Sé que es muy bonito, como organizador de uno y asistente a algunos, poder acudir a un lugar en el que cientos de docentes puedan interactuar entre ellos. Reconozco que no hay nada que insufle más energía, de forma muy puntual y efímera, que encontrarte con docentes que piensen igual que tú y tengan, en líneas generales, el mismo concepto de la educación. Sé que es fantástico escuchar siempre lo mismo mientras, de forma cada vez menos disimulada, te pones a tuitear tu existencia en ese evento plagándola de hashtags mientras, alborozados los que no han podido asistir en directo, gritan y refrendan online los mismos eslóganes de siempre. Claro que mola. Igual que ir a ver un peli en el cine de esas que tanto nos gustan.

A día de hoy tengo claro que voy muy justo de esperanzas en esos macrocongresos. Estoy cansado de esas clases magistrales para criticar la clase magistral. No me llenan las experiencias edulcoradas de nadie que cuenta encima de una tarima porque, al final, todo lo que se cuenta tiene más de falso que de real. Otra cuestión sería hablar de temas científicos o hacer divulgación educativa pero, como todos sabemos, estos macrocongresos, en su inmensa mayoría, solo sirven para satisfacer el ego de algunos y hacer caja. Va, reconozcámoslo. Especialmente si miramos un poco más allá de esas gafas que nos limitan nuestra visión lateral.

Hay algunas razones que, para mí son claves para prescindir de los macrocongresos educativos. O de la mayoría de ellos. Eso sí, reconozco que esto no se aplica a los que no tienen vida personal, a los que tratan la educación como un fenómeno fan y tienen a sus «docentes» favoritos o, simplemente, a aquellos que quieren probar por primera vez la experiencia de conocer a aquellos con los que han interactuado en las redes sociales. Va, vamos a ello.

En primer lugar conviene dejar claro que la educación no se mejora acudiendo a esos eventos. No hay evento educativo que mejore la educación ni tan siquiera que permita recoger ideas para ser aplicadas en el aula, mejorando la praxis de uno. Si están esas ideas, ya se han recogido antes leyendo los intercambios de algunos en las redes sociales o en sus blogs. Una presentación de una hora, salvo que sea de un especialista, para contar cómo hace magia en su clase, cómo emociona a su alumnado o cómo es capaz de haber huido del aula y ganar más dinero que el pringado que le estás escuchando, no aporta nada.

La formación no se da en eventos masivos. La formación docente debe darse en los foros oportunos y con la carga horaria suficiente. Una hora de charla no te da nada. Salvo que convirtiéramos el evento en un espacio donde, más allá de contar batallitas, algunos hablaran/divulgaran investigaciones que si que afectaran en el aula. Pero de esos se pueden contar con los dedos de una mano. Y me sobrarían.

La mayoría de macrocongresos se han convertido en un grupo de amiguetes, cada vez más cerrado, que hace que solo sirva en algunos casos para que algunos queden para verse a costa, o bien del erario público, o bien del dinero que pagan los asistentes para ir a estas cosas. Los que hemos vivido otra cosa, que tampoco echamos de menos porque nos ha permitido ver que el emperador no llevaba traje o que hay personas que van de una cosa y realmente, entre que saben muy poco y sus pedestales los han ido montando los estúpidos como yo creyendo que eran algo, quizás podamos añorar algún momento de café. No de ponencia. He dicho de café. De café y cerveza (sin alcohol en mi caso) en pequeño comité.

Los macrocongresos están sirviendo siempre para criticar a alguien. Creo que, después de César Bona, que como mínimo saca pasta y, por eso se la trae al pairo que le critiquemos o no, la segunda persona más criticada en estos eventos soy yo. Ha de ser muy triste hablar mal de alguien. Y por eso, si te juntas en un ambiente sectario, lo lógico es que, o bien lo pases mal, o bien te unas a la secta.

No sé vosotros, pero yo no tengo tiempo de acudir a este tipo de eventos. Ya me cuesta sacar tiempo para echar una mano en ciertas cosas, participar en charlas, con pocas personas, a las que gente que considero que saben mucho me invitan o, simplemente, dedicar tiempo a mi familia y a mi profesión, para irme a perder el tiempo para escuchar boludeces y frases que, curiosamente, siempre son las mismas. Hay gente que ha repetido varias veces la misma charla del mismo ponente. Eso ya tiene delito pero, como digo siempre, que cada uno use su tiempo como le dé la gana. Un detalle importante… muchos de estos eventos se hacen a cientos de kilómetros de tu domicilio y eso, como mínimo supone muchísimo más tiempo que dedicarle.

Otro tema importante por el que se puede prescindir de ir a un evento educativo es que, si tienes interés por lo que dicen, puedes seguirlo en muchos casos por streaming desde el sofá. O puedes estar haciendo la comida o pasando el mocho mientras el de siempre te habla de lo de siempre y, como no podía ser de otra manera, te cuenta la anécdota de siempre.

No os lo he dicho pero lo intuís. Ir a un evento educativo cuesta pasta. Mucha pasta. Y con el precio de la gasolina desorbitado, ahora ya no es algo que no te repercuta en la economía. Salvo que uno tenga una parte del sueldo destinada al marujeo educativo. Sí, estos sitios tienen más de marujeo que de calidad. Ya no digamos los que montan las administraciones educativas para venderos ciertas cosas  o modelos educativos maravillosos.

Cada uno es libre de perder su tiempo y dinero como le apetezca. Solo faltaría. Tan solo deciros que la educación solo mejora lejos de un escenario y que, por suerte, algunos ya hemos visto que no hay un lugar más inhóspito para el que tiene un pensamiento propio que un evento, controlado y gestionado por un pensamiento único. Es que lo de ver como «los de siempre», que van de muy acogedores, acaban sentándose en la misma mesa y, curiosamente, salvo que tengas muchos seguidores en las redes sociales o piensen que pueden sacar algo, van a pasar olímpicamente de ti. Y eso, al menos en mi caso, es algo que no me apetece vivir de nuevo.

No me hagáis caso. Seguramente en estos eventos se aprende mucho pero, si queréis que os sea sincero, conforme pasa el tiempo sigo encontrando más peros a todas estas cosas. Será haber cambiado mi percepción de la realidad. Será eso.

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