Cuando le dijeron a TORREZNO 3PO que lo asignaban como observador al viaje de fin de curso de 4º de ESO, pensó:
-Qué interesante. Aprenderán geografía, cultura, convivencia.
A las 04:45 de la mañana, esperando el autobús con 47 adolescentes medio despiertos, cinco profes ya arrepentidos y tres madres llorando por si no vuelven, TORREZNO supo que aquello no era un viaje.
Era un ritual de iniciación pedagógica.
El autobús partió.
En el primer minuto ya había:
- Un niño mareado.
- Dos altavoces con reguetón en competencia estéreo.
- Y una conversación a gritos sobre quién se había enamorado de quién en el viaje anterior, cuando aún éramos inocentes, según Aitana.
Primera parada: gasolinera.
Tiempo estimado: 15 minutos.
Tiempo real: 47.
Una alumna volvió con un piercing nuevo.
Nadie supo cómo.
Al llegar al hotel, las habitaciones eran “dobles”.
Excepto las que eran triples.
O cuádruples.
O esa donde se cayó una cama al abrir la puerta.
El coordinador intentó repartirlas.
-No quiero que Paula y Lucía estén juntas.
-Yo no puedo dormir con Marina desde lo de enero.
-¿Quién es Kevin y por qué aparece en tres habitaciones?
TORREZNO propuso asignación aleatoria por inteligencia emocional.
Fue ignorado con profesionalismo.
La comida fue tipo buffet.
Los alumnos arrasaron con los nuggets.
Los docentes comieron croquetas que podrían haber sido de atún, de corcho o de trauma.
Una profe se atragantó con una servilleta mientras preguntaba si “esto contaba como jornada laboral”.
La excursión cultural duró 14 minutos.
Nadie escuchó la explicación del guía, pero todos se hicieron selfies con una estatua que no era lo que creían.
Un alumno le preguntó a TORREZNO si ese castillo “lo construyó Franco”.
Esa noche, la pesadilla:
- Uno se perdió en el ascensor.
- Dos fingieron una posesión demoníaca para no dormir con sus compañeras.
- Kevin intentó pedir pizza desde el teléfono del baño.
- Y a las 3:12 a. m., alguien activó una alarma de incendios con un secador.
Los profesores patrullaban los pasillos con ojeras y zapatillas.
Una lloró delante de la máquina de vending.
Otra dijo: “Esto no es enseñanza. Esto es Vietnam con camisetas de clase.”
TORREZNO, en su habitación, anotó: “Los alumnos celebran el final de etapa. Los docentes sobreviven a una prueba de resistencia emocional, logística y bioética. Recomiendo valorar más a quienes, tras esto, aún desean volver a clase.”
A la vuelta, el grupo entró al autobús con aplausos.
-¡Ha sido increíble! —gritaban.
-¿Repetimos el año que viene?
Un profesor, con voz rota, respondió:
“Solo si me garantizáis amnesia.”
Y TORREZNO cerró observando cómo, al llegar al instituto, un alumno bajaba y decía:
-¿Ya está? Qué corto.
Corto. 96 horas. O sea, una vida entera.
Podéis encontrar todos los capítulos de TORREZNO 3PO en la siguiente página. Espero que lo estéis disfrutando. Gracias por acompañarme en sus aventuras.
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