Hace un momento, en otra de esas noches de insomnio (y ya van…), me he puesto a perder el tiempo pasándome por X. Cada vez lo hago menos, pero me obligo a hacerlo porque, al final, es una forma de ver determinadas visiones (no solo) educativas y poder oponerlas a mi punto de vista. Un punto de vista que, a la postre, resulta sesgado al igual que el de todo el mundo.

Por cierto, pasándome por la red del pajarito extinto me he encontrado con la siguiente imagen. Y no puedo menos que compartirla con vosotros por aquí porque, al final, tiene mucho que ver con lo que voy a escribir a continuación. Eso sí, disculpadme que no haya sabido recordar de dónde la he sacado porque la he bajado directamente y se trata de algo visto en la pestaña de «perder el tiempo», que se halla bajo el epígrafe «para ti».

Fuente: X

La imagen me ha llevado a pensar acerca de las incoherencias educativas y que, en muchas ocasiones, las mismas son debidas al punto de vista del observador. Dejadme desarrollar un poco ya que, por ahora, reconozco que estoy espeso.

Lo voy a hacer con varios ejemplos…

El primero podría ser el de un docente que da clase de Matemáticas en cuarto de Primaria, cuya vida laboral ha transitado siempre en centros educativos públicos o concertados, situados estratégicamente en barrios no deprimidos y con alumnado de familias de clase media, que ve las necesidades que tiene ese alumnado. Si comparamos su visión con la de un docente que da clase en el mismo curso en un centro educativo con mucho alumnado con necesidades educativas especiales y situado, por ejemplo, en el Barrio de la Mina o Las Tres Mil, nos encontramos con dos visiones diferentes acerca, tanto de los resultados de su alumnado como de la necesidad del uso de una u otra herramienta. Incluso puede ser que la supervivencia sea solo la clave. Hay centros educativos en los que los docentes ya tienen suficiente con sobrevivir. Y no pasa nada por reconocerlo.

La visión de los directores de esos dos centros que he usado de ejemplo también variará. No es lo mismo tener que gestionar absentismo crónico, problemas sociales que se trasladan al centro o, simplemente, alumnado que llega sin desayunar, que gestionar un centro donde su alumnado tiene todas esas necesidades cubiertas. No es lo mismo.

Y después existe la visión de más arriba. No es lo mismo dar clase que gestionar un centro educativo. No es lo mismo gestionar un centro educativo que gestionar miles. No son las mismas decisiones las que afectan a un aula, a un centro que a todo el sistema educativo. No es lo mismo y la visión, además de los datos de que se disponen, no es lo mismo. Especialmente cuando, como todos sabemos (aunque nos gustaría que no fuera así), los recursos son finitos.

Por tanto, ¿creéis que el discurso educativo de unos y otros va a ser el mismo? ¿Creéis que la visión educativa de las personas que he usado como ejemplo van a ser la misma? Seguramente no. Al igual que la imagen que os he puesto de ejemplo… se va a ser coherente con lo que uno ve pero, por desgracia, esa coherencia cuando se traslada a lo global, va a dar como resultado una total incoherencia. Y quién niegue lo anterior está mintiendo.

Lo anterior hace imprescindible evaluaciones objetivas, teniendo unos ítems iguales para todos y, aunque a algunos les chirríe o quieran defender lo contrario, sin tener en cuenta a Pepe o Alma, alumnos de esos centros que se evalúa, ni a Almudena o a Paco, docentes ambos. Que no se les tenga en cuenta, ya que seguramente algunos van a malinterpretarlo, no implica que no sean parte fundamental del sistema educativo y de mucha importancia dentro del mismo. Ni que, cuando se haya realizado la evaluación, no toque aterrizar dicha evaluación a la realidad de los centros y de las aulas.

Siempre abogaré por la necesidad de hacer las cosas a nivel macro porque, al final, es donde se tienen más datos. Y, dentro de ese abogar por lo macro, siempre defenderé que donde se cambian las cosas es en el aula. Así pues, lo importante es que lo macro sepa adaptarse a lo micro porque, al final, el sistema educativo lo forman un montón de elementos. Unos elementos que deben estructurarse de forma general, coordinarse y aterrizarse donde se da el aprendizaje… ¡el aula!

Quizás haya sido más incoherente hoy de lo habitual. Yo me he entendido. Los que me conocen, seguramente, también lo harán. Se trata, simplemente, de tomar decisiones mirando al dedo o a la Luna. De la Luna podemos bajar al dedo. Del dedo cuesta mucho levantar la mirada.

Espero que sigáis disfrutando de este puente (o fin de semana de tres días en mi Comunidad) y que, estos días que vienen, de los más complicados, tanto para el alumnado, como el profesorado, como todas las otras personas que trabajan en los centros o fuera de ellos en tareas relacionadas con la educación, os salgan lo mejor posible. Un abrazo.


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