¿No os habéis preguntado nunca por qué en estos últimos años están irrumpiendo determinadas metodologías educativas y se están mediatizando determinados personajes? ¿No os sorprende que, en la mayoría de casos, se trate de metodologías avaladas por multinacionales y que, al final, los personajes de los que se esté hablando lo sean porque han conseguido que, determinadas empresas, les hayan otorgado un determinado premio para el cual, normalmente, habían de presentarse? Mucho hablar de metodologías espectaculares que reducen hasta el mínimo la necesidad de “hincar codos” y gran aluvión de necesidades tecnológicas para plantear esos modelos. No me parece mal que existan y que aparezcan posibles soluciones que, empleadas de forma parcial, en momentos muy puntuales y contextos determinados, puedan dar determinados resultados. Eso sí, ¿por qué ahora y por qué sólo se mediatizan una parte de ellas?
Cuando empecé a dar clase no me hubiera pensado que, en los últimos años, se haría un revival de los cursos de Planeta Agostini y se vendería como el no va más metodológico. Tampoco que los grandes referentes fueran una monja, un jubilado que trabajó cuando los tiranosaurios aún poblaban la tierra o, un tipo que lo único que pretendía desde que entró a trabajar en el aula era largarse de ella a evangelizar pingüinos. Lo sé, esto de criticar por el hábito, las intenciones o la edad es muy rastrero. Coño, pero es que hay cosas que no entiendo. Menos aún cuando ninguno de los tres modelos anteriores representan a los docentes de aula en su estándar. Lo mismo que los pases de ropa interior masculina o femenina… algunos no nos sentimos representados.
Lo de la tecnología también debería hacernos reflexionar. La gran cantidad de herramientas educativas que están apareciendo “sin coste” para ser usadas por todos los docentes debe tener su causa. Las organizaciones que, más o menos mediatizadas, están eclosionando en los últimos tiempos, con una determinada visión de la educación, también es preocupante. Tenemos a los pro y a los anti. Al final, un maremágnum de siglas, intenciones y buenas voluntades que, al igual que sucede en otros ámbitos, tienen sus acólitos.
Pero el artículo no va acerca del relato de la situación actual de la educación. Va mucho más allá. Va a preguntarse por qué ahora y no hace unos años. ¿Qué hace que la irrupción, el desembarco de muchas empresas y la mediatización de algunos personajes se dé ahora? Cuando empecé en esto no había tanto interés en “apostar” por el aprendizaje por parte de las multinacionales. Tampoco había tanto personaje mediatizado ni prácticas difundidas de forma tan expansiva como ahora. Tengo claro que no existían las redes sociales pero, ¿realmente la causa es la proliferación de las mismas? ¿No será que hablando, mediatizando y pregonando lo anterior, nos estamos olvidando del verdadero objetivo de la educación? ¿A nadie le extraña que los únicos que no están promocionando en el espectáculo educativo sea a los alumnos? A mí, sí. Y también que exista tanta falta de crítica en los medios ante cuestiones educativas que se plantean al margen de cualquier investigación o pilotaje.
Si alguien tiene una respuesta a lo anterior que no sea determinadas teorías más o menos inverosímiles, acerca del control de la población reduciendo su cultura y aprendizajes, para centrarse en otras cosas en su etapa educativa (creando consumidores o trabajadores acríticos) que me lo diga. A estas alturas de la película yo veo demasiados fantasmas en el asunto.
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