Nada.

NADA en mayúsculas.

nada en minúsculas.

Res en català.

Ezer ez en euskera.

Nada en gallego.

Nothing en inglés.

Rien en francés.

Nichts en alemán, etc.

Eso es lo que sé de la vacuna de AstraZeneca. Eso sí, si queréis busco en Google o retuiteo algo en Twitter y me las doy de experto. O, simplemente, me pongo a fabular teorías de la conspiración, dignas tanto de Octavo Centenio. Tengo desde conspiraciones capitalistas hasta las del chip, pasando por la creación del virus por parte de una raza superior.

Soy docente y ya sé poco de educación. Como para saber algo de un tema en el que no me he formado, ni sé qué significan la mitad de los nombres que salen en las investigaciones que, por lo visto casi todos en Twitter conocen. Esto es igual que cuando se muere un autor… todos han leído sus libros menos yo. El intrusismo profesional del que tanto nos quejamos los docentes, parece que ahora muchos de nosotros estemos usándolo. Y yo, por suerte, me fío de lo que me digan y dejo que las decisiones sobre esto la tomen otros.

Si queréis después de copa, puro y dos avemarías me pongo a fabular sobre vacunas. Opinar es libre. Lamentablemente no todas las opiniones tienen la misma validez. Y las mías acerca de las vacunas o del COVID, más allá de especulaciones insensatas o inventos varios, tienen un valor entre cero y menos uno.


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