Desde hace tiempo quería hablar de ciertas cuestiones que, no por sabidas, se exponen habitualmente en los medios de comunicación. Voy a hablar de la existencia de un mercado negro para docentes donde se pueden comprar y vender determinados productos y servicios que, para el docente que los compra, puede suponer la posibilidad de acceder a una plaza de funcionario, mejorar su destino en los concursos de movilidad que se realizan cada cierto tiempo o, simplemente, poder optar a una de esas plazas que exigen un determinado perfil lingüístico o tecnológico. Y no voy a hablar de nada utópico. Voy a exponer en voz alta algo que se ve en determinados foros de docentes o, incluso, en espacios más generalistas y muy conocidos de compra y venta de productos.

Estoy hablando de los cursos de formación que ofrecen determinadas empresas, organizaciones sindicales o, incluso, las propias administraciones educativas que, en muchos casos se certifican simplemente cubriendo una asistencia parcial a los mismos. En el caso de los cursos realizados a distancia, ofrecidos entre otros por el INTEF, simplemente se obliga a realizar unas determinadas actividades que, presentadas cada cierto tiempo ya te dan el certificado de superación del curso. Y sí, en este caso, también hay la posibilidad de encontrar las prácticas por la red o, simplemente, pagar a alguien en negro para que te las realice. Sí, el control de los cursos online que no presentan prueba presencial de validación o examen final se convierten en un mercadeo para muchos. Especialmente para aquellos -que no son pocos- que pretenden conseguir con la realización de esos cursos la posibilidad de acceder a un determinado puesto laboral o, simplemente, incorporarse a unas listas docentes y aparecer en los primeros lugares.

Pero no son sólo los cursos de formación. El top manta educativo se extiende hacia titulaciones universitarias de determinadas Universidades que son evaluados sin necesidad de presencia física del alumno de forma continua mediante la presentación de trabajos y un proyecto final al acabar el grado o el máster -especialmente en el caso de máster- para las que existe un mercado de compra y venta de dichos trabajos y proyectos. No es algo que sucede de manera puntual ya que sólo hace falta entrar en Google, buscar “gente que haga trabajos de la Universidad X” y encontrarnos una gran cantidad de personas que ofrecen dichos servicios. Un servicio, por cierto, que siempre va a ser cobrado en negro por ser, en muchas ocasiones, realizado por alumnos o ex alumnos de esas Universidades que se quieren sacar algunos euros. Nada que envidiar al típico mantero. Eso sí, en este caso da la sensación que la administración sea mucho más permisiva con el asunto de lo que lo es con los que están vendiendo en la calle.

Y ya que hablamos de titulaciones universitarias, ¿por qué no hablar de programaciones para las oposiciones? Mercado negro de programaciones que facilitan el trabajo al opositor y que, asociado con la compra del temario que se compra y vende en internet, hace que en ocasiones la justa competencia por una plaza se pervierta ligeramente. Ya… seguro que más de uno me diréis que la influencia de comprarlo todo es mínima en el proceso de oposición, pero si asociamos la compra de dichos temarios o programaciones a determinadas academias regentadas por inspectores o responsables políticos de educación, algunos podemos intuir que algo huele mal en el proceso. Por cierto, en las oposiciones de mi especialidad cuando me presenté, había un colegio profesional que ofrecía sus instalaciones para que un inspector de educación, junto con algunos docentes impartieran, sin ningún tipo de documento válido de pago para quienes acudían allí, la parte teórica junto con la entrega de los temas que, curiosamente, hacía que muchos de los opositores que aprobaban las pruebas procedieran de allí. Sí, ya sé que cuando estamos hablando de dos turnos muy masificados de opositores en la academia, la matemática puede dar esos resultados, pero no deja de ser curioso. Y más que curioso cuando el inspector era el presidente de un tribunal -no de la misma especialidad, ya que hubiera cantado mucho-, pero sí de otra muy parecida.

Seguiría con los títulos de idiomas extranjeros que ofrecen determinadas empresas y organizaciones. Hay títulos que permiten ser comprados y que alguien te haga el examen online (sí, hay algunos títulos de idioma que se obtienen a distancia). Eso sí, después el docente que los compra en un grupo bilingüe no navega. Naufraga aún más que quien se lo ha sacado de buena fe pero, sinceramente, si ha acudido a esa trampa es porque la administración lo potencia -creando plazas de perfil- y la necesidad de satisfacer sus necesidades personales.

Al final me da la sensación que solo nos fijamos en los pobres que tienen la desgracia de vender sus productos falsos o copias de películas que están en cartelera por necesidad (reconozco que hay una mafia detrás que es sobre la que se debería actuar) y que, a veces, si uno juega al top manta en determinados productos sea, incluso, en ocasiones bien considerado por parte de la sociedad en su conjunto. Una sociedad que aplaude en demasía prácticas totalmente repudiables. Eso sí, como al final los beneficios de determinadas organizaciones o personajes son lo primero y, por desgracia hay implicadas, seguramente, algunas personas que dirigen el cotarro, ¿cómo va a haber ningún interés en actuar contra ello o, simplemente, investigarlo?

Nada. Como os digo siempre. Hablo demasiado de ciertas cosas sin ningún tipo de filtro previo. Con lo cómodo que hubiera sido, con la gente que os pasáis por aquí o me seguís en las redes sociales, sacar tajada participando en ciertas cosas que dan mucha pasta. El problema es que, lamentablemente, me puede la ética, y mi moral, única e intransferible, hace que a mí haya cosas que no me gustan un pelo. Además, cambiar en esto, es algo que a estas alturas de mi vida ya es muy difícil.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.


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