En estos últimos días, una jauría de convencidos de ensoñaciones pedagógicas varias, están intentando vendernos la codocencia (dos o más docentes en un aula) como el Santo Grial, capaz de revolucionar el aprendizaje. Algunos ya estamos cansados de revoluciones y queremos hechos pero, como siempre sucede, la viralización de determinadas cuestiones, apoyadas por mentirosos y sectarios a partes iguales, tiene su público.
Entiendo que para defender ciertos postulados educativos algunos hayan de mentir. O, simplemente, deban buscar en su buscador favorito, algo que ratifique sus postulados. El problema es que si no se sabe cómo buscar o, simplemente, no se tiene ganas de leer, uno acaba siendo poco menos que un tonto útil de los que quieren gestionar el pedagogismo, contrario tanto al aprendizaje como a las evidencias y al sentido común.
Pues bien, yo comenté a alguien que defendía la codocencia que todas las investigaciones (todas en mayúscula) decían que una reducción de ratios era mejor que la codocencia (tener dos docentes a la vez). Que era muchísimo mejor tener dos grupos de quince que uno de treinta con dos docentes compartiendo aula. Y no por el hecho de no poder trabajar puntualmente para la realización de determinados proyectos. Ni mucho menos. Estaba hablando de reglas generales del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Ni corto ni perezoso alguien, buscando rápidamente en internet, y siendo retuiteado en la red social del pajarito por todos los miembros de un determinado colectivo (que, sinceramente, yo creo que funcionan en modo panal o hábitat de drosophila), publicó lo siguiente:
No sé. Me ha hecho dudar porque hacía tiempo que no leía a Hattie, teniendo su libro de Visible Learning en casa. Y, por ello me he puesto a buscar los datos que comentaba. Pues bien, no he podido resistirme a responderle, citándole, de la siguiente forma:
Además, con todo el cariño del mundo le he instado a rectificar y a que reconociera su error.
El problema es que reconoce que ha sido superficial y dice que la evidencia es positiva (me meo). Dice además que no va a discutir los motivos del error y me pide a mí que reconozca el error cuando he dicho que todas las investigaciones dicen que la codocencia tiene una influencia menor que la bajada de ratios. No solo me ratifico. Además, si solo tiráramos de los metaanálisis de Hattie, se podría afirmar que lo de la codocencia es una práctica educativa irrelevante para la mejora del aprendizaje del alumnado.
Sí, hay que reírse. Eso sí, sigue insistiendo…
¿Está muy cerca de la bajada de ratios? Es que algunos no saben interpretar ni los datos porcentuales de efecto. Y como con esos personajes no puede discutirse, procedo a silenciarle por el resto de los tiempos. Eso sí, el problema es que ese personaje y su cuadrilla seguirán intentando vender la burra a quienes, al igual que ellos, tampoco tienen ganas de buscar la información. Es que cuando determinados personajes cogen una linde, la linde se acaba pero los personajes y sus acólitos siguen.
No es un zasca. Ha sido un intento de hacer comprender a alguien que se había equivocado. Pero, como habéis podido comprobar, no ha podido ser.
A propósito, aprovechando el post, os cuelgo la infografía con la influencia de determinados factores en el aprendizaje, según Hattie y el enlace (aquí) donde podréis consultar, de forma actualizada, las mismas.
VLPLUS-252-Influences-Hattie-ranking-DEC-2017
Espero que os sea de utilidad. Y, por favor, no hagáis como este tuitero. Leed, contrastad y, si os demuestran que la estáis cagando, no insistáis en vuestro error.
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.
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No me negarás que la codocencia con un docente votante de VOX y otro de PODEMOS debe ser realmente formativo… O al menos entretenido. Un saludo cordial.
A mí, mientras se duche… 😉