La convocatoria era inocente.

Una cena de final de evaluación “entre quienes quedaran con fuerzas y ganas”.

Se celebraba todos los años.

Nadie la mencionaba en los claustros.

Todo el mundo sabía de qué iba.

TORREZNO 3PO, por supuesto, acudió.

En calidad de observador interplanetario.

Y porque alguien le había dicho:

-Torrezno, esta no te la puedes perder. Aquí se corrige más que exámenes.

La cena fue en un local discreto, sin carteles.

Al entrar, las mesas tenían nombres de departamentos, pero los asientos eran libres.

Primer detalle sospechoso.

En la primera hora, conversación trivial:

  • “¿Te han publicado los horarios?”
  • “¿Sabes si vuelve la de Plástica?”
  • “¿Esto entra en el cómputo de formación interna?”

Pero con la segunda copa… empezaron las miradas que no constan en actas.

Un profesor de Filosofía, normalmente tan ascético como su aula, se convirtió en experto en bailes latinos.

Una interina de Inglés se rió demasiado fuerte de un chiste que no era especialmente bueno.

Una docente de Tecnología dijo con voz grave:

-Yo corrijo exámenes… pero también (…)

TORREZNO, perplejo, detectó un aumento de temperatura corporal en varias mesas.

No era la calefacción.

Era la posibilidad.

A las 00:47, el karaoke fue sustituido por un juego de mímica.

La palabra “currículo” fue interpretada con una sensualidad que jamás mereció.

Un docente de Educación Física terminó en la pista con tres botones de menos.

Una profesora de Sociales lanzó un “¿tú eres de ciclo largo o corto?” que no iba dirigido al sistema educativo.

En un rincón oscuro del local, TORREZNO observó:

  • Dos docentes compartiendo auriculares… y confidencias.
  • Unos labios que rozaron una copa… y luego no solo la copa.
  • Una conversación sobre “experiencias metodológicas” con un nivel de subtexto digno de la novela erótica del año.

Y entonces lo entendió:

La tensión contenida de meses de trabajo intenso, emociones reprimidas, claustros eternos y protocolos ambiguos… estaba explotando en forma de deseo pedagógico no reglado.

A las 02:03, alguien gritó:

-¡Por una vez, que nadie evalúe nada!

Ovación.

A las 03:12, dos docentes salieron juntos.

No dijeron adónde.

Nadie lo preguntó.

TORREZNO se acercó a la barra y preguntó al camarero:

-¿Esto es normal?
-Es lo más normal del curso, amigo. Pero solo pasa una vez al año. Y no se graba.

Ya en su bitácora, escribió: “Las emociones humanas a veces necesitan espacios fuera del aula. Lugares donde la pedagogía se evapora y queda solo el cuerpo. El contacto. La química. A veces, educar también es dejar de hablar. Y bailar. O lo que venga después.”

Y cerró con una frase que oyó al salir, dicha por una profesora con tacones en la mano y voz de confesión feliz: “Esta noche he hecho competencias clave… pero en horizontal.”

Podéis encontrar todos los capítulos de TORREZNO 3PO en la siguiente página. Espero que lo estéis disfrutando. Gracias por acompañarme en sus aventuras.


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