Los que os pasáis, habitual u ocasionalmente, por aquí ya sabréis que, en los últimos tiempos, he publicado varias reflexiones acerca de la inteligencia artificial (IA) y su aplicación en las aulas. Y que soy muy crítico con los que se están autodenominando expertos en ese campo y muy precavido con el uso de esas herramientas basadas en IA en el aula.

He escrito varios artículos sobre el tema y, aunque no sea un experto en IA, sí que puedo considerarme como alguien que he usado herramientas basadas en ella, leído acerca de la implantación de la misma o las recomendaciones que están dando en determinados países o, simplemente, un poco conocedor de la parte más técnica y ética del asunto. Insisto… más usuario que experto porque, a diferencia de otros, mi experticia se da solo en un campo: la horchata. Eso sí, ahora estoy intentando sacarme el C1 de paellas. Creo que me lo merezco.

Pero bueno, más allá de la introducción de esos productos gastronómicos de mi maravillosa tierra de acogida, os voy a enumerar a continuación los artículos que he escrito sobre el tema en este blog y a daros mi opinión, más o menos (in)fundada, acerca de la necesidad o no de que los docentes se formen en inteligencia artificial.

Así que ya veis que llevo cerca de un año escribiendo sobre ello y algunos más leyendo acerca de la misma, incluso antes que se mediatizara tanto y permitiera a tantos bocachanclas hablar sin saber.

Dejadme que retome el hilo argumental. Ya habéis visto que últimamente, quizás por la edad o quizás por unas vacaciones adelantadas de la neurona de guardia, hilvano muy mal lo que estoy escribiendo. Eso sí, antes de seguir con mi respuesta a la pregunta debo colgaros aquí la última guía que ha publicado el INTEF sobre el asunto titulada «Guía sobre el uso de la inteligencia artificial en el ámbito educativo» (enlace) que, a pesar de las críticas por ser excesivamente técnica por parte de algunos pedagogos de pedigrí, es una guía fantástica para tenerla como material de lectura, consulta y uso.

Nada. Respondo ya. Que es domingo y mi mente debe prepararse para la paella de hoy…

Pues bien, la respuesta a si deben formarse los docentes en IA es un ¿rotundo? sí. Ojo. No estoy diciendo que saber de IA haga a alguien mejor docente. Tampoco va a ser mejor docente sabiendo inglés o certificando una altísima competencia digital. Eso sí, poder tener más conocimientos de algo hace que uno siempre sea mejor. Y, en el caso de la IA hay la posibilidad de facilitar determinados procesos que, en ocasiones, son muy farragosos y que obligan a invertir una gran cantidad de tiempo. Creo que la IA puede facilitar la desburocratización de parte del trabajo que se está realizando en los centros. Intuyo que, al igual que la tecnología bien usada para tareas administrativas, de coordinación o de intercambio de experiencias (acercando docentes y centros de diferentes lugares de manera sencilla y económica), la IA puede facilitarle la vida a los docentes. Eso sí, siempre y cuando no nos centremos en las herramientas y sí en que nos solucione las cosas. Lo mismo que antes de usar cualquier otra cosa. Centrarnos en el qué para buscar el cómo más sencillo y poder dedicar el tiempo a lo importante: dar clase y establecer estrategias para que el alumnado aprenda.

Otra cuestión es apostar por introducir la IA al alumnado antes de proceder a implementar un modelo de pensamiento computacional y relacional (muy relacionado con la comprensión matemática) o, simplemente, a cambio de otras rutinas o conocimientos que son mucho más importantes y relacionadas con los aprendizajes iniciales. Ahí sí que tengo mis dudas, pero lo que no voy a cuestionar jamás es que hay cosas que son importantes para los docentes. Cosas que les pueden facilitar la vida y mejorar su competencia profesional. Y, entre ellas creo (¡he dicho creo!) que puede encontrarse el que se formen, entre otras cosas, en IA. Formándose, claro está, no por gurús de salón y sí por expertos, con conocimientos del asunto y dotes para transmitir lo que saben.

No me hagáis mucho caso. Seguro que no llevo razón, pero imaginaos que la llevara. Pensad en ello y en lo que os podría aportar la mecanización de determinados procesos o las posibilidades que os abriría el poder tener nuevas ideas para vuestras aulas. Pensadlo. Y disfrutad, claro está, de este domingo de julio. Un domingo, por cierto, en el que, mientras estoy escribiendo esto, miro un mar embravecido después de una noche de truenos, relámpagos y mucha lluvia.


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