Reconozco que asisto atónito, de nuevo, a la propuesta de algunos pedagogos de guardia, normalmente muy faltos de pedagogía, para la creación de un grado de profesorado de Secundaria que permita, por lo visto, tener a los mejores docentes en esa etapa educativa. Me causa hilaridad que esos pedagogos que, curiosamente jamás han recibido ningún curso de didáctica específica para dar clase en la Universidad, estén tan ansiosos por poder ser ellos los que impartan didáctica o «pedagogía» a futuros docentes en etapas en las que jamás han dado clase. Pero bueno, son los pedagogos de guardia en las redes sociales que, curiosamente, acostumbran a ser bastante cuestionados por sus propios compañeros de profesión y solo reciben algún aplauso por los acólitos que han conseguido en alguno de esos espacios virtuales en los que viven.

Pero, ¿sabéis qué pasa? Que este tipo de debate acerca del sueño húmedo de algunos, al que se dedica tiempo y esfuerzos, nos detrae de lo realmente importante. Y lo importante es lo que estamos conociendo en los últimos tiempos y que están ratificando todos los informes e investigaciones, tanto los que se realizan a nivel nacional como a nivel internacional: los aprendizajes de nuestro alumnado están cayendo en picado.

Fuente: https://x.com/OECDEduSkills/status/1829096664201900142

No ha sido la pandemia. No es solo a nivel España. Los resultados de competencia en lectura, ciencias y matemáticas están cayendo desde hace quince años de forma inexorable. Curiosamente, si miramos fechas, desde el momento en que se empezaron a implementar determinadas medidas educativas, introducir indiscriminadamente la tecnología y asentarse determinadas leyes educativas. Además, un solo dato, coincide esa bajada en nuestro país (más pronunciada que en otros, para lo cual recomiendo la lectura de los diferentes documentos que nos facilita la OCDE o cualquiera de las instituciones educativas, tanto a nivel interno como externo), con la implantación del máster del profesorado en el año 2009. Lo sé. Ha sido una pequeña maldad por mi parte estableciendo esta correlación. Pero, dadle una vuelta a determinadas cosas que han sucedido en educación y asociadlos con esta bajada de resultados. Ya os digo yo que hay demasiadas casualidades.

A mí lo anterior son los datos que me importan. Que cuatro quieran montarse un chiringuito con la formación inicial del profesorado no me importaría si, realmente, con ese chiringuito pudiéramos solucionar los problemas que tiene nuestro alumnado. Pero, por desgracia, la solución no pasa porque un pedagogo de guardia en X te diga cómo debe hacer las cosas alguien en un aula que jamás ha olido. Tampoco pasa porque renunciemos a las investigaciones educativas. Y mucho menos pasa porque hagamos lo imposible para decir que no debemos evaluar todo el sistema educativo, de forma seria y global, para poder tomar decisiones basándonos en los datos que obtengamos.

Pero da igual. Algunos seguirán erre que erre hablando de cosas que, con suerte, no van a empeorar el aprendizaje del alumnado. Lo que pasa es que, al final, lo que realmente importa es que tenemos un problema educativo serio. Y que lo tengan en otros países no hace que lo dejemos de tener. Y ello implica es que hay algo que se está haciendo mal en todas partes y que, quizás, convendría revertirse.

¿Y si la innovación educativa que se está aplicando a nivel global no está funcionando? ¿Y si el dejar de lado determinadas prácticas educativas, por rancias o tradicionales, está perjudicando el aprendizaje del alumnado? ¿Y si la aparición de nuevas estrategias de aula, la realización de proyectos, el discurso de que no hace falta escribir a mano o que las faltas de ortografía no deben penalizarse, el DUA o la creencia en estilos de aprendizaje o inteligencias múltiples, están haciendo perder un precioso tiempo a los docentes formándose en ello y detrayendo tiempo para volver a lo básico? ¿Y si…? Nada, no me hagáis mucho caso. Seguramente, como dirán algunos, la solución pasa por hacerles caso a ellos y obviar todas las investigaciones salvo las que ellos digan que son válidas, aunque estén en proporción una a cien.

Tenemos un problemón en educación. Y ya os digo yo que no se arregla con cuatro ideas brillantes y sí con mucho picar piedra, retomar ciertos clásicos y gestionar muy bien lo que sucede dentro del aula, desterrando de la misma el efecto piña que, por lo visto, no funciona ni en Mercadona.


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