Reconozco que me ha podido mi machismo lingüístico y, en lugar de titular el post «corridas tuiteras» me he lanzado de cabeza al concepto femenino del asunto. Por cierto, ¿os habéis dado cuenta que las corridas son tuiteras y los orgasmos tuiteros? Nada, una simple curiosidad de esas que, en ocasiones y más en período de indigencia intelectual, te planteas. Es lo que tiene estar de vacaciones. Hasta eres capaz de establecer una relación entre el color del bañador o del bikini de alguien con su estado de ánimo. Y creo que, los que estáis aprovechando estos momentos comme il faut, me vais a entender perfectamente.
Pero vayamos al leitmotiv del asunto. A la existencia de, lo que para algunos y algunas (va, cedo al lenguaje complejo porque, sinceramente, lo que no me sale es lo de «algunes» ni «algun@s» porque, como os he dicho al principio, ya no pienso luchar contra ser considerado machista por el simple hecho de ser hombre o facha por el simple hecho de cuestionar cosas que algunos «de izquierdas» están diciendo o haciendo) supone su único objetivo en la vida: tener seguidores, conseguir retuits y permitir que, gracias a ello, tengan la única satisfacción sexual del día. Hay gente que se pasa el día en Twitter diciendo que lo ha petado en la red del pajarito, que tiene tropocientos seguidores o que, simplemente, está encantado de haberse conocido. A ver, que la masturbación, sea en versión 2.0 o manubrial/digital, es totalmente lícita y, salvo que el dispositivo esté mal iluminado, no provoca ningún tipo de problemas en la retina. Si hasta los curas se excitan con sus disertaciones. Es lo que tiene la necesidad de recibir cariño y buscarlo, como no podría ser de otra manera para algunos, en las redes sociales.
Algunos preferimos corrernos ante una comida fantástica, mientras nos mecen las olas los pies o, simplemente, cuando nos llega la nómina (antes de los futuros recortes) cada mes. Es que somos bastante más primarios con lo que nos genera endorfinas erótico-festivas. Y, sinceramente, a mí un seguidor más o uno menos, me aporta entre poco y nada. Eso sí, se agradece tener quórum, pero aún más se agradece que ese quórum se traslade a compartir horchata o paella. Ya sabéis algunos a lo que me refiero. Además, por suerte no vivo de las redes sociales, ni de la del pajarito ni de la de enséñame los pelos del ojete para que te dé like en Instagram. ¿Funciona Instagram por likes? No vaya a ser que haya patinado porque, al final, cada vez patino más con las redes sociales.
A todos los machotes y machotas (no está machota en el diccionario pero, por suerte no ocupo ningún sillón en la RAE) que tenéis orgasmos u os corréis viendo vuestro timeline, tan solo os pido que uséis pañuelos que no contaminen el medio ambiente. Ya tenemos suficiente con las miles de mascarillas que nos encontramos tiradas en la calle. Rectifico sobre la marcha, sí que existe machota en la RAE y, coloquialmente, después de la primera definición que lo asimila a una especie de mazo, habla de machota como mujer hombruna o marimacho. Bueno, en Puerto Rico, por lo visto es mujer garrida y lozana. Adaptad esa definición a lo que creáis que estaba refiriéndome. Os lo he puesto fácil.
Yo no encuentro ninguna satisfacción en las métricas. Ni en las tuiteras, ni en otras. Quizás sea por eso por lo que, aunque algunos no lo entiendan, he vuelto a empezar en Twitter con una nueva cuenta. O quizás sea porque quiero buscar eso que algunos encuentran en pajarilandia. Os prometo que lo intento pero, sigo sin ver cómo uno puede tener orgasmos comentando en Twitter el número de seguidores, lo que trabaja en agosto o, simplemente poniendo en sus tuits tropocientos mil usuarios para que lean sus doscientos ochenta caracteres. Y os prometo que estoy poniendo todo de mi parte para entenderlo. Otro tema sería que gracias a Twitter alguno/a encontrara cacho. Sé que hay algunos que lo han hecho pero, sinceramente, para pillar cacho mejor Tinder. O cambiarle a alguien un retuit por un polvo. Algunos seguro que estarían dispuestos a ello 😉
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