Necesito un tiempo de desconexión. No estoy excesivamente cansado ni de las redes (especialmente de mi querido Twitter) ni de escribir en el blog pero, en estos momentos toca dedicar mi tiempo sin demasiadas distracciones a un proyecto con el que me he comprometido, a intentar acabar el primer trimestre y las evaluaciones y, como no podía ser de otra manera, a todas aquellas personas a las que quiero y sé (o quiero creer) que me quieren. Además también empiezo nuevo proyecto vital que espero que, al margen de mi maltrecho estado de salud, permita ser finalizado en tiempo y forma, ya que lo enfoco con muchísima ilusión.

Es por ello por lo que cierro etapa hasta el próximo año. No es mucho tiempo, pero es un tiempo que me va a ir muy bien. Los tiempos son limitados y hacer o pensar en A detrae tiempo de B. Y ahora el hobby debe aparcarse por un tiempo. Ya veis que no mucho. Bueno, a lo mejor le cojo gustillo. Va a ser que no porque cada vez que lo he intentado he vuelto a caer. Esto es droga de la dura. Por suerte, salvo encontrarte con algún troll que otro, sin demasiados efectos secundarios. Algunas risas, algunos desconciertos y mucho complemento del sofá o período de relax. Por eso he seguido y supongo que voy a seguir por aquí. Qué demonios, ya sabéis que el gusanillo hace imposible dejarlo.

Os deseo unas felices fiestas, que acabéis este primer trimestre con alguna energía y que, en definitiva, tengáis la gran suerte de tener una familia o tanta gente que os quiere como afortunadamente tengo yo. Sé que no vais a disfrutar de mis paellas dominicales pero, seguramente, algunos disfrutaréis de unas excelentes migas, otros de una maravillosa fideuá, otros de vuestra ensalada favorita, de vuestros dulces irresistibles o de un simple café, de esos que se disfrutan con buena compañía. Ha sido un placer en este año, difícil para todos, compartirlo en las redes con todos vosotros.

Un abrazo y nos vemos en 2022…


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