Ya os he dicho que, por desgracia, las tareas profesionales y si quiero dedicar un poco de tiempo a temas personales, me hacen escribir menos de lo que me gustaría. Le estoy dando, como habéis podido comprobar, menos cariño a esta bitácora personal del que en situaciones «normales» le podría dar. Eso sí, hoy voy a aprovechar para contaros un secreto. Aparte de temas profesionales (por los que me pagan y que intento hacer lo mejor posible) o dedicar ese cariño a la gente que se lo merece (¡aguantarme ya es un reto!), también hay una cuestión en la que últimamente estoy investigando y reflexionando. Me estoy refiriendo a la inteligencia artificial. IA para resumir a partir de ahora.

No soy un experto en IA. No conozco los algoritmos que subyacen tras las diferentes herramientas. No tengo claro el mejor prompt (en castellano, instrucciones) para que se me dé la mejor respuesta posible. Eso sí. Hay algo que tengo claro. Debemos subirnos al carro de la IA y lo debemos hacer de la mejor forma posible. Y ello implica, a pesar de que no cambien los procesos básicos de enseñanza-aprendizaje, que toca ponerse las pilas. Parece que esto no sea el bluf de las gafas de realidad virtual. Parece que esto no sea el bluf del flipped classroom. Parece que este no sea el bluf de las siglas que han ido apareciendo cada cierto tiempo en el ámbito educativo. Creo que esto va mucho más allá. Lo digo con todas las precauciones posibles y siempre con la posibilidad de estar equivocado. Además, si me habéis leído algún artículo relacionado con el tema, yo he sido de los más escépticos pero no puedo negarme a ver la realidad.

Hay algo que sí que me gustaría apuntalar de la IA. Lo explican muy bien en el siguiente vídeo.

No deberíamos usar la IA para un ámbito que no conozcamos profesionalmente. Si no tenemos ni idea de lo que sucede en un aula ni de educación, no deberíamos decir a la IA que se monte una película sobre procesos educativos que no conocemos. No podemos creer a pies juntillas, como hacen algunos que publican en medios de comunicación, que la bibliografía que nos suministra ChatGPT, Copilot, Grok o Claude es cierta. No podemos darle a publicar cualquier cosa sin hacer una lectura y aplicar nuestros conocimientos a lo que nos muestra la IA.

Por cierto, permitidme un inciso, nadie debería publicar artículos educativos o hablar de educación usando lo que le suministra su IA de cabecera con unas instrucciones cutres. Especialmente si lo que queremos es dar una información veraz y de calidad.

Lo de las «halucinaciones» que comenta Pau García Milà en las redes sociales (recomiendo seguirle en alguna) es algo muy importante. No busquemos soluciones con la IA a cosas que desconozcamos. Busquemos soluciones profesionales a algo en lo que ya somos profesionales. Si no lo hacemos así, por desgracia, vamos a meter la pata. Y, aunque no os lo parezca, meter la pata en educación, aunque los efectos solo se vean a medio plazo, es algo de unas consecuencias muy graves.

Unas reflexiones rápidas otro domingo en el que estoy muy preocupado por ciertas cosas a las que, por desgracia, no veo ningún tipo de solución. Eso sí, siempre hay otras con las que espero decidir el enfoque correcto. Veremos…


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