Ayer, por lo que me han dicho, se lio de nuevo en X entre docentes. Me alegro de haberme largado y dejar solo esa red para publicar los artículos de aquí. Tengo demasiado trabajo para cuitas en redes sociales. Además, ¿qué aporta que cuatro quieran parecer importantes cuando pintan, entre poco y nada, en sus lugares de trabajo? Siempre he dicho que el camino se demuestra andando y, aunque pueda ser divertido abocar la frustración o las malas formas de algunos desde un teclado, no hay nada mejor que el ver a la gente a los ojos y el pico y pala diario.
El párrafo anterior nada tiene que ver con lo que voy a escribir hoy. Son las seis y pico de la tarde y, como comprenderéis la mayoría de vosotros a estas horas, después o durante un curro exigente, de lo que menos ganas tengo es de hablar de dimes y diretes aunque, por desgracia, ya les haya hecho feliz a algunos en el primer párrafo.
Hoy el post que os presento tiene que ver con el artículo «Falacias del negacionismo de la investigación educativa basada en evidencias» que se publicó hace unos días. Y, en especial, en la reflexión que se hace en el mismo de la necesidad de tomar las mejores decisiones posibles en educación, basándose en lo que dicen los datos y las evidencias.
No voy a entrar en el artículo al cual responde. Ya hablé del mismo hace un tiempo aquí y no me apetece buscar el enlace para ponéroslo. Ya os he dicho que estoy cansado y, simplemente, lo que me apetece es, antes de ponerme a fondo con el correo electrónico, escribir unas líneas para hablar de cosas que hago en este blog. Cosas que incluyen, fundamentalmente, dar mi opinión acerca de cuestiones mayoritariamente relacionadas con la educación. Y, en muchas ocasiones, basadas en lo que dicen los datos y las evidencias.
No pretendo ni he pretendido nunca convencer a nadie. Si a alguien en su aula le funciona el método M, que siga con él. Si a alguien le funciona bien usar o no libro de texto, que lo haga. Si alguien mejora el aprendizaje de su alumnado haciendo ciertas cosas, que las haga. Lo que funciona no debe cambiarse. Tan solo, si es posible, mejorarse. No hay receta única ni varita mágica. Hay datos y evidencias que pueden permitir mejorar. Pero, como os he dicho antes, no conviene cambiar algo que funciona y que tiene resultados sólidos por algo desconocido. Lo de sumarse a modas mejor dejarlo solo para nuestro outfit. Sí, he dicho outfit. El otro día dije restyling. Estoy muy mal.
Eso sí, me vais a permitir que diga lo que sí que hago. Opino y reflexiono sobre educación desde mi limitada experiencia. Escribo artículos acerca de evidencias y uso los datos, no para malmeter, y sí para encontrar o plantear soluciones para mejorar las cosas. Es que los datos son muy hediondos cuando los usan algunos. Es tener 2 casos entre 1000 y centrarse en esos dos casos, en lugar de decir que las cosas están funcionando. Yo me entiendo y sé de qué datos estoy hablando. Es que para algunos, si no existieran las excepciones que se encuadran en su ideología, deberían inventárselas. Bueno, en ocasiones, lo hacen.
Creo que ya he dicho lo que quería contaros. Quizás no sea un artículo tan profundo como lo que me pensaba al empezar a escribirlo. Quizás sí que lo sea y esté alegando en el mismo la necesidad de despolarizar la educación y centrarnos en qué es efectivo, en qué contexto, bajo qué premisas y qué investigaciones tenemos que lo avalen. Lo sé. Me estoy convirtiendo en alguien muy moderado. Quizás es que no le veo sentido al rebuzno permanente de algunos o, simplemente a lanzar el típico «y tú más». Quizás sea que me he hecho mayor. Quién sabe.
Lo único que hay cierto en las líneas anteriores es que nunca os estoy vendiendo nada. Ni tan solo os digo que hace un año, o dos,…, o ya no me acuerdo, que publiqué mi último libro. No tengo nada que ofreceros a ningún coste, salvo compartir con vosotros, en esta bitácora personal, reflexiones de alguien muy mayor al que, por desgracia, algunos creen conocer y jamás han trabajado conmigo ni, como es lógico, se han tomado un simple café desde que eligieron bando.
Hay dos claves en educación: la suerte y el trabajo bien hecho. Lo primero es incontrolable, pero en lo segundo hay mucho que depende de nosotros.
Sin más y releyendo, porque no me quedaba nada claro el pifostio incoherente que he escrito, dejo este artículo a vuestra disposición. A mí ya me ha servido para plasmar, aunque no os lo creáis, parte de muchas cosas en él.
Descubre más desde XarxaTIC
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.