Debo reconocer que a mí, a nivel musical, Rosalía ni fu ni fa. Eso sí, eso no me impide afirmar que su puesta en escena es espectacular y que entiendo que muchos compren el gran trabajo, muy bien mediatizado, que está haciendo en los escenarios.

El otro día me pasaron la última canción de la artista que, por lo visto, todavía no está en formato digital y solo se puede escuchar por alguno de esos vídeos de YouTube que alguien ha colgado en internet. Lo de ver un concierto desde el teléfono móvil es ser muy de gilipollas pero, como siempre digo, la evolución no solo trae cosas positivas.

Después de ver el vídeo intenté buscar, por mi desconocimiento del «nuevo idioma», la letra de la canción.

Yeah-yeah

Yeah-yeah

Mmm

Baby, no me llame’

Que yo estoy ocupá’ olvidando tus male’

Ya decidí que esta noche se sale

Con toa’ mis motomami’, con toda mis gyale’

Y ando despechá’, oah, alocá’

Bajé con un flow nuevo pa’ deja’ al baby juquea’o

Lo muevo de la’o a la’o y a otro la’o

Hoy salgo con mi baby de la disco coroná’

Y ando despechá’, oah, alocá’

Que Dios me libre de volver a tu la’o

Lo muevo de la’o a la’o y a otro la’o

Hoy salgo con mi baby de la disco coroná’

Voy con la falda, aro’ y cadena’

Piña colá’, no tengo pena

‘Toy con la Fefa, ella es la jefa

Ella no baila, ella me enseña

Hoy no trabaja, tez morena

Fuck la fama, fuck la faena

Mambo violento y

Ando despechá’, oah, alocá’

Que Dios me libre de volver a tu la’o

Lo muevo de la’o a la’o y a otro la’o

Y me sorprendió ver que no entendía nada. Ni era coherente, ni tenía ningún significado lógico ni, por desgracia, se parecía a ningún idioma que hubiera estudiado. Eso sí, el ritmo de la canción engancha. Especialmente si te la reproducen por todos los medios.

Despechá es el típico ejemplo del discurso de un gurú educativo. Palabras que juntas no dicen nada. Significados que no existen. Y, simplemente, un ejercicio para contar un relato efectista que, visto lo visto en sus ponencias, plagadas de docentes que aplauden con las orejas, tiene un gran éxito.

Los gurús educativos son un producto de mercadotecnia. Con discursos sin fundamento. Promocionados, o bien gracias a las redes sociales, o bien gracias a determinados medios de comunicación. Avalados, como sabemos todos, por determinados intereses muy poco educativos. Son el perfil perfecto. Mediocres con discurso mediocre, capaces de hacer un discurso de ciento ochenta grados según necesidades del guion. Un guion que, por cierto, tampoco escriben ellos. Ellos solo dicen lo que les dicen que digan. O lo que les suponga un menor esfuerzo en su actuación.

Después de haber visto algún vídeo en YouTube de alguno de esos gurús, reconocidos socialmente por haber sido encumbrados por unos determinados lobbies, no puedo menos que quedarme con Rosalía. Su discurso educativo está a años luz del que nos dan algunos desde determinadas tarimas. Y, vamos a ser sinceros, al menos con las canciones nos lo pasamos bien porque, al final, ¿qué es a lo que aspiramos cuando vamos a un concierto o consumimos música? Pasárnoslo bien.

Como he dicho en el título del post, Despechá es un ejemplo de literatura frente a determinados relatos de los gurús educativos con nutrido club de fans.


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