En la Comunidad Valenciana, al igual que en las otras Comunidades, se ha creado, con parte de ese dinero con el que nos ha regado la Unión Europea, la figura de «mentor digital». Una figura que va, supuestamente, a encargarse de guiar a los centros educativos en la toma de decisiones y gestión de la digitalización, que en forma de herramientas y recursos, van a ir incorporándose dentro de un macroproyecto financiado por la Unión Europea. Noventa personas que, sumadas a las doscientas de Cataluña y los miles de (de)mentores digitales del resto de Comunidades, arroja un montante de varias decenas de millones de euros públicos tirados «a lo loco».

Por lo que me han dicho en todas las Comunidades el proceso de selección ha sido similar… tú conoces a A y, en caso que A no quiera, se busca a B para que se esté rascando la entrepierna a dos manos a lo largo de este curso escolar. A ver, que no se trata que no sean buenos profesionales los elegidos. Se trata a que se ha creado una figura para la que ni tan solo sabe qué va a obligársele a hacer. Bueno, de estos en la administración educativa tenemos a demasiados. Hay servicios que van escasos de personal y otros que tienen cientos de personas de dudosa utilidad. Es que, por si no lo sabéis, la importancia de una Dirección General se mide a número de asesores liberados. Y así nos va.

Conozco a la mayoría de personas que han sido elegidos «dedocráticamente» para ocupar esos puestos. No estoy discutiendo, como he dicho anteriormente y ahora me repito, la valía profesional de los seleccionados. Eso sí, voy a criticar qué y para qué estamos tirando el dinero en asesores que no se sabe bien qué van a hacer. Bueno, va, añado que algunos de esos asesores elegidos (buenos profesionales) tienen bastante alergia al aula. No digo nada que no podáis intuir. Ojo, repito… no es malo no querer dar clase si uno tiene una alternativa en la que puede ofrecer cosas interesantes a la administración (conozco a más de uno en ese caso). Lo malo es no saber para qué demonios le contratan a uno o que haga lo que le dé la gana. Y sí, de esos he conocido, por desgracia a más de uno.

El problema de la educación en mayúsculas jamás se va a solucionar si es más importante gastar que saber en qué va a consignarse ese gasto. No tiene ningún sentido, con el déficit de docentes que hay en determinados centros, coger más de tres millones de euros (¡sí, he dicho tres millones de euros!) para liberar durante este curso a noventa asesores que no sabes qué van a hacer. Este curso van a ser tres millones de euros, pero están informando en las reuniones que están teniendo para presentar este maravilloso proyecto de (de)mentorización de la friolera de 30 millones en tres años para contratar a esas figuras. Debe ser que siempre es mejor política educativa tener a docentes fuera del aula que dentro de ella. Nada, otras figuras que se añadiran a algunos cientos de efectivos que en mi Conselleria nunca has sabido para qué sirven porque, Bueno, aquí y en todas las Comunidades que conozco, tenemos servicios y Direcciones Generales con varios centenares de efectivos que, más allá de para que algunos se puedan montar farras y jueguen en su chiquipark particular, no tienes ni idea de qué hacen. Bueno, lo sabes pero preferirías no saberlo. Es lo que tiene la mala gestión de recursos públicos. Y después nos quejamos de que no haya dinero para cosas importantes.

Qué pena todo. Pero bueno, por lo que veo en las redes, soy prácticamente el único que cuestiono ciertas cosas en voz alta. El brilli brilli mola en educación y su justificación se da tanto por hacerlo directamente acudiendo o refrendando ciertas cosas o, simplemente, queriendo ver que no existen. La ausencia de crítica a ciertas cosas que se hacen en educación es algo que deberíamos hacernos mirar (me incluyo) Además, en este caso de los (de)mentores nadie sabe para qué sirven ni qué van a hacer. Ni, hablando con alguno de ellos, los propios (de)mentores. Algo me insinúan de un plan digital del que no tienen ningún tipo de conocimiento. Esperan instrucciones de alguien que se lo aclare mientras, mes a mes, van cobrando su nómina incrementada en unos pocos cientos de euros por ser (de)mentor y hoy, seguramente, van a hacer esa compra tan necesaria por el Black Friday. Lo sé, he exagerado y pido disculpas pero es que lo de los (de)mentores, al igual que tantas cosas que están pasando en educación, no hay por dónde cogerlas.

Voy a dar clase. A ver qué tal hoy el porcentaje de clases que salen medio bien y aquellas de las que, llevándolo preparado, te acaban saliendo como el culo. Eso sí, al menos sé que tengo que hacer hoy en mi trabajo. Y sé cómo hacerlo porque, por suerte al igual que mis compañeros de aula, sabemos cuál es nuestra función. Y eso se agradece porque, al menos a mí me generaría mucha incomodidad estar trabajando en algo que no sé qué es, no sé para qué sirve y no tengo ni idea por qué me llega dinero a mi cuenta cada final de mes. Bueno, esto último sería lo que menos me preocuparía.


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