Hace unos días conocimos la noticia del «despido» de Leire Martínez por parte de los otros miembros del grupo musical La Oreja de Van Gogh. Y, tal y como sucede en este tipo de noticias, especialmente si antaño existía otra vocalista muy mediática en el grupo, en este caso Amaia Montero, todo fueron comparativas interesadas, tanto en redes sociales como en tertulias de bar. Incluso se habló de ello en algunas paellas. Algo que me lleva a trasladar el hecho al contexto educativo. Deformación profesional le llaman. Obsesión educativa me da la sensación.
¿Canta mejor Leire que Amaia? ¿Os gusta más el tono de voz de Leire o el de Amaia? ¿Influye ese tono en el éxito de las canciones? ¿Realmente consideráis que, en este caso, hay diferencia suficiente entre ambos timbres para hablar de que alguien canta bien o mal? Pues, en mi humilde opinión, creo que no.
Lo anterior lo podemos extrapolar fácilmente al contexto educativo…
Hay propuestas metodológicas que para algunos pueden ser mejores que otras. Hay abordajes que, dependiendo de la clase y de la asignatura que uno imparta, pueden funcionar mejor o peor. Hay herramientas que pueden ser funcionales para un docente y para otros entorpecerle su forma de dar clase ya que, por desgracia, se supeditan por presión externa, a ellas.
Por tanto, ¿quién decide, dentro de un gran abanico de estrategias y herramientas, todas con una funcionalidad «correcta», la que es más o menos adecuada para el aprendizaje del alumnado? ¿El que las ve o el docente que las usa? Sí, lo sé. La respuesta es bastante sencilla de dar.
Entonces, ¿por qué insistimos, salvo cuando hay cosas que no funcionan en ningún contexto, en insistir en un uso privativo de A o de B? ¿Por qué no nos quedamos con las canciones cantadas por Leire y Amaia, cada una con sus características propias? ¿Por qué no aislamos el debate a que alguien, por motivos que poco tienen que ver con la música, nos caiga mejor o peor?
Lo sé. La reflexión parece inconsistente y lo de mezclar música con educación quizás, para alguno de vosotros, sea parecido a la mezcla de churras y merinas pero… ¡dadle una vuelta!
Y sí, el artículo de hoy lo he escrito escuchando a La Oreja de Van Gogh. 😉
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Como otra maestra, pero con especialidad de música, no puedo evitar hacer el comentario musical también. Será porque afino el oído o por mi formación musical, pero sí veo diferencia: el tono sí lo tienen parecido, el timbre no, el timbre es lo que diferencia 2 voces, y no hay 2 voces iguales. Y aún así, tiene más rango vocal Leire, llega a notas que Amaia no llegaría.
Dicho esto, también mezclaré con educación, y la mala fama de la memoria en la educación ‘moderna’. Tanto Leire como Amaia, en sus etapas se han tenido que aprender todas las canciones para los conciertos. ¿Cómo se las han aprendido? Memorizando. Ah, pero que memorizar es ‘muy malo’ y no hay que ‘memorizar’ las canciones sino ‘aprender a razonarlas’ jajaja. A ver los que dicen eso de la memoria, ya me dirán sin trabajar la memoria cómo se pueden aprender canciones por ejemplo.
P.D Me alegro mucho de que vuelvas a escribir.
Lo que me sugiere tu comentario es que el docente tiene que, una vez familiarizado con todo tipo de directrices, herramientas, etc., disfrutar de la confianza y la autonomía necesarias para trabajar su materia de la forma que el propio docente estime oportuna, en su aula y situación concreta. La libertad de cátedra es importante, y es lo que mejor garantiza los intereses de los alumnos, encauzados por su profesor.