No me gusta nada hablar de recuerdos subjetivos ni de opiniones en las que, por desgracia, algunos acaban mezclando las ganas de que sean verdad al margen de la realidad de lo que sucedió en su momento. La memoria histórica de la Educación en España está plagada de falacias, errores de visión e interés para algunos de hablar más, o bien de su éxito o bien de su fracaso. Para ellos este post.

Una de las cosas que se critican a la EGB, incorporada dentro del sistema educativo por la Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, es la gran cantidad de alumnado que no continuaba los estudios. Y siempre se ha leído, por parte de esos críticos, la frase de que «el alumnado que no aprobaba la EGB dejaba de estudiar».

Pues bien, resulta que esto no era así. No lo digo yo. Lo dice la Ley que, en su artículo 20 indica textualmente lo siguiente:

Uno. Al término de la Educación General Básica, los alumnos que hayan realizado regularmente los distintos cursos con suficiente aprovechamiento, recibirán el título de Graduado Escolar. Aquellos que reúnan las condiciones anteriormente citadas, deberán realizar pruebas de madurez, de acuerdo con las normas que dicte el Ministerio de Educación y Ciencia.

Dos. Los alumnos que al terminar la Educación General Básica no hayan obtenido el título a que se refiere el párrafo anterior, recibirán un Certificado de escolaridad.

Tres. El Certificado de escolaridad habilitará para el ingreso en los Centros de Formación Profesional de primer grado. El título de Graduado Escolar permitirá además el acceso al Bachillerato.

Ya lo veis. La EGB se podía aprobar o no, pero eso no era relevante para continuar los estudios. Además existía algo que se ha vendido como novedad por la LOGSE y derivados posteriores, que es la prueba de madurez para obtener ese título.

No era relevante, como he dicho antes, porque sin la EGB cualquier alumno de nuestro país podía recibir, en caso de no superar la EGB, un certificado de escolaridad que permitía el acceso a Formación Profesional. Una Formación Profesional que, por cierto, era gratuita y disponía de suficientes plazas para todos los que querían cursarla. Ni un solo alumno de esa época se quedó sin poder estudiar por cuestiones económicas. Y una parte del mismo que iba por FP entró en las Universidades con una reserva de plazas amplia y suficiente.

Así que, por favor, si queremos criticar la EGB (que es criticable y tiene puntos que he criticado en numerosas ocasiones) no acudamos a la mentira. No dejaba a nadie fuera del sistema. No excluía a nadie. No valoraba el nivel económico de entrada ni filtraba por situaciones sociofamiliares. Y no había, como dicen algunos, repeticiones masivas entre el alumnado que asistía a clase regularmente.

Por tanto, si lo que cuestionamos es el porcentaje de alumnado que no continuaba a partir de los 14 con la EGB, lo que tenemos que buscar son causas que no son del sistema educativo. Y eso implica que muchos discursos en contra de la EGB caen por su propio peso.

La EGB no era una panacea. Eso sí, no olvidemos que, después de haber desmontado la FP con la LOGSE, cargándose tanto el acceso de docentes que venían de trabajar en talleres para dar las asignaturas más prácticas, eliminando los centros específicos de FP (que ahora, por suerte, algunas Comunidades están recuperando) y haciendo el error de, en lugar de mejorar la EGB, cargársela en su totalidad sin mantener nada de lo que funcionaba, ahora no tenemos un mejor sistema educativo que el de antaño. Lo sé. Hay cosas que funcionan mejor pero, como he dicho, haber prescindido de cosas que funcionaban bien y de otras a las que solo deberíamos haberles dado una vuelta, hemos perdido muchos años dando bandazos legislativos a nivel Ley Orgánica.

Muchas gracias «Genn» por tu publicación en X. Ha servido para que pudiera, con la normativa, desmontar algunos discursos de algunos que mienten acerca de lo que era la EGB. E insisto, no era una maravilla, pero tampoco tan perversa como algunos pretenden que fuera.

No añoro la EGB, sus aulas masificadas, ni el que el alumnado con 14 años pudiera abandonar los estudios, pero sí todas esas cosas (no pocas) que funcionaban y que permitieron que muchos alumnos de esa época rompieran el techo de cristal, pudiendo vivir mejor que sus padres.

A disfrutar del domingo. De esa hora más en un horario que, personalmente, no me gusta y de la paella los afortunados que, como yo, vais a poder disfrutar. Vale un sucedáneo en buena compañía porque, como he dicho siempre, lo mejor de cualquier comida, más allá de la comida en sí (que es importante) son las personas con las que la compartes.


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