas tienen muy claro cómo deben usarse los ordenadores… con el fin de reforzar su propio concepto de la escuela. Y me parece muy interesante que en la década de 1970, las primeras veces que vi algún equipo informático en las escuelas, fue siempre a través de los esfuerzos de un maestro visionario y rebelde, al que no le gustaba lo que él o ella – a menudo ella – se suponía que debería estar haciendo y vio la posibilidad de cambiar las cosas mediante la introducción de esos equipos. Algo muy romántico. Un romanticismo relacionado con la necesidad del cambio. Así pues fue un instrumento de cambio radical (algo que esos ilusionados maestros pensaban que iba a ser). Y, curiosamente, a mediados de los ochenta este equipamiento quedó en manos de los directores de las escuelas, los ministerios y los departamentos de educación estatales.

Y ahora mirad lo que hicieron con ellos: ya no hay ordenadores en las manos de los maestros visionarios en las aulas. Ahora tengo un aula de informática, hay un plan de estudios de informática y hay un profesor de computación. En otras palabras, el equipo se ha asimilado completamente a la forma de hacer las cosas en la escuela.

La administración intenta controlar el sistema educativo. No permite a los visionarios. Intenta vender lo mismo en los mismos edificios controlado por las mismas personas. Intenta estandarizar cuestiones que no deberían ser estandarizadas.

Estoy decepcionado. Preocupado al ver como algunos siguen vendiendo tecnología como sanctasanctórum de la solución educativa. Con ganas de dar el paso final, frenado por mi filia tecnológica. El paso final y más lógico: la apostasía TIC. La renuncia o abjuración de esa falsa religión en la que da la sensación haberse convertido el uso de la tecnología educativa.

El siglo XXI tiene una tarea pendiente en el ámbito educativo: el enseñar a que el alumnado sea crítico y piense por él mismo. La tecnología, más distractora que otra cosa en demasiados usos, tiene, aparte de problemas pedagógicos, problemas éticos importantes. No es usar bien o mal la tecnología. Es priorizar el sentido de lo que estamos haciendo, frente a la herramienta que usemos para llegar a los objetivos básicos que tenemos como profesionales de la educación.

Nada. No me hagáis mucho caso. Hoy es otro día de esos de mucho insomnio y, seguramente, como casi siempre que escribo en este estado, estaré equivocado en mi percepción de ciertas cosas.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉

Publicaciones Similares

6 comentarios

  1. Hola, Jordi.

    Quería preguntarte si tienes inconveniente en que use tu texto para un trabajo con mis alumnos.

    Soy profesor de FP en un grado superior de Informática, concretamente desarrollo de aplicaciones multiplataforma, e imparto el módulo de sistemas de gestión empresarial.

    Soy docente desde hace más de treinta años y he visto la “magnífica” evolución de nuestro sistema educativo… en primera persona.

    Ya he interactuado contigo en otras ocasiones y coincido en algunos puntos de vista y en otros discrepo, pero afortunadamente creo que eso es lo que hace que las sociedades avancen, la sana discusión y el pensamiento crítico.

    Bueno, volviendo al motivo de este comentario. La idea del uso de esta reflexión tuya sobre las TIC y el trasiego de datos, me interesa para usar con los alumnos ya que precisamente muchos no tienen conciencia real del asunto y me sirve como introducción para hablar sobre la LOPD.

    Gracias.

    1. Claro. Ningún problema. Toda la razón en que lo importante es el debate y la discusión. Sin ello nunca hubiéramos avanzado. Saludos.

  2. Estos autores tb están equivocados en su percepción de las cosas:

    Richard Freed: Wired Child: Reclaiming Childhood in a Digital Age

    Michel Desmurget: La fabrique du crétin digital – Les dangers des écrans pour nos enfants (

    Manfred Spitzer: Digitale Demenz 2012

    Catherine L’Ecuyer: Educar en la realidad

  3. Los centros de castilla la mancha pagan una sumisa subscripción a Microsoft Teams, que va a integrarse con el Metaverso de facebook.
    Es el momento ideal de redactar planes integristas de digitalización sobre la adopción en masa del metaverso educativo.

    Cascos de RV marca Oculus en clase y otro para casa (subvencionados con el dinero q no es de nadie).

    Los beneficios para gestión de clase y la erradicación de conductas disruptivas será patente.

    Este es el espíritu de los tiempos, cuyo ritmo nos lo marcan las grandes empresas. Oponerse al espíritu de los tiempos es de retrógrados o frustrados.

    Yo, por mi parte, me voy a pasar a Vim xq necesito usar un proyector

Deja un comentario