El otro día, mientras hablaba con teléfono con alguien muy cercano, también relacionado con la profesión docente, surgió la típica conversación acerca de si uno era buen o mal docente en función de su posicionamiento educativo. De si era mejor un docente pro deberes que uno anti. De si, en definitiva, comprar los deberes implicaba comprar, por ejemplo, la necesidad de desterrar completamente la tecnología de las aulas.

Y ahí está el quid de la cuestión. De la aparición de colectivos educativos que venden un pack completo. De la necesidad de comprar el champú, el gel y el acondicionador, junto con el cepillo, para poder decir que sabes de pelos y estás en el lado correcto. Algo que, traducido a la educación, algunos obligan a adquirir sin ningún tipo de cuestionamiento.

A mí hay cosas que me gustan de muchas proclamas educativas. Hay otras que me chirrían y, finalmente, hay las que nunca acabaría comprando. Y compro o vendo con independencia de que me caiga mejor o peor el vendedor. Jamás he comprado nada, y menos en los últimos tiempos, porque me entre por los ojos, la nariz o los oídos. Ya no digamos quedarme solo con poder tocar una parte para tener que quedarme con el todo. No puedo. No me sale. No está, actualmente, en mi forma de actuar.

Reconozco que es muy cómodo comprar el pack completo de docente que venden algunos. Reconozco que, para no estar solo, hay algunos que acaban comprando todo el kit para ponerse la pegatina que incluye el mismo y poder, con la misma, poder hacerse gestos con otros que también la lleven. Es fantástico sentirse formando parte de una familia pedagógica. Más todavía si no hay ningún elemento díscolo que se empeñe en cuestionar alguno de esos legajos que denominan reglas inamovibles.

No quiero que este post suene a crítica. No lo es. No critico en el mismo ningún colectivo o asociación educativa. No estoy criticando a nadie que piense A, B o C. Estoy, simplemente, mostrando mi preocupación, creo que compartida por algunos de los que os pasáis por aquí, de la necesidad de comprar packs educativos cuando, al final, lo único que necesitamos es una parte de este pack, una parte de otro y quizás, en un futuro, cambiar lo que hemos adquirido del primero porque no nos vale y las evidencias indican que no nos funciona.

Estoy cansado. No me hagáis mucho caso. Tan solo os pido que penséis en si realmente necesitáis todo el pack que venden algunos y a qué os estáis comprometiendo comprándolo. Pensadlo un poco. No mucho porque, ya os digo yo, que estas no son horas para hacerlo. Ni estas ni ninguna. Dejádselo a algunos, como el (…) que está tras este artículo, que piensa demasiado las cosas.


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