Desde hace un año, existe un colectivo, formado por diferentes personajes más o menos relacionados con la docencia, cuyo único discurso es el insulto permanente a quienes no piensan como ellos. Además, usan como leitmotiv de su desprecio hacia quienes no piensan como ellos, que los que no son de su caterva son fascistas y colaboracionistas de la ultraderecha. Así, sin despeinarse.

Fuente: https://twitter.com/nolo14

Pero no solo eso. También se dedican a perseguir y acosar, tanto en sus cuentas A como en las B, a los que no piensan como ellos, señalándoles continuamente, para que se vea claro «que son los que están del lado contrario de los derechos humanos y de la inclusión».

Fuente: https://twitter.com/da_dedo/status/1683030447712878597

Lo sé. Nunca han intentado argumentar ni debatir sus propuestas. Yo intenté analizar en mi blog sus propuestas (I, II, III, IV, V, VI y VII) y preguntarles, ante las dudas que me surgían en alguna de ellas, qué querían decir. Y no, salvo pseudomenciones en sus cuentas (me leen siempre y aprovechan para criticarme sin mencionar mi nombre -¡qué pena de personajes!-), no me han respondido a nada. Supongo que esas son las ganas de contrastar que tienen. O, a lo mejor, es que las costuras que sí se rompen, son las suyas.

Pero bueno, a lo que íbamos. A su discurso acerca de que, ser retuiteados por algunos, ser seguidos por otros o, simplemente, considerar que hay cosas que proponen determinados partidos que no son de su cuerda son parecidas a las que defendemos algunos, ya implica que somos ultraderecha con patas. O, simplemente, fascistas. Da igual que tengamos posicionamientos educativos en las que bebamos de varias fuentes: somos fachas. Ser facha, por cierto, ahora lo incluye todo. ¿Defiendes la energía nuclear? Eres facha. ¿Consideras que el chorizo vegano es una chorrada? Eres facha. ¿Crees en la igualdad de derechos y deberes? Eres facha. ¿Quieres evaluar el sistema educativo? Eres facha. ¿No crees en la astrología? Eres facha. Joder, es que se les van a acabar los carnets.

Así pues, resulta curioso que, en el día de ayer, después de leer el programa electoral de Javier Milei (enlace), considerado en las cuentas de los del colectivo DIME, un enemigo de la educación que defienden, me encuentro con los siguientes puntos:

Fuente: https://filadd.com/doc/la-libertad-avanza-milei-2023-pdf-economia

Puntos que, en el caso del 4, del 5 y del 6, son ampliamente defendidos tanto por parte del colectivo como por sus miembros. Trabajo por competencias alejándose del modelo de transmisión de conocimientos, una creación de un grado para poder ser docente de Secundaria y la profesionalización de las direcciones que, permitiría, poder seleccionar a parte de su profesorado. Una crítica habitual es que no pueden, en caso de tener un docente en un centro, retenerlo porque hay unas listas meritocráticas. Y sería bueno, según ellos, que los directores pudieran mantener a parte de su plantilla. Lo han dicho en numerosas ocasiones. Podéis buscarlo.

Entonces, ¿si los puntos que aparecen en el programa electoral del partido La Libertad Avanza, de Javier Milei, se comparten por parte del colectivo DIME, implica que los del colectivo DIME son de la ultraderecha? Lo de ultraderecha es lo que dicen ellos que es Javier Milei. Así pues, lo que están haciendo, según sus argumentaciones previas, es ser ultraderecha.

Lo sé. A poco que alguien tenga un poco de sentido común ve que lo anterior es un símil falso. Al igual que lo es la mayoría de las relaciones que establecen los del colectivo DIME en ciertas cosas. Así pues, permitidme que use el «efecto bumerán» que os he comentado para hacer unas cuantas reflexiones acerca de la política educativa. Y además, para mojarme ya del todo, lo voy a hacer en clave personal.

Yo soy de los que estoy a favor de potenciar el esfuerzo, reducir las disrupciones en el aula (que perjudican más al alumnado más vulnerable) y del conocimiento poderoso. Lo sé. Esto es muy parecido al programa electoral de un determinado partido. ¿Soy de ese partido? Pues va a ser que, por suerte, mis decisiones/opciones acerca de cómo debería ser la educación se basan, tanto en la experiencia como en las evidencias. En lo que veo y en lo que ven mis compañeros. Eso sí, siendo de Tecnología, mi enfoque no será nunca el mismo que el de un especialista, por ejemplo, de Matemáticas, Filosofía, Educación Física o Lengua. Cada materia tenemos nuestras propias características.

