Ninguna innovación educativa es verdadera innovación educativa

“Ningún escocés verdadero”, también denominada como “apelación a la pureza”, es una de las falacias más utilizadas por algunos gurús educativos en las redes sociales, en los medios o en las tarimas desde las que, curiosamente, denostan esas tarimas.

La falacia consiste en lo siguiente:

  • Persona A: Ningún escocés pone azúcar en su desayuno.
  • Persona B: Mi tío Agus, que es escocés, pone azúcar en su desayuno.
  • Persona A: Lo que ocurre es que tu tío Agus no es un verdadero escocés.

Trasladad lo anterior a, por ejemplo, la innovación educativa. Qué demonios. Trasladadlo a alguna de esas modas que se están vendiendo, por parte de algunos, como solución a todos los problemas educativos. Estad atentos a cómo responden los que las venden a las respuestas.

Pues sí, seguramente habréis oído, para justificar ciertas cosas, alguno de los siguientes ejemplos: “Lo que haces como DUA no es verdadero DUA”, “Lo que haces como ABP no es verdadero ABP”, “lo que haces en tu aula como flipped no es verdadero flipped”,… y así hasta el infinito. Intentando siempre justificar lo injustificable mediante la típica falacia comentada al principio del post. Algo jamás va a hacerse bien porque “no se hace de la forma verdadera”.

Se trata de una falacia recurrente en todo el entramado, tanto económico como mediático, de la innovación educativa. Cuando se analizan los resultados y se observa, en la mayoría de ocasiones, que el alumnado ha aprendido menos, siempre sale la justificación de “es que no se ha innovado como debería innovarse”. La culpa jamás es del método o del constructo pedagógico. La culpa, como siempre, de la pureza del método, del docente que no sabe aplicarlo en su aula o, por qué no decirlo, del alumnado que no sabe aprovechar ese método milagroso para su aprendizaje.

Cuando una metodología o una estrategia de aula no da los resultados que, desde la tarima, las redes sociales o los medios de comunicación, se dice que dan determinadas metodologías o estrategias de aula, se usa el argumento de la pureza. Es que no se es suficientemente capaz para implementar ciertas cosas. Es que no has entendido bien qué y cómo debes hacer las cosas. Es que lo que yo te había dicho que hicieras así lo has hecho asá. Es que, en definitiva, el único que sé cómo aplicar esto que, en el 99,99% de los casos jamás he aplicado, soy yo. Y así es imposible ganar en un debate. No hay argumento. Hay falacia. Una falacia contra la que siempre uno va a perder.

Más allá del ad hominem u hombre de paja existe la falacia del verdadero escocés. La falacia más usada y que, a poco que observéis una conversación entre los que venden ciertas cosas y sus críticos, observaréis. Es que, como bien sabemos los que damos clase en un aula de verdad con alumnado de verdad, las métricas y las verdades metodológicas distan mucho de estar a la orden del día. Eso sí, sin verdades absolutas, cómo podrían algunos sacarse la pasta que se están sacando o subirse el ego como necesitan. No podrían.

Muchas gracias al que me da las ideas de los últimos artículos. Ese compañero en la sombra cuya mente está muy por encima de mí. Ya me he descontado de las paellas que le debo.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉

 

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