Agosto es ese mes extraño en el que todo parece estar suspendido en el aire. Todo. El tiempo, los horarios, el sentido común y, por supuesto, la productividad. Pero cuidado… aunque el mundo parezca más lento, hay un montón de trampas disfrazadas de buenas intenciones que te pueden hacer perder lo poco que te queda de cordura.
Aquí van diez cosas que más te vale evitar si quieres llegar a septiembre sin necesidad de terapia intensiva. Y lo sé. Las listas las carga el diablo y siempre estarán sesgadas en función de quién te las plantee.
La primera es apuntarte a un curso online porque «ahora tienes tiempo». No, no lo tienes. Lo que tienes es la ilusión momentánea de que el tiempo es infinito solo porque no hay reuniones de Teams ni de esas presenciales en las que no acabas sabiendo ni qué se ha dicho en las mismas. Pero la promesa de “ponerte al día con la formación” en pleno agosto es una forma elegante de autosabotaje. Vas a ver el primer vídeo, saltarte el segundo y abandonar en el tercero. Lo sabes. Y yo también. Por cierto, si tienes ganas de trabajar en agosto es que quizás, y solo quizás, no has currado demasiado a lo largo del año. Dale una vuelta.
También es importante evitar tomar la decisión de decidir que este mes es tu mes para «ponerte en forma». Claro. En pleno infierno climático, tú vas a salir a correr, beber bebidas energéticas para recuperarte y descubrir el crossfit. Lo más parecido a una sentadilla que deberías hacer es agacharte a por una cerveza de la nevera. Y está bien. Porque sudar en agosto no cuenta como ejercicio. Cuenta como problema psicológico.
Leer es sano pero, de ahí a leer todos los libros que llevas acumulando en veinte vidas… ¿De verdad piensas que vas a liquidar esa pila de lecturas pendientes? Agosto no es para leer diez libros. Es para empezar tres, abandonar dos y acabar uno de 150 páginas que no te exija demasiado. Leer está sobrevalorado si lo haces por obligación. No conviertas el ocio en deber.
¿Y que pasa con lo de viajar a un sitio lleno de gente para “desconectar”? Nada dice “relax” como una cola de hora y media para subir a un teleférico, compartir apartamento con desconocidos y pagar cinco euros por un café con hielo (ya no entro en lo que te piden por una cerveza). Si tu idea de desconexión incluye peleas por una hamaca, tal vez deberías revisar tu concepto de descanso.
Entiendo que te gusten las redes sociales pero… revisar tus redes sociales cada 10 minutos porque “por fin puedes ponerte al día” no lo veo. Tu timeline también está de vacaciones. Lo único que vas a encontrar son pies en la arena, helados derretidos y frases motivacionales con filtros. Y cuanto más mires, más pensarás que tu agosto es insuficiente. No lo es. Lo que es insufrible es compararlo todo. O pasarte el día queriendo vivir la vida, normalmente falsa o manipulada, de otros.
Tampoco se te ocurra hacer propósitos de septiembre en pleno agosto. No. No es el momento. No empieces con el “a la vuelta haré más deporte, escribiré un blog y dejaré el azúcar”. Déjate en paz un rato. Ya habrá tiempo para autoengañarte con propósito cuando llegue el síndrome postvacacional. De momento, disfruta del caos.
Si tienes hijos, seguro que vas a intentar “aprovechar” el tiempo con tus hijos. Qué bonito suena eso de “hacer actividades en familia”. Qué poco real. Los niños quieren piscina, tablet y helado. No quieren que les hables de la importancia de los recuerdos compartidos ni que les propongas manualidades recicladas. Déjales en paz. Y date un respiro.
Lo de contestar correos del trabajo para que “no se acumulen” es un problema psicológico serio. No estás ayudando. Estás perpetuando un sistema enfermo que no sabe apagar el Outlook. Si respondes un correo en agosto, estás enviando otro mensaje… “estoy disponible siempre”. ¿Y sabes qué pasa con los que siempre están disponibles? Acaban quemados en septiembre. Las baterías de uno necesitan recargarse.
¿Queréis que empiece con lo de entrar a grupos de WhatsApp con nombres como “Claustro septiembre” o “Ideas curso 25-26”? Silencia. Archiva. Huye. No hay nada urgente que no pueda esperar al 1 de septiembre. Si lo hay, no debería llegarte por WhatsApp. Y si llega, recuerda… contestar en agosto es opcional. Ignorar es saludable. No entiendo a aquellos que se sienten orgullosos de enviar correos en agosto a su Claustro para comunicarles fechas o calendarios de inicio de curso.
Y, por cierto, no hace falta intentar ser feliz por decreto. Esa presión absurda por disfrutar a tope del verano puede ser más agotadora que el trabajo. No tienes que sonreír todo el tiempo, ni tener vacaciones épicas, ni hacer cosas “memorables”. Si estás vivo, más o menos hidratado y no has insultado a nadie en tres días, ya es un éxito.
Lo sé. Seguramente a estas alturas alguien dirá que no es un artículo en el que proponga nada. Va, para aquellos que siempre dicen que no propongo nada, voy a proponer cosas que sí que son sanas para este agosto. Ver series malas. Dormir siestas largas. Decir “no” sin justificarte. Comer helado sin calcular calorías. Quedarte en casa con el ventilador y un libro que no piensas terminar. En agosto, a veces la mejor forma de cuidarse es no hacer absolutamente nada útil.
Finalmente me gustaría deciros que hagáis lo que os dé la gana y, por favor, que ni este artículo ni todo lo que os digan terceros, os diga cómo debéis gestionar vuestro período vacacional. Las vacaciones son para gestionarlas como a uno le apetezca.
Descubre más desde XarxaTIC
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.