Como sucede cada cierto tiempo y, además en este caso aprovechando la entrada del nuevo año, he aprovechado para hacer un lavado de cara al blog. Un lavado de cara que, al igual que he hecho las veces anteriores, incorpora algunos detalles técnicos que se ven menos, que también hacen (o deberían hacer) que el blog fuera muchísimo más fácil de consultar, más rápido de abrir y que, especialmente la navegación y visualización desde el móvil (cada vez más leen/leemos desde el móvil) se viera mejorada. No es el tema más bonito del mundo pero sí el más versátil que he encontrado. Por cierto, no he activado todas las posibilidades que tenía, pero sí que he puesto algunos detalles para mejorar la interacción con los que os pasáis por aquí más allá de los comentarios.

Se ha implantado un sistema de votación de los artículos, tanto mediante unas flechas como, al final de cada post, mediante la posibilidad de incorporar diferentes «reacciones» a la lectura. Sé que es algo muy peligroso, especialmente para alguien que tiene tantos trolls de pata negra como yo pero, espero, que al igual que he hecho yo, hayan hecho un borrón y cuenta nueva de ciertas cosas que hacían antes de las campanadas. Bueno, allá cada cual. Si a alguien le apetece ponerme a caldo, no voy a ser yo el que se lo impida. Además, ahora lo tienen a un solo clic.

Más allá del lavado de cara del blog, lo que sí que es importante es que voy a cambiar mi manera de relacionarme con las redes sociales en las que estoy y que uso habitualmente. Incluso es posible que este año le dé una oportunidad a Instagram (¡quizás se venga la primera publicación con la paella de hoy!). Todo desde perfiles abiertos y por eso he procedido a pasar de privada a pública mi cuenta de Instagram. Como me han dicho que ahí van más imágenes que otra cosa, ya os aviso que va a ser muy poco relacionada con la educación. O a lo mejor se mezcla, al igual que hago en mi cuenta de Twitter, todas las temáticas habidas y por haber. Nada, ya veremos cómo la uso. Por ahora voy a dejarla activada y voy viendo sobre la marcha.

Lo que sí que voy a hacer es mantener mi canal de Telegram solo para la publicación de los artículos del blog. Ahí sí que no va a haber ningún tipo de cambio.

Diréis que por ahora estoy manteniendo, salvo el caso de abrir Instagram, el mismo uso de las redes sociales que hacía este año pasado. Pues no, va a haber un gran cambio. Y además lo hago volviendo a una red social de la que había huido muchos años: Facebook. Me permite reflexiones mucho más amplias que Twitter y lo voy a usar, especialmente, para publicar además de los artículos que publico en el blog, cualquier información relacionada con educación o nuevas tecnologías que encuentre naufragando por internet. No me estoy refiriendo al perfil personal, que está más muerto que ese cerezo que algunos plantaron hace eones. Me estoy refiriendo a mi página de Facebook donde, a partir de ya, va a ir incorporando nuevas publicaciones, en la mayoría de ocasiones comentadas, acerca de temas que me interesan. Seguro que alguno me diréis… pero eso ya lo haces en Twitter. Pues sí, pero hay mucha gente que me ha preguntado por qué no publico en Facebook porque jamás se van a abrir una cuenta en la red del pajarito. Y, sinceramente, a día de hoy, veo Facebook bastante más sano, a nivel de interacción, que Twitter. Además, mi mujer, que es quien más sabe de redes sociales, lo usa habitualmente. Así que malo no ha de ser.

Eso sí, actualizaciones y publicaciones, sin ningún tipo de presión. Eso es lo importante, que las redes sociales no ocupen el tiempo que te apetece dedicar a otras cosas. No es malo usar redes sociales. No es malo tener un blog. No es malo escribir sobre tu trabajo, hobby, familia o sobre lo que a uno le apetezca. Lo malo es detraer ese tiempo de otras cosas.

Y sí, prometo intentar ser más comedido en ciertas cosas (especialmente respetando a las personas de forma individual, aunque no por lo que representan o hacen) porque, al final, todas las personas que están tras una cuenta en las redes sociales tienen su historia particular. Una historia que no siempre conocemos y que puede llevar a que necesiten decir ciertas cosas en las mismas.

Seguro que cambio el diseño del blog en un tiempo y, dentro de unas semanas, ya cambio el propósito de lo que hago con mis redes sociales. O quizás no. Veremos. Al menos si lo pongo por escrito, seguro que lo intento por unos días.

Finalmente un detalle, la portada que he enjaretado a todas las redes sociales que os he comentado anterioremente, que es la misma que ilustra este post, tiene todo su sentido para mostrar mis intenciones. 😉


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