El otro día publiqué una lista de 25 cuentas de X a seguir. Además, al día siguiente me disculpé por haber hecho una lista ya que, aunque se hagan con toda la buena intención, siempre hay una gran parte de subjetividad en las mismas. Bueno, más que disculparme, reflexioné sobre el tema. No, no os pongo los enlaces aquí porque solo tenéis que bucear en las últimas entradas para encontrar las dos a las que me refiero y, a diferencia de otros blogs o supuestos investigadores educativos que solo se autocitan y autoenlazan en todo momento, a mí lo único que me preocupa es lo que me apetece contaros, al margen de métricas y del autobombo.

Lo sé. Es el segundo artículo de hoy y quizás no debería haberlo escrito. Me estoy dando cuenta de que no tengo manera de enlazar el primer párrafo con lo que quería deciros. Bueno, lo voy a intentar. Y si no lo hago, tal y como os digo siempre, dadme un poco de margen en la disculpa. Va, retomo el hilo…

Pues como os iba diciendo, después de publicar un listado de esas 25 cuentas de X relacionadas con la educación que a mí me aportan, hubo personas que me pidieron que hiciera lo mismo con cuentas de Facebook, Instagram e, incluso, TikTok. Algo que, sinceramente, sería muy fácil si fuera un poligonero de las listas pero, por desgracia, me gusta escribir de cosas que conozco. Y, sinceramente, nunca he ahondado en las páginas educativas de Facebook ni en los perfiles educativos que existen ahí. Eso sí, estoy en algunos grupos en los que me entero de cosas pero, más allá de lo anterior, debo reconocer que Facebook no es mi hábitat habitual. Al igual que tampoco lo son otras redes sociales diferentes de X. Es por ello que creo que escribir una lista de instagramers o tiktokers relacionados con la educación (o, tal y como se me ha dicho, feisbukeros) no sería más que ir haciéndola al tuntún.

Seguro que habréis visto cientos de listas acerca de mejores docentes, mejores herramientas o mejores mezclas etílicas para después de una jornada maratoniana en las aulas. El problema es que yo no conozco de primera mano ciertas cosas y, sinceramente, hablar de oídas o, simplemente, ponerme a hacer listas para que se compartan y conseguir un montón de visitas no es lo mío. No es el objetivo de este blog. No es el objetivo de la persona que hay escribiendo aquí. O sea, no es mi objetivo.

No puedo hablar de algo que desconozco. Seguramente hay cientos de páginas en Facebook, un montón de gente que comparte cosas muy chulas en Instagram o TikTok. El problema es que, al igual que si me hablan del uso de un determinado injerto para usar en un quemado de un incendio, no soy conocedor de lo anterior. Sé de mis limitaciones. Y una de ellas es no saber de todo. Bueno, la verdad es que no sé prácticamente de nada pero, como mínimo, intento hablaros de lo poco que sé o puedo opinar.

No va a haber lista de mejores cuentas en Facebook. Eso sí, voy a seguir compartiendo los posts allí porque, a diferencia de X donde solo por decir buenos días ya te dan un par de sopapos digitales, hay mucho mejor ambiente. Y el personal tiene muchas más ganas de argumentar y debatir. Especialmente sobre temas educativos que es lo que empiezo a conocer un poco.

Hay gente que sabe de todo. Ellos, seguramente, estarán encantados de compartir listas con vosotros. Además, ahora con la inteligencia artificial, donde solo hace falta que le digas «hazme una lista de veinte cuentas de Facebook, Instagram o TikTok educativas que consideres interesantes» y compartas los resultados en algún lugar, seguramente tienes cientos, por no decir miles, de me gustas y compartidos.

Por cierto, relacionado con el tema de este post. Mañana tengo neumólogo. Por mucho que tenga un oxímetro en casa con el que me miro la saturación del que sé, con suerte, leer las cifras que marca, ello no me hace experto en neumología ni soy capaz de interpretar una prueba espirométrica. Bueno, todo sería ponerme. Mejor no. Me quiero mucho.

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