En el día de ayer un alumno de trece años apuñaló a un profesor en Murcia (enlace). La mayoría de intercambios en las redes sociales dando todo el apoyo al profesor agredido y condenando el hecho. Sí, habéis leído bien. He dicho la mayoría. Un grupo de personas, incluyendo algunos docentes, incidiendo solo en que el centro pertenecía a una congregación religiosa y, por ese hecho, ya estaba justificado el asunto o, simplemente, era una causa-efecto de una determinada doctrina.

No le daría mayor importancia si no fuera porque, en demasiadas ocasiones, los prejuicios pueden enturbiar la reacción ante cualquier hecho. Yo lo tengo claro: el profesor agredido es compañero mío. Algo que no excluye poder estar en contra de los centros educativos que segregan por sexo, por cuestiones socioeconómicas o con la subvención que reciben los centros privados concertados. A ver si dejamos de mezclar cosas. Una agresión en un centro educativo sufrida por un docente es una agresión sufrida por un docente. El otro debate tiene sus momentos y sus foros. ¿Excluyo ese debate? No. Simplemente estoy diciendo que es otro debate diferente.

Luchar por la mejor calidad educativa para nuestro alumnado y los mejores servicios públicos no puede hacerse haciendo mofa de cuestiones tan serias como ésta. Hay, entre una mayor permisividad y una mayor agresividad por parte de una MINORÍA (lo remarco porque es importante) de alumnado, una situación complicada en los centros educativos. Especialmente porque esto resiente a todo el sistema educativo. Y el sistema educativo lo formamos todos y todas los que trabajamos en él, llevamos ahí a nuestros hijos e hijas o, simplemente, formamos parte de una sociedad en la que los servicios esenciales son de todos.

Todo mi apoyo al docente agredido, a su familia y a sus compañeros. Todo mi apoyo al Claustro de ese centro, a las familias que llevan a sus hijos ahí y a todos, los que de forma más directa, se han visto impactados por la noticia. En este caso me da igual que sea un colegio del Opus, que expliquen inteligencias múltiples o que esté segregando al alumnado (por sexo o nivel socioeconómico). Y repito, este apoyo ante esta situación no excluye poder criticar otras cosas pero, como he dicho siempre, hay momentos y momentos.

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