Entiendo que a algunos no les guste el modelo de éxito, especialmente para el alumnado más vulnerable, de la Michaela School. Sé que los datos que publiqué ayer (enlace), que se llevan repitiendo en los últimos cursos, hacen que a más de uno, con determinadas concepciones educativas, se les desmonte todo el argumentario. Es indiscutible que un modelo educativo que elimine disrupciones, se apoye en modelos tradicionales y pida esfuerzo al alumnado, mediante el uso de métodos “tradicionales”, genera malestar a más de uno que no le gustaría que fuera así. El problema es que la realidad se empecina en ser la que es.

Ayer, después de publicar el artículo, me llegaron varias críticas al mismo. Pero no críticas que hacían referencia al modelo educativo. Críticas que hacían referencia a la directora de ese centro educativo por sus declaraciones de apoyo a Trump. O sea que esa directora es buena o mala directora en función de su ideología. Entonces, al igual que sucede en este país, uno por lo visto solo va a ser buen director o, yendo más lejos, un buen profesional de la educación, si se alinea con unos determinados postulados ideológicos.

En nuestro país también tenemos ejemplos de ese juzgar la profesionalidad de alguien según su ideología. Aquí parece que todas las decisiones educativas son buenas o malas en función de quienes las promulguen. La LOMLOE, por ejemplo, que es un despropósito a muchos niveles, se está avalando por parte de algunos porque la han publicado los suyos. Es que estoy convencido de que la misma ley, con un redactado idéntico, publicada por los otros, hubiera tenido críticas por los mismos que la apoyan ahora.

Pero permitidme poneros otro ejemplo más cercano. Y un ejemplo que conozco perfectamente. Un centro educativo, con una complejidad de alumnado parecida a la de la Michaela School aunque quizás no tan complejo, que tiene un porcentaje de alumnado mínimo que consigue estudiar una carrera universitaria o un ciclo formativo de grado superior. Un centro educativo cuya política es la de que el alumnado venga a clase y realice encuestas, que van a ser publicadas en las redes sociales, por su director, en las que digan lo bien que están en ese centro. O que usa datos de abandono escolar como datos de eficacia de gestión educativa.

Pero, ¿cuál es el problema de lo anterior? ¿Estamos hablando de un centro educativo de éxito o estamos hablando de un centro asistencial? Lo sé. La persona que dirige ese centro educativo, alineado con unas determinadas políticas de las que además se enorgullece, tiene a su grupo de fans por tener una determinada ideología. Además, al pertenecer a un determinado colectivo, ya se asume que todas sus decisiones son las del colectivo al que pertenece y que atacarle a él o criticar sus decisiones, es atacar a su colectivo. Y ahí tenemos el problema. ¿Estamos valorando el ejercicio profesional de alguien o su ideología educativa? ¿Estamos valorando el éxito académico de su alumnado o un modelo educativo cuyo único objetivo es que el alumnado vaya a clase?

Son dos visiones contrapuestas de la educación. Y, en este segundo caso, al igual que en el caso de la directora de la Michaela School, me da igual la ideología del director. Lo que me preocupan son los resultados del alumnado y su futuro.

¿Qué necesitamos? ¿Centros asistenciales o centros que permitan que, con independencia del punto de partida, un alumnado tenga el mayor futuro posible? Yo lo tengo claro.

Por cierto, sé que es complicado en el marco legal actual de nuestro país establecer un modelo de éxito como el de la Michaela School, con todas las adaptaciones que creo que deberían hacerse (porque también hay cosas que no me gustan y que deberían trabajarse mucho antes de implementarse), pero lo que no es de recibo es que se juzgue a alguien en el ejercicio de su profesión en función de su ideología o del voto que deposite en una urna.

Claro que hay decisiones políticas en educación. Claro que todos tenemos nuestra visión educativa. El problema es priorizar esa ideología frente a las decisiones técnicas. Y eso es algo que, si os dais una vuelta en X, veréis un nutrido grupo de “expertos” que defienden que primero va la ideología antes que los criterios técnicos y que, salvo que seas votante de un partido de “izquierdas” y te posiciones abiertamente en ciertas cosas como creen ellos que debes posicionarte, lo vas a hacer mal.

Nada. No me hagáis mucho caso. Eso sí, pensad en si tenéis hijos donde os gustaría llevarlos… a una escuela con éxito académico que permita que vuestros hijos tengan futuro o a otra en la que, seguramente de forma muy asistencial, van a permitir, con suerte, que si tenéis recursos propios podáis suplir las carencias académicas de las mismas y que, si tenéis problemas socioeconómicos importantes, os darán la alternativa de que vuestros hijos, de forma general, consigan, con suerte, tener un título de FP Básica para que no puedan jamás llegar muy lejos.

No queráis para los hijos de los demás una educación que no querríais para vuestros hijos. Es que cuando os leo en las redes sociales a algunos, especialmente defensores de un modelo educativo asistencial en el que lo académico pase a un segundo plano y me entero de que vuestros hijos van a centros educativos, con libros de texto (que criticáis) y muy exigentes académicamente, no puedo menos que sonreírme.


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