Supongo que la mayoría de los que os pasáis por aquí, restos de los que os pasabais habitualmente antes de que empezara a desvariar, o cambiarais unas pocas letras por un meme o un vídeo publicado en Instagram o TikTok, conocéis la serie The Walking Dead. Sí, esa serie que lleva tropocientas temporadas en las que unos zombis, que curiosamente se repiten en varios episodios incluso que se les haya matado en un par de capítulos antes, se empecinan en morder, tragar y digerir. Por cierto, ¿por qué nunca se ha visto a un zombi defecar? A ver, que si ingieren tanto (al menos al principio, que es cuando hay más vivos) y no se engordan, algo falla en la trama. Pero bueno, no voy a ser yo el que cuestione la trama de nada.

¿De qué os estaba hablando? Ah, sí. De la serie de zombis por excelencia. ¿Y para qué estaba hablando de lo anterior? Ah, sí. Para relacionarlo con lo que está pasando estos últimos tiempos (¡quién dice tiempos dice décadas!) en nuestra sociedad. Qué demonios. Ya se me ha ido la pinza. Nada, voy a restringirme a algún ámbito que controlo como el erótico festivo. Bueno, mejor que me restrinja al educativo. Tampoco tengo ni pajolera idea pero, visto que nadie tiene ni idea, aún me queda margen para disimular. Disimular es sano. Es como aquel que se tira un pedillo de esos silenciosos en el ascensor con más  gente y va mirando a todas partes. Oler se huele, pero el disimulo es la clave.

A partir del diez de enero vamos a tener en sus pantallas (léase su red social o medio favorito) lo mismo que teníamos el año pasado. Joder, incluso los gurús no peinan canas. ¿Os habéis dado cuenta de que ningún gurú educativo es calvo? Bueno, alguna excepción hay pero la mayoría son de pelaje puigdemónico o han pasado por Turquía en los últimos tiempos. Sí, de otra forma no se explica que alguien con entradas abundantes ahora tenga un matojo de pelo digno de La Pantoja. Me han dicho que los implantes son de pelo de culo, pero seguro que me engañan. Es que me lo creo todo. A mí me dicen que los políticos están en política para mejorar la sociedad y me lo creo. Ya, lo sé. Soy muy tonto. No estoy solo, pero la tontería en comunidad sigue siendo tontería.

He vuelto a perder el hilo. No puedo estar pensando en churros y meter el churro a la vez. Al final es que voy a meter más gambas que churros. A mi edad es lo habitual. Tampoco pasa nada. De las gambas se puede salir. O eso dicen. Retomo el hilo de los zombis. A ver si consigo no despistarme más.

Este año habrá más memes educativos que nunca, tipos y tipas relacionados con la educación que se crean cuentas en redes sociales con el único objetivo de conseguir seguidores, tiktokers con demasiada ropa (a ver docentes con TikTok, la ropa fuera… a enseñar lo que toca… músculos perfilados o burbujas burbujeantes), países que van a ser el súmum de la innovación educativa y formación, como siempre, acorde a las necesidades de los formadores. Hablando de necesidades, creo que me queda un churro de los de ayer. Sí, en el párrafo anterior os he hablado de churros y tenéis la mente muy calenturienta. A mí el churro que más me gusta mojar es el mixto entre porra y churro escuálido. Y a plena luz. Dando envidia. Orondeándome solo con su olor.

Estaba escribiendo algo serio acerca de bocetos, croquis y perspectivas pero, siendo día 31, habiendo estrenado el último bodrio de la secuela de la secuela de Resident Evil, viendo fotos en las redes sociales (lo que se llama stalkear en modo guay) de mis compañeros de instituto (qué mal han envejecido todos menos yo… risa sardónica y triste a partes iguales) y con un batín de esos que causan furor por lo calentitos que son, no podía menos que perpetrar estas líneas.

Sé que hoy parece que haya escrito lo anterior una mezcla de Sostres, Echenique, Rufián e Inda, pero os prometo que he sido yo. Bueno, mejor negarlo no sea que alguien, con más sentido común que la mayoría, decida marcar ese número del psiquiátrico que tiene en la nevera pegado con un imán. Va, es broma… que todos sabemos que desde hace bastante tiempo se han desballestado en nuestro país todos los servicios e instalaciones para el tratamiento de la salud mental.

Feliz 2022. Espero que sea un buen año. Al menos para mí. Si me sobra felicidad prometo repartirla a un módico precio. Y regalo test de antígenos. Como el boli y la entrada de fútbol. Pues eso. Un abrazo y, como mínimo, espero que hayáis sonreído un poco con lo que he escrito. Si es así, ya me doy por satisfecho.


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