El 1 de septiembre es ese maravilloso día en que la educación española arranca oficialmente. Los centros abren sus puertas, las aulas siguen vacías y el alumnado aún está disfrutando de los últimos días de verano. Pero el profesorado vuelve. Puntual (bueno, algunos no). Con café en mano. Preparado para empezar a planificar un curso nuevo.

Y aquí llega el primer giro de guion… ese día no se puede convocar un Claustro.

Sí, has leído bien. El curso empieza… pero la ley dice que no puedes tener un Claustro para organizarlo.

La ley dice «no», la realidad obliga a que sea «sí».

El Real Decreto 82/1996, de 26 de enero, regula la organización de los centros y establece que corresponde a la dirección convocar el Claustro de profesores (artículo 32).

Hasta aquí, todo correcto.

El problema llega con los plazos de convocatoria, fijados por los Reglamentos de Organización y Funcionamiento (ROF) autonómicos que, con pocas variaciones, hablan de que la convocatoria para un Claustro ordinario es de entre 4 y 5 días hábiles de antelación y un Claustro extraordinario un mínimo de 48 horas antes.

Y aquí viene el problema…

Para que haya un Claustro el 1 de septiembre, la convocatoria debería enviarse en pleno agosto. Y agosto es territorio vedado… mes de vacaciones docentes, donde no se pueden enviar convocatorias oficiales.

Resultado: legalmente, el Claustro es imposible.

Pero claro, hay que organizar el curso… hacer modificaciones de última hora en los horarios, grupos, programaciones, protocolos, proyectos, actividades complementarias…

Solución mágica… ¡no lo llames Claustro!

Bienvenidos al universo paralelo de las reuniones fantasma. Ese mismo 1 de septiembre, el profesorado está obligado a estar en el centro por normativa laboral. Y ahí aparecen unas reuniones con nombres tan creativos como irreprochables… salvo, claro está, algún director poco hábil que envía un mail convocando a un Claustro.

  • “Encuentro de planificación interdisciplinar”
  • “Jornada de coordinación pedagógica”
  • “Reunión inicial de equipos docentes”
  • “Sesión de diseño competencial estratégico”

Todo igual que un Claustro, pero con otro nombre. Acta, orden del día, toma de decisiones… solo que, oficialmente, no es un Claustro.

La neolengua educativa en su máximo esplendor. “No es lo que parece, porque le hemos cambiado el título».  Un poco como llamar “experiencia sensorial” a un bocadillo de mortadela.

El resultado es tan irónico que parece escrito por un guionista de comedia:

  • La ley dice que no puedes convocar un Claustro para el 1 de septiembre.
  • El calendario laboral dice que ese día trabajas a jornada completa y, según normativa, un horario de 37,5 horas semanales.
  • La organización del curso exige tomar decisiones conjuntas, programar y coordinarse.
  • Así que se hacen reuniones que no son Claustros, aunque cumplen exactamente las funciones de un Claustro.

El escenario es surrealista:

  • Orden del día → idéntico al de un Claustro.
  • Actas → igual que en un Claustro.
  • Decisiones → las mismas que tomarías en un Claustro.
  • Diferencia → no lo llames Claustro y todo está bien.

Es como si alguien dijera… «No se puede servir cerveza antes de las 12, pero aquí tienes tu jarra de agua de cebada fermentada».

El 1 de septiembre es, probablemente, el mejor ejemplo de la distancia abismal entre la norma y la realidad en la educación.

  • Legalmente, se protege agosto para garantizar el descanso docente.
  • En la práctica, el 1 de septiembre estás en el centro, en reuniones que se parecen sospechosamente a un Claustro.
  • La norma dice que no puedes llamarlo así… pero el contenido es exactamente el mismo.

Un Claustro que no puede llamarse Claustro, pero que se celebra igual.

Si George Orwell hubiera sido docente, habría escrito 1984 en la sala de profesores.

El 1 de septiembre es pura creatividad. Reuniones que parecen Claustros, saben a Claustros, huelen a Claustros… pero no son Claustros. Porque la ley dice que no lo son.

Y, como todo el mundo sabe, si le cambias el nombre a algo, deja automáticamente de existir.

Espero que la semana que viene, a los que os incorporáis en vuestros nuevos/viejos centros, os vaya todo muy bien. Sí, también al alumnado que, como siempre he dicho, es lo más importante de la ecuación. Un fuerte abrazo y estrujad los últimos días de vacaciones. Se os necesita con las pilas bien cargadas.

Podéis descargaros mi último libro en formato digital, TORREZNO 3PO: un alien en educación, desde aquí.

Me podéis encontrar en X (enlace) o en Facebook (enlace). También me podéis encontrar por Telegram (enlace) o por el canal de WhatsApp (enlace). ¿Por qué os cuento dónde me podéis encontrar? Para hacerme un influencer de esos que invitan a todos los restaurantes, claro está. O, a lo mejor, es simplemente, para que tengáis más a mano por dónde meteros conmigo y no tengáis que buscar mucho.


Descubre más desde XarxaTIC

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

4 comments
  1. El equipo directivo del centro en el q trabajo envía la convocatoria del claustro del 1 de septiembre el último día de julio o en julio y creí q es así en toda la comunidad autónoma… Debe ser q carecemos de creatividad pero somos más prácticos, jajaja.

    1. Claro. Se hace en muchos centros educativos. El problema es que, en ocasiones (y no son casos aislados), se usa agosto para enviar esa convocatoria… y después toca hacer uso de la imaginación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You May Also Like