Hay personajes inefables en las redes sociales que te dan, en ocasiones, inspiración para escribir determinados artículos. Hoy debo agradecer la inspiración a uno que, habiendo dicho que en una de sus últimas publicaciones tenía ciento cincuenta insultos. Como estoy enfermo y aislado en casa, me puse a buscar esos insultos. Y, ¿sabéis qué? Los que tenía en el momento de publicar eso eran menos que los dedos de una mano. Por cierto, en ese momento tenía poco más de ciento cuarenta comentarios. Nada, una invención de manual.
Pero bueno, agradeciendo a uno de los mentirosos más habituales de las redes, faltón sin escrúpulos y verdugo que siempre va de víctima, me gustaría aprovechar para traeros, ya que estamos en vacaciones y, como os he dicho, no me interesa hablar de trabajo, un pequeño decálogo para detectar a los mentirosos en las redes sociales.
En las redes sociales casi todos somos ricos, guapos y felices. Pero, ¿cómo saber cuándo alguien está adornando la realidad un poquito (o mucho)?
Si veis a alguien publicando fotos de playas paradisíacas sin una sola nube en el cielo, es probable que hayan pasado más tiempo editando la foto que disfrutando del sol. ¡Viva el Photoshop! O cualquiera de sus alternativas gratuitas y/o libres cutres. Las fotos de vacaciones perfectas son, como podréis intuir, una mentira.
¿De verdad alguien se levanta a las 6 de la mañana para compartir una cita (des)inspiradora de Paulo Coelho? ¿De verdad alguien publica frases de mister Wonderful a esas horas? O son auténticos cafres del «citismo» o, simplemente dejaron programada esa publicación. Así que no os la cuelen. A las 6 de la mañana uno no publica citas inspiradoras. Bueno, algún raro sí, pero cuando veis tantas por las redes, seguro que la mayoría están publicadas en otro momento. Otros, por desgracia, no publicamos citas inspiradoras nunca. No somos tan guais.
Yo no voy al gimnasio pero, si alguien publica un selfi en el gimnasio todos los días, es probable que pase más tiempo buscando el ángulo perfecto que haciendo ejercicio. ¡Qué dedicación!
Esa foto de un plato gourmet en un restaurante de lujo puede ser simplemente una imagen sacada de Google. O peor, ¡de la cuenta de Instagram del propio restaurante! Conozco a un compañero, muy relacionado con el primero que he mencionado al principio del artículo, que un día publicó en las redes sociales una paella y, curiosamente, estaba comiendo en una mesa al lado mío otra cosa. Así que, vigilad antes de creeros nada. Lo mismo que las paellas que publicaba yo cada domingo en X. Podría haber sido siempre la misma foto.
Las parejas que publican constantemente sobre lo felices que son y lo mucho que se aman suelen estar a un paso de una discusión monumental. ¡El amor verdadero no necesita tantos filtros! Publicar relaciones perfectas esconde lo que ya sabemos.
Éxitos laborales constantes. Si alguien está siempre publicando sobre sus logros laborales, es posible que estén exagerando un poco. O mucho. ¿De verdad alguien tiene tantos ascensos en un año? ¿De verdad alguien trabaja tanto como se vende algunos que hacen en las redes sociales? Dicen tanto lo que trabajan que siempre me he preguntado cuándo van a tener tiempo de trabajar realmente.
Esa persona que parece estar siempre viajando puede estar usando fotos de viajes pasados o, peor aún, fotos de otros. ¡Cuidado con los trotamundos de sofá!
Los cuerpos perfectos en las redes sociales suelen ser el resultado de buenos ángulos, buena iluminación y, por supuesto, buenos filtros. ¡La realidad es otra cosa! Salvo, claro está, cuando me dedique a incorporar a mi Instagram (que no uso) una foto con mi último modelo de bañador que, como siempre sucede con toda la ropa que me pongo, realza mi figura estilizada.
Los que siempre tienen una opinión fuerte sobre todo suelen estar buscando atención. La próxima vez que veas una publicación incendiaria, recuerda que el drama vende. Y que, posiblemente, a lo mejor ni hay drama ni sucede lo que dicen que ha sucedido.
Si alguien nunca publica sobre sus problemas o días malos, es probable que estén ocultando algo. Todos tenemos días malos. Bueno, algunos parece que no. Eso sí, ¿es necesario publicar continuamente cómo se encuentra uno en internet? Lo sé. Cada uno que use las redes sociales como quiera pero es que buscar cariño y comprensión en desconocidos no lo veo. Soy mucho más de contactos más cercanos. Llamadme raro.
En las redes sociales debemos navegar (o naufragar) con mucho escepticismo. ¡No todo lo que brilla es oro! Y, en ocasiones, ese brilli brilli dista mucho de parecerse a nada real.
Disculpad que me haya dado ahora por los decálogos. Es que, como os he dicho antes, me apetece escribir y no tengo ganas de ceñirme a lo de siempre. Entiendo que algunos no puedan salir del bucle de hablar de su curro. Otros, por suerte, tenemos vida fuera de nuestro trabajo. Y tenemos otras cosas de las que podemos hablar. Otras cosas que son tanto o más interesantes que nuestra profesión.
¡Disfrutad del día!
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