Lucía entró el lunes por la mañana al aula 2.03. La llave funcionaba, la pizarra no tenía mensajes hostiles y, milagro absoluto, había sillas para todo el grupo. A las 9:03, TORREZNO 3PO anotó en su bitácora: “El aula asignada parece funcional. El optimismo humano es asombroso.”

A las 9:12, todo cambió.

Un correo con asunto… «CAMBIO URGENTE DE AULAS – ACTUALIZACIÓN IMPORTANTE»

Texto escueto…

«Por necesidades organizativas, la profesora Lucía deberá impartir sus clases en el aula 3.06 a partir de mañana. Disculpad las molestias.»

Lucía suspiró. El aula 3.06 estaba en el ático pedagógico, también conocido como «donde mueren los proyectores». Subir allí con los libros, la caja de juegos cooperativos y las fichas plastificadas era como preparar una expedición.

TORREZNO, desde el fondo, observaba y pensaba: “Las aulas humanas son asignadas por lógica cuántica. No hay espacio fijo. Solo posibilidades.”

El martes, cuando Lucía llegó al aula 3.06, ya había una profesora dentro. Con 27 alumnos. Y cara de no tener intención de marcharse.

Tras una peregrinación de tres plantas y dos pasillos, el jefe de estudios apareció con una sonrisa zen.

—Al final te dejamos en el aula de Música. Está libre esta semana. Eso sí, no se puede mover nada. Y está sin wifi. Pero tiene luz natural.

La luz natural, aparentemente, compensa la falta de sillas, enchufes y paredes rectas.

Allí fue Lucía también el miércoles.

Los alumnos llegaron confundidos. Uno preguntó si estaban en una extraescolar. Otro, si había que traer flauta. Una tercera, directamente, se fue.

Ese mismo miércoles, a las 13:07, llegó otro correo… «Reorganización de espacios por necesidades logísticas. Lucía impartirá clase en el aula de plástica mientras se revisa la climatización del aula de Música. Gracias por vuestra flexibilidad.»

Lucía miró a TORREZNO.
—¿Tú también te estás mareando?

TORREZNO ya había desplegado un mapa. Lo tituló «Cartografía del Nomadismo Educativo.»

El jueves llegaron al aula de plástica. No había mesas. Solo caballetes, un busto de escayola y una caja con temperas abiertas. La clase transcurrió entre colores, resignación y alumnado que preguntaba si eso contaba como arteterapia.

El viernes, sin previo aviso, estaban de vuelta en el aula 2.03.

Lucía se detuvo en la puerta. Sobre la pizarra, alguien había escrito… «Bienvenida de nuevo. De momento.»

TORREZNO 3PO anotó en su bitácora: «A diferencia de sus mapas, los humanos nunca están seguros de dónde están. Pero siempre saben dónde deberían estar. Y eso, en educación, es ya un acto de fe.»

Todos los capítulos de TORREZNO 3PO se irán incorporando en la siguiente página y el libro, en formato digital, de la primera temporada de TORREZNO 3PO: un alien en educación, os lo podéis descargar desde aquí.

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