No me gusta la LOMLOE. Tampoco me gustaba la LOGSE. Y eso no quiere decir que quiera volver a la LGE. Creo que hay cosas que antes funcionaban y cosas que no. Creo que hay cosas que ahora no funcionan. Pero eso va mucho más allá de la supuesta e inexistente nostalgia de la EGB. Quiero lo mejor para mi alumnado. Querer lo mejor para ellos, es querer lo mejor para mí porque, a mejor aprendizaje y pensamiento crítico, mejor sociedad vamos a tener.

También estoy a favor de la investigación educativa. De la evaluación de todo el sistema educativo. De la reducción de ratios. De la mejora de la formación, tanto inicial como continua, del profesorado. De la necesidad de prohibir los teléfonos móviles en las aulas. De usar las mejores herramientas tecnológicas (me da igual que sea software libre o privativo mientras respete la privacidad del alumnado). De mejorar el control de lo que sucede en los centros educativos mediante la ampliación y reconfiguración del cuerpo de inspectores.

Va, voy a pisar charcos. Estoy totalmente a favor que el alumnado de determinadas zonas de la Comunidad Valenciana y alumnado que viene de países extranjeros estén exentos de ser evaluados de valenciano (es la denominación que aparece en el currículo y en el programa informático). Yendo todavía más lejos, estoy en contra del bilingüismo cutre en inglés y de la imposición de una lengua, entre las cooficiales, para dar clase. Creo en la libertad de los docentes que quieren que su alumnado entienda.

Creo en una Selectividad única a nivel estatal, en un currículo menos extenso, en potenciar, especialmente a ciertas edades, las materias curriculares más manipulativas. Creo en la necesidad de establecer procedimientos externos de evaluación del aprendizaje del alumnado. Creo también en la necesidad de racionalizar el gasto público, analizando el impacto económico de los proyectos que se están realizando. Y luchar por una eficiencia del sistema con control de todos los recursos públicos.

Estoy a favor de ayudar especialmente al alumnado más vulnerable. En diferenciar el concepto de integración con el de inclusión. En eliminar los centros gueto. Me gustaría eliminar la religión de las aulas o, en caso de no poderse hacer, trasladarla al sábado y así no perjudicar, con una hora de atención educativa, al alumnado que no la cursa. O, en caso de ser obligatorio su mantenimiento, ofrecer una alternativa evaluable, con un abanico de materias optativas de calidad.

Me gustaría simplificar la burocracia, mejorar los procesos y establecer un sistema de rendición de cuentas para quienes ejerzan funciones directivas en los centros. Quiero aumentar las competencias de los Claustros y la transparencia cara al Consejo Escolar. Crearía un banco de materiales educativos gratuitos y potenciaría un equipo para que los creara. Así los docentes podrían optar por el material gratuito o por acudir a alguna editorial.

Crearía un sistema de evaluación, formado por expertos en ese ámbito. Revisaría el funcionamiento de las Facultades de Ciencias de la Educación. Cambiaría los requisitos de acceso a las mismas y también el acceso a la docencia, tanto en centros públicos como privados.

Y todo eso que propongo, lo defienden tanto partidos de «derechas» como partidos de «izquierdas». Es por ello que me resulta muy preocupante que, aunque les haya explotado en la cara, existan colectivos, docentes o, simplemente personas interesadas en la educación, que hagan el reduccionismo tan absurdo entre políticas educativas de derechas o de izquierdas. No es tan sencillo. Además, por suerte, a algunos nos gusta escoger, aunque tengamos una ideología global determinada, lo mejor de cada propuesta política. Somos así de raros. Siempre, claro está, con el principio de precaución que nunca debe obviarse.

Debemos intentar apelar a criterios técnicos cuando hablamos de educación. Somos profesionales. No deberíamos caer, ni en abrazar acríticamente ciertas cosas, ni en jugar a propuestas de los «míos» o de los «tuyos» porque, al final, lo único que conseguimos con lo anterior es hacerle el juego a quienes tienen unos objetivos muy poco educativos.

Perdonad la incoherencia del post, pero creo que debía escribirse. Además, como bien sabéis, me gusta reflexionar en voz alta. Incluso que solo sea para mí.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento o haceros mecenas del mismo…


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