Ayer me enteré de la existencia del «columpio sexual». La verdad es que me estoy dando cuenta, desde que estoy escribiendo mi nuevo libro, de la existencia de un submundo de juguetería para adultos, totalmente desconocido para aquellos que no vamos a misa diaria. La de cosas de plástico, silicona y látex que se venden. Incluso hay muñecas hinchables que tienen batería solar. Hay mucha evolución tecnológica en el campo. Mucha más, visto lo visto, que en el ámbito educativo.
Cuando me planteé escribir el primer libro en la historia de la literatura que mezcla educación y pornografía no tuve en cuenta la necesidad de investigar. Solo pensaba soltar productos de mi mente calenturienta, sabiendo las cuatro cosas básicas de oídas y con una cantidad de palabras técnicas muy limitadas. Además, en muchas ocasiones, totalmente equivocadas por englobar dentro de un solo concepto todo un arsenal de matices. Esto de la pornografía tiene tela. Por cierto, también he descubierto que seguimos viviendo en un mundo de moralina ya que, cuando intento hablar con alguien de ciertas cosas, curiosamente acaba derivando la conversación a otro lugar. O mira, sonriéndose, a algún lugar desconocido.
¿Sabíais que hay más de un centenar de palabras para nombrar el ciruelo? Lo mismo para el agujero femenino. Un vocabulario muchísimo más amplio que el reconocido por la RAE. Al igual que la RAE está a años luz del lenguaje tecnológico, también lo está del sexual. Un detalle: erotismo y pornografía no es lo mismo. Y creo que he ido por el camino más oscuro introduciendo coprofagia con asiduidad. Es lo que tiene la diarrea mental.
En educación faltan tacos, palabras soeces y pornografía de contexto. Hay algunas personas que van muy mal folladas. Y no por decisión propia. Eso genera problemas en las aulas. Eso genera problemas en las redes sociales educativas con enfrentamientos estériles. Eso genera insatisfacción con su vida que, por desgracia, abocan en su quehacer diario. Es que hay gente que no quiere jubilarse cuando puede hacerlo porque les motiva el joder a los demás. Especialmente a los chavales y a sus compañeros.
Una sala de profesores podría compararse con el Barrio Rojo. Bueno, más bien con el Barrio Crimson (¡sí, existe!). Lo del Barrio Rojo lo dejo para las Facultades de Magisterio, Pedagogía y demás lugares de auténtica sapiencia. Reconozcámoslo de una vez… el sexo solo tiene un sustituto. Bueno, dos. El bar y todas las alternativas que generen endorfinas. Ya veis que de dos he pasado a cientos. Sí, al igual que hacen algunos cuando cuentan las anécdotas que les han sucedido en el aula.
Los gurús (o aspirantes a ello) en educación follan poco. Por eso deben vender lo mucho que follan. Es como el que tiene el amigo que folla y cuenta veinte cuando no ha conseguido media. A ver, que pornografía no es solo sexo. Tan pornográfico es estar de vacaciones en primera línea de playa o irse a comer a un buen restaurante, como meter o usar un cimborrio, junto con todas las prácticas sexuales que se os puedan ocurrir. Algo que jamás deberíamos olvidar.
Cuando hablemos de educación intentemos traducirlo por pornografía. Si esa traducción nos hace sentir incómodos es que quizás estemos errando en nuestra concepción del primer concepto.
Hoy tocaba seguir vendiendo mi nuevo libro. Al final me ha podido más la incoherencia matutina después de otra noche en la que, por desgracia, he seguido durmiendo poco y mal. Así que os voy a incentivar con un par de párrafos del capítulo que subí ayer para suscriptores:
Seguramente conoceréis aquella anécdota del experto de tarima de cursos de formación a profesorado que afirmó que tenía un amigo docente. Yo solo lo había oído para justificar el racismo. Pero esto ya es de traca. Gurús reconociendo que tienen conocidos en el aula. Incluso cuentan anécdotas de aquella vez que fueron de visita al Barrio de la Mina para evangelizar a docentes curtidos en miles de batallas diarias. Anécdotas incrementales. Delincuentes a los que hicieron dejar las drogas y que ahora son de misa diaria. Han hecho más conversiones que alguno de esas diseñados ad hoc por cualquier religión de medio pelo.
Es muy fácil contar historias. Todos sabemos edulcorar realidades. Además, debo reconocer, justificando la actuación de estos “cuentabolas” profesionales que, al fin y al cabo solo reproducen algo social. La anécdota de Ricky Martin y Sorpresa Sorpresa fue vista por millones. Después nunca existió, pero qué nos quiten de la imaginación al perro, la mermelada y el untamiento.
Ya que estamos, y como esto es un post publicitario de manual, os dejo por aquí el enlace para suscribiros al mismo, poder leer los capítulos que voy publicando y, una vez finiquitado, realizada la última revisión y maquetado, poder descargaros la versión digital (espero que para septiembre, ya que estoy yendo a un ritmo más rápido del que pensaba). Ya me había dejado el enlace, pensando en uno de los últimos juguetes sexuales que me mencionaron hace pocos días. Aquí lo tenéis.
Hay gente que lee libros sobre educación por encima de sus posibilidades. He de reconocer que mis posibilidades hacen que no pueda leer ninguno sin que me entren náuseas. Tengo justificante médico. Y del Todojuguete para mayores de dieciocho. 😉
Descubre más desde XarxaTIC
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